jueves, 12 de agosto de 2021

PALABRA COMENTADA

 

JUEVES 19 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Josué 3,7-10a.11.13-17



REFLEXIÓN

un Dios vivo está en medio de vosotros, y que va a expulsar ante vosotros a los cananeos

Un Dios vivo se muestra con un hecho favorable a la suerte del pobre.

No podemos tomarlo al pie de la letra, o como signo único.

También el silencio expresa su actividad, según creemos. Y este silencio se da en el fracaso, según leemos por fe en la suerte de Jesús.

Se expresa así una pedagogía, una enseñanza sobre los diversos modos y etapas del conocimiento del Señor.

la corriente del Jordán se cortará

Un nuevo éxodo o su réplica acontece para los israelitas.

Su fe se ha abierto desde el prodigio anterior a considerar hechos favorables como venidos de la mano del Señor.

Se forma en ellos una actitud frente a la existencia y la historia que descansa en la protección de su Dios.

No obstante las dificultades de la lucha por la vida y su significado, la fe en un Dios así, permite construir un sentido de acompañamiento, que redunda en una confianza básica, y un cierto optimismo y positivismo para lograr algunos objetivos.

Salmo responsorial: 113ª



REFLEXIÓN

¿Qué te pasa, mar, que huyes, / a ti, Jordán, que te echas atrás?

Somos de memoria corta y nuestra acción de gracias no es constante, como es la de Cristo eucaristía.

Aún en eso tenemos que adherirnos a su acción de gracias para que supla nuestra cortedad.

Como el pueblo de Dios en su peregrinar, que cantaba constantemente al Señor las maravillas vividas, para sentirse convocados a nuevas visiones de su intervención.

Con nosotros hoy la palabra proferida antiguamente, cobra vigencia.

De ahí el sentido de celebrarla y agradecerla.

Mateo 18,21-19,1



REFLEXIÓN

el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así

Sigue siendo una práctica hacer pagar deudas con algún género de esclavitud u opresión. Quien dice deudas, dice favores, ayudas que esperan ser resarcidas, aunque sea con la entrega del cuerpo. Así se prostituyen algunos, y se hunde en el horizonte su sentido de dignidad.

"Ten paciencia conmigo,

La caridad es paciente…Un efecto del don del Espíritu en el amor que viene del Señor.

Pero es más realista y coherente cuando cae en cuenta que unos con otros somos deudores de la paciencia del amor de los demás.

El señor tuvo lástima(σπλαγχνίζομαι, splagchnizomai)

Esta es una ganancia que nos aporta la intermediación de Jesús: el Padre siempre tendrá compasión de nuestro enredo, pase lo que pase.

Es un código o clave que abre la disposición favorable a la práxis del Reino de Dios: dar de comer, de beber, sanar, vestir…

Pero él se negó, y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía

Qué extraño mecanismo de disociación nos lleva a convertirnos en verdugos siendo así que en algún momento fuímos indultados de nuestra propia condena?

Es un indicativo de nuestra deformación moral que actúa contra los demás lo que excusa en sí mismo.

Se da en todo ser humano que no hace el ejercicio constante de autocrítica, arrepentimiento y reparación.

Cuando sí se hace el tal ejercicio, la fraternidad del reino cuenta con una dinámica de corrección de su rumbo mientras transita por la historia.

¿No debías tú también tener compasión(eleesai:tener compasión) de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?"

Es el sentido que oramos en el Padre Nuestro.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1425784223282106370?s=20

BEATO CARLO

BEATO CARLO


 Del tratado de san Gregorio de Nisa, obispo, sobre el perfecto modelo del cristiano
(PG 46, 259-262)

TENEMOS A CRISTO QUE ES NUESTRA PAZ Y NUESTRA LUZ

Él es nuestra paz, él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa. Teniendo en cuenta
que Cristo es la paz, mostraremos la autenticidad de nuestro nombre de cristianos si, con
nuestra manera de vivir, ponemos de manifiesto la paz que reside en nosotros y que es elmismo Cristo. Él ha dado muerte al odio, como dice el Apóstol. No permitamos, pues, de
ningún modo que este odio reviva en nosotros, antes demostremos que está del todo
muerto. Dios, por nuestra salvación, le dio muerte de una manera admirable; ahora, que
yace bien muerto, no seamos nosotros quienes lo resucitemos en perjuicio de nuestras
almas, con nuestras iras y deseos de venganza.
Ya que tenemos a Cristo, que es la paz, nosotros también matemos el odio, de manera
que nuestra vida sea una prolongación de la de Cristo, tal como lo conocemos por la fe.
Del mismo modo que él, derribando la barrera de separación, de los dos pueblos creó en
su persona un solo hombre, estableciendo la paz, así también nosotros atraigámonos la
voluntad no sólo de los que nos atacan desde fuera, sino también de los que entre
nosotros promueven sediciones, de modo que cese ya en nosotros esta oposición entre las
tendencias de la carne y del espíritu, contrarias entre sí; procuremos, por el contrario,
someter a la ley divina la prudencia de nuestra carne, y así, superada esta dualidad que
hay en cada uno de nosotros, esforcémonos en reedificarnos a nosotros mismos, de
manera que formemos un solo hombre, y tengamos paz en nosotros mismos.
La paz se define como la concordia entre las partes disidentes. Por esto, cuando cesa
en nosotros esta guerra interna, propia de nuestra naturaleza, y conseguimos la paz, nos
convertimos nosotros mismos en paz, y así demostramos en nuestra persona la veracidad
y propiedad de este apelativo de Cristo.
Además, considerando que Cristo es la luz verdadera sin mezcla posible de error
alguno, nos damos cuenta de que también nuestra vida ha de estar iluminada con los
rayos de la luz verdadera. Los rayos del sol de justicia son las virtudes que de él emanan
para iluminarnos, para que dejemos las actividades de las tinieblas y nos conduzcamos

como en pleno día, con dignidad, y, apartando de nosotros las ignominias que se cometen
a escondidas y obrando en todo a plena luz, nos convirtamos también nosotros en luz y,
según es propio de la luz, iluminemos a los demás con nuestras obras.
Y, si tenemos en cuenta que Cristo es nuestra santificación, nos abstendremos de toda
obra y pensamiento malo e impuro, con lo cual demostraremos que llevamos con
sinceridad su mismo nombre, mostrando la eficacia de esta santificación no con palabras,
sino con los actos de nuestra vida.