jueves, 18 de agosto de 2022

BEATO CARLO


 
Del Tratado de Balduino de Cantorbery, obispo, Sobre la salutación angélica
(Tratado 7: PL 204, 477-478)

 

DE LA RAÍZ DE JESÉ BROTARÁ UN VÁSTAGO

 

A la salutación angélica, con la que diariamente saludamos, con la devoción que nos es posible, a la santísima Virgen, acostumbramos a añadir: Y bendito es el fruto de tu vientre. Esta cláusula la añadió santa Isabel, después que la Virgen la hubo saludado, repitiendo las últimas palabras de la salutación angélica: Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. Este es el fruto del que dice Isaías: Aquel día el vástago del Señor será joya y gloria, fruto del país, honor y ornamento. Este fruto no es otro que el Santo de Israel, el cual es al mismo tiempo semilla de Abraham, vástago del Señor y flor que sube de la raíz de Jesé, fruto de vida del que hemos participado.

 

Bendito, ciertamente, en la semilla y bendito en el vástago, bendito en la flor, bendito en el don, bendito, finalmente, en la acción de gracias y en la confesión. Cristo fue semilla de Abraham y de David, según la carne.

 

Él fue el único entre todos los hombres que se vio colmado de toda bondad, ya que se le dio el Espíritu sin medida, de modo que sólo él pudo cumplir toda justicia. Su justicia, en efecto, bastó para todos los pueblos, según está escrito: Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos, ante todos los pueblos. Éste es el brote de justicia, adornado, para mayor abundancia, con la flor de la gloria. ¿Y qué gloria? La mayor que podamos imaginar o, mejor dicho, mayor que la que podamos imaginar. Un vástago, en efecto, subirá de la raíz de Jesé. ¿Hasta dónde? Hasta lo más alto, ya que Jesucristo está en la gloria de Dios Padre. Su majestad ha sido exaltada sobre los cielos, para que el vástago del Señor sea joya y gloria, y el fruto del país honor y ornamento.

 

¿Y cuál es el fruto que nosotros sacamos de este fruto? De este fruto bendito recibimos el fruto de bendición. De esta semilla, de este vástago, de esta flor, proviene el fruto de bendición que llega hasta nosotros; primeramente como semilla, por la gracia del perdón, después como brote, por el aumento de nuestra justicia, finalmente como flor, por la esperanza o la consecución de la gloria. Bendito, en efecto, por Dios y en Dios, esto es, para que Dios sea glorificado en él; bendito también para nosotros, para que benditos por él seamos glorificados en él, ya que, por la promesa hecha a Abraham, Dios le dio la bendición de todos los pueblos

EJERCICIOS ESPIRITUALES

 

[42] DE LA OBRA.

Tomando por obiecto los diez mandamientos y los preceptos de la Iglesia y comendaciones de los superiores, todo lo que se pone en obra contra alguna destas tres partes, según mayor o menor calidad, es mayor o menor pecado. Entiendo comendaciones de superiores, así como bullas de cruzadas y otras indulgencias, como por paces, confessando y tomando el sanctíssimo sacramento; porque no poco se peca entonces, en ser causa o en hacer contra tan pías exortaciones y comendaciones de nuestros mayores.

REFLEXIÓN

[42] Tres áreas importan: los mandamientos de la ley de Dios, los mandamientos de la Iglesia, y los mandatos de l@s superior@s, civiles y religios@s. La gravedad depende de la calidad de la falta o pecado. En este punto sería interesante profundizar el sentido de obediencia eclesial en Ignacio, cómo lo vivió, y como lo exhortó, tanto como peregrino, como superior religioso. Porque a la par de exigirse y exigir para los suyos una obediencia ciega, practicó la representacíón del que debía obedecer. Es decir, la instancia del recurso de reconsideración, con la intención de obedecer más o mejor, no de zafarse.

[43] MODO DE HACER EL EXAMEN GENERAL, Y CONTIENE EN SI CINCO PUNCTOS.

1º puncto. El primer puncto es dar gracias a Dios nuestro Señor por los beneficios rescibidos.

2º El 2º: pedir gracia para conoscer los pecados, y lanzallos.

º El 3º: demandar cuenta al ánima desde la hora que se levantó hasta el examen presente, de hora en hora o de tiempo en tiempo; y primero, del pensamiento; y después de la palabra y después, de la obra; por la misma horden que se dixo en el examen particular.

4º El 4º: pedir perdón a Dios nuestro Señor de las faltas.

5º El 5º: proponer enmienda con su gracia. Pater noster.

REFLEXIÓN

[43] Implica la confesión general una autocrítica diaria al final del día, antes de acostarse, aunque no sea una preparación para la confesión sacramental. Un esfuerzo de transparencia ante Dios y ante sí. Una limpieza de conciencia frecuente y sincera.

[44] CONFESSION GENERAL CON LA COMUNION.

En la general confessión, para quien voluntarie la quisiere hacer, entre otros muchos, se hallarán tres provechos para aquí.

1º El primero: dado que quien cada un año se confiesa no sea obligado de hacer confessión general, haciéndola hay mayor provecho y mérito, por el mayor dolor actual de todos pecados y malicias de toda su vida.

2º El segundo: como en los tales exercicios spirituales se conoscen más interiormente los pecados y la malicia dellos, que en el tiempo que el hombre no se daba ansí a las cosas internas, alcanzando agora más conoscimiento y dolor dellos, habrá mayor provecho y mérito que antes hubiera.

3º El tercero es consequenter que estando más bien confessado y dispuesto, se halla más apto y más aparejado para rescibir el sanctíssimo sacramento; cuya recepción no solamente ayuda para que no caya en peccado, mas aún para conservar en augmento de gracia; la qual confessión general se hará mejor inmediate después de los exercicios de la primera semana.

REFLEXIÓN

 [44] La confesión sacramental y la comunión, según nuestra práctica actual en la eucaristía, tiene el mejor sitio al finalizar la primera semana que ahora empieza. Entonces es factible, si se ha puesto la mejor disposición o actitud, que el sentido de los pecados y faltas de la propia vida, el dolor y arrepentimiento, el propósito de luchar para mejorar y la reparación posible de los daños o afectaciones, se entiendan más en su gravedad, y peso en el proceso de la vida espiritual en el que se desea aventajar.