miércoles, 23 de febrero de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 7 de tiempo ordinario

Santiago 4,13-17



REFLEXIÓN

no paráis de hacer grandes proyectos, fanfarroneando

Un proyecto humano actual, una mentalidad dominante consiste en proclamar que el ser humano es el protagonista de su propio destino y debe como misión tomar la rienda de su vida en sus propias manos.

Si este aserto fuera para aumentar el compromiso y la responsabilidad con el otro, quedaría como un buen propósito.

Pero muchas veces es una autoafirmación arrogante del derecho exclusivo e individual a hacer lo que nos da la gana con exclusión del derecho del otro.

A tal ideología de superhombre omnipotente le conviene darse una aire de vez en cuando tomando en cuenta la multitud de contingencias que nos salen a cada paso y que nos señalan que la vida puede terminar ahí mismo sin que lo podamos planificar.

Al fin y al cabo, quien conoce el bien que debe hacer y no lo hace es culpable

Por supuesto que se trata de conocer el bien y quererlo. No es un conocer teórico o académico. Sino el que compete realizar, el ineludible bien para mí, para el otro u otra, para todos.

No se trata de sentir la culpabilidad, que puede ser malsana y tóxica, porque no lleva sino al desánimo y a abandonar la lucha.

Sino de ser culpables responsables, pecadores perdonados, víctimas o victimarios resilientes, capaces de incorporarnos y volver al frente de batalla, fiados más del Espíritu y su fortaleza, que de nuestra psiqué y su debilidad.

Salmo responsorial: 48



REFLEXIÓN

confían en su opulencia / y se jactan de sus inmensas riquezas?

Porque los ricos en capital y grandes proyectos, incurren en soberbia de la vida, en prepotencia, avasallando a los que menos tienen.No entienden lo que significa compartir.

Es tan caro el rescate de la vida, / que nunca les bastará / para vivir perpetuamente / sin bajar a la fosa

La muerte individualmente experimentada, y desde fuera observada, es universal y obligatoria por imposición de la realidad, no por deducción lógica.

Frente  y desde ella logramos la sabiduría de un fin insobornable, que no podemos manipular, ni planificar, ni controlar.

A través de ella vivenciamos la libertad del Otro, quien desde la fe podemos glorificar en acción de gracias por su providencia y designio.

los sabios mueren, / lo mismo que perecen los ignorantes y necios, / y legan sus riquezas a extraños

Hasta la cesión póstuma de los bienes es un proyecto endeble, muchas veces erosionado por los pleitos de los herederos, y los usurpadores de testamentos.

Y así la riqueza acumulada va a parar en quien menos se piensa.

Marcos 9,38-40



REFLEXIÓN

se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros

El que no está contra nosotros está a favor nuestro

Estar contra las vías de hecho no debe llevar a estar en contra de las causas de los pobres: indígenas, educadores, obreros, jubilados de pensiones exiguas, necesitados de los recursos de la vida en general.

Jesús ubica su aporte de salvación como un programa de código abierto, que cualquiera pueda apropiar en su nombre.

Otorgarle elcrédito no significa lucrar en su nombre, sino una acción de gracias por su intervención salvífica en nuestras circunstancias concretas, dondequiera que se dé.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1496443211832864769?s=20&t=-v5HcE7wrsJvGujHJ5f0uA

 

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


Miércoles, VII semana

 San Jerónimo Comentario sobre el Eclesiastés

Si a un hombre le concede Dios bienes y riquezas y capacidad de comer de ellas, de llevarse su porción y disfrutar de sus trabajos, eso sí que es don de Dios. No pensará mucho en los años de su vida si Dios le concede alegría interior. Lo que se afirma aquí es que, en comparación de aquel que come de sus riquezas en la oscuridad de sus muchos cuidados y reúne con enorme cansancio bienes perecederos, es mejor la condición del que disfruta de lo presente. Éste, en efecto, disfruta de un placer, aunque pequeño; aquél, en cambio, sólo experimenta grandes preocupaciones. Y explica el motivo por qué es un don le Dios el poder disfrutar de las riquezas: No pensará mucho en los años de su vida. Dios, en efecto, hace que se distraiga con alegría de corazón: no estará triste, sus pensamientos no lo molestarán, absorto como está por la alegría y el goce presente.

REFLEXIÓN

La bendición en la vida ordinaria se experimenta mejor en el disfrute puntual, sin estrés de preocupaciones, con alegría de corazón

Pero es mejor entender esto, según el Apóstol, de la comida y bebida espirituales que nos da Dios, y reconocer la bondad de todo aquel esfuerzo, porque se necesita gran trabajo y esfuerzo para llegar a la contemplación de los bienes verdaderos. Y ésta es la suerte que nos pertenece: alegrarnos de nuestros esfuerzos y fatigas. Lo cual, aunque es bueno, sin embargo no es aún la bondad total, hasta que aparezca Cristo, vida nuestra.

REFLEXIÓN

Pero más bendición es todavía la alegría en la fatiga y la lucha, ya que se suscita como un don para el final de todo, pues nos anima hasta el final de todo con la resurrección.

Toda la fatiga del hombre es para la boca, y el estómago no se llena. ¿Qué ventaja le saca el sabio al necio, o al pobre el que sabe manejarse en la vida?. Todo aquello por lo cual se fatigan los hombres en este mundo se consume con la boca y, una vez triturado por los diente, pasa al vientre para ser digerido. Y el pequeño placer que causa a nuestro paladar dura tan sólo el momento en que pasa por nuestra garganta. Y, después de todo esto, nunca se sacia el alma del que come: ya porque vuelve a desear lo que ha comido (y tanto el sabio como el necio no pueden vivir sin comer, y el pobre sólo se preocupa de cómo podrá sustentar su débil organismo para no morir de inanición), ya porque el alma ningún provecho saca de este alimento corporal, y la comida es igualmente necesaria para el sabio que para el necio, y allí se encamina el pobre donde adivina que hallará recursos. Es preferible entender estas afirmaciones como referidas al hombre eclesiástico, el cual, instruido en las Escrituras santas, se fatiga para la boca, y el estómago no se llena, porque siempre desea aprender más.

REFLEXIÓN

El horizonte de vida de quien vive para el consumo es de una intranquilidad voraz y perpetua. Nunca se termina su ciclo. Pero el hombre de fe encuentra un hambre diferente que tampoco se sacia pero satisface mejor: aprender.

 Y en esto sí que el sabio aventaja al necio; porque, sintiéndose pobre (aquel pobre que es proclamado dichoso en el Evangelio), trata de comprender aquello que pertenece a la vida, anda por el camino angosto y estrecho que lleva a la vida, es pobre en obras malas y sabe dónde habita Cristo, que es la vida.

REFLEXIÓN

La pobreza como bienaventuranza es una comprensión de las realidades y de como el hambre de ciertas cosas no se sacia, a menos que se transforme en algo más.