martes, 7 de junio de 2022

PALABRA COMENTADA

 

2014 Martes 10 de tiempo ordinario

1Reyes 17, 7-16



REFLEXIÓN

 La llamó y le dijo: "Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba."

El episodio de la samaritana en el evangelio de Juan, guarda semejanzas con esta narración. Allá se trata de una mujer con diferentes maridos que se suceden pero no son suyos.

En ambos relatos se plasma un protagonismo de la mujer en el plan de Dios, pero la mujer en situación de vulnerabilidad social, económica y en dignidad.

Personas elegidas como colaboradoras de los hombres de Dios que pasan por sus vidas, a lo que acceden con generosidad desproporcionada a la exclusión que sufren, en la sociedad patriarcal.

La exclusión de la mujer en el siglo XXI no ha desaparecido, aun con las manifestaciones de independencia que muchas de ellas muestran.

Lo interesante en la elección del signo por parte de la Palabra es la función de la vulnerabilidad en el proceso del Designio.

La cruz como prueba se va reflejando en diferentes modalidades de sufrimiento que son clave en la historia de la salvación para la recuperación de la dignidad de hijos de Dios.

Porque el sufrimiento asumido con fe acrisola la resistencia e impele a mejores conquistas de libertad.

Respondió Elías: "No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después.

Posterga para mí tu deseo de comer y morir, junto con tu hijo.

La observación que hace Jesús en el evangelio muestra su respeto y admiración por la viejita que donaba de lo que le hacía falta para vivir.

Generosidad con el reino de la vida, que no quedará sin reconocimiento.

Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías

Entregarse generosamente al reino, como nos enseñan tantas mujeres aún en la actualidad, fundamenta la confianza en la providencia inagotable del Señor.

Salmo responsorial: 4



REFLEXIÓN

¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor

Un clamor que puede ser apropiado por tantas mujeres de diversas culturas en la actualidad.

Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría / que si abundara en trigo y en vino.

El gozo de la salvación: de entender el derrotero de la historia. Porque saber dónde vamos y de qué va esto, hace la diferencia en el caminar por la vida.

Mateo 5, 13-16



REFLEXIÓN

Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?

Por nuestra fe somos sal para la tierra-mundo-cosmos-culturas-pueblos-sociedades.

Por la fe aportamos una credibilidad: la del Padre, que sí cumple en Jesús de Nazareth. Y nuestra credibilidad no es por imagen, sino por verdad.

Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa

Se trata de una fe visibilizada, no privada ni privativa. Una fe transmisible, no aislada ni refundida. Una fe que se deje sentir, y produzca hasta encandile por su luminosidad.

Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras

Es el objetivo definitivo y final: que se vean las buenas obras. Ellas han de convencer a la corta o a la larga. Porque en el intermedio pueden ser sometidas, por la mentalidad de la sospecha, a escrutinio tenaz.

La fe-luz debe ser lo suficientemente potente para resistir el intento de las tinieblas de oscurecer las buenas obras.

En la comunión de los santos se da una sociedad nueva construída por la colaboración con la buena obra.

En ella destacan muchas mujeres en quienes no falló su intuición para restituir su dignidad de hijas de Dios haciendo bien.

Y hacer bien no es fácil, es muy sencillo tergiversarlo, pensar mal de su intención y motivación, sobre todo en nuestra paranoica cultura de la sospecha.

Hacer el bien por amor al reino llega hasta el extremo de hacer frente a la tentación de la duda sobre la bondad del propio acto, para lo cual hay que luchar contra el naufragio de la propia obra buena, al verse uno contaminado por los motivaciones egoístas, conscientes e inconscientes.

El enemigo busca desalentarnos a seguir adelante en la obra buena. Esta es la finalidad.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1534133718977331200?s=20&t=rjTM2N8IyZK9pbOJfaJ8aw

BEATO CARLO


 

De la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los Romanos
(Cap. 6, 1--9, 3: Funk 1, 219-223)
 
MI AMOR ESTA CRUCIFICADO

 

De nada me servirán los placeres terrenales ni los reinos de este mundo. Prefiero morir en Cristo Jesús que reinar en los confines de la tierra. Todo mi deseo y mi voluntad están puestos en aquel que por nosotros murió y resucitó. Se acerca ya el momento de mi nacimiento a la vida nueva. Por favor, hermanos, no me privéis de esta vida, no queráis que muera; si lo que yo anhelo es pertenecer a Dios, no me entreguéis al mundo ni me seduzcáis con las cosas materiales; dejad que pueda contemplar la luz pura; entonces seré hombre en pleno sentido. Permitid que imite la pasión de mi Dios. El que tenga a Dios en sí entenderá lo que quiero decir y se compadecerá de mí, sabiendo cuál es el deseo que me apremia. El príncipe de este mundo me quiere arrebatar y pretende arruinar mi deseo que tiende hacia Dios. Que nadie de vosotros, los aquí presentes, lo ayude; poneos más bien de mi parte, esto es, de parte de Dios. No queráis a un mismo tiempo tener a Jesucristo en la boca y los deseos mundanos en el corazón. Que no habite la envidia entre vosotros. Ni me hagáis caso si, cuando esté aquí, os suplicare en sentido contrario; haced más bien caso de lo que ahora os escribo. Porque os escribo en vida, pero deseando morir. Mi amor está crucificado y ya no queda en mí el fuego de los deseos terrenos; únicamente siento en mi interior la voz de una agua viva que me habla y me dice: «Ven al Padre.» No encuentro ya deleite en el alimento material ni en los placeres de este mundo. Lo que deseo es el pan de Dios, que es la carne de Jesucristo, de la descendencia de David, y la bebida de su sangre, que es la caridad incorruptible.

 

No quiero ya vivir más la vida terrena. Y este deseo será realidad si vosotros lo queréis. Os pido que lo queráis, y así vosotros hallaréis también benevolencia. En dos palabras resumo mi súplica: hacedme caso. Jesucristo os hará ver que digo la verdad, él, que es la boca que no engaña, por la que el Padre ha hablado verdaderamente. Rogad por mí, para que llegue a la meta. Os he escrito no con criterios humanos, sino conforme a la mente de Dios. Si sufro el martirio, es señal de que me queréis bien; de lo contrario, es que me habéis aborrecido.

 

Acordaos en vuestras oraciones de la Iglesia de Siria, que, privada ahora de mí, no tiene otro pastor que el mismo Dios. Sólo Jesucristo y vuestro amor harán para con ella el oficio de obispo. Yo me avergüenzo de pertenecer al número de los obispos; no soy digno de ello, ya que soy el último de todos y un abortivo. Sin embargo, llegaré a ser algo, si llego a la posesión de Dios, por su misericordia.

 

Os saluda mi espíritu y la caridad de las Iglesias que me han acogido en el nombre de Jesucristo, y no como a un transeúnte. En efecto, incluso las Iglesias que no entraban en mi itinerario corporal acudían a mí en cada una de las ciudades por las que pasaba.