jueves, 18 de agosto de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Jueves 20 de tiempo ordinario

Año Par

Ezequiel 36, 23-28



REFLEXIÓN

cuando les haga ver mi santidad al castigaros

Cuando el testigo se echa a perder y olvida su misión el mismo Señor viene por lo suyo: su gloria y prestigio.

Tal intervención es correctora para ajustarnos de nuevo a la misión y para el designio de salvación.

Pero nos demuestra que también sin nosotros Él es Él. Que si nos llama a colaborar no depende de nosotros sino cómo y hasta dónde llega su libertad.

Mantener la fe de generación en generación es lo propio del Espíritu. La colaboración de diferentes agentes sociales en esa misión es una elección libre del Señor. Él sabrá suplir nuestra fallas. Es una gran esperanza para el cumplimiento del designio.

os daré un corazón de carne

Aquí la carne está en función de la sensibilidad a la voz de la Palabra. Esa es la importancia de una realidad que por otro lado es corruptible y termina en polvo.

Porque en nuestro núcleo personal el Padre-madre creador ha implantado un sensor de su voz y su presencia.

Todo aparato jurídico y normativo sólo puede algo si este sensor da paso a la aceptación y docilidad.

Por eso la pastoral de la Palabra emplea las estrategias que la misma Palabra ha ido enseñando a través de generaciones: hablar al corazón para que haya reacción.

Os infundiré mi espíritu

Desde la fe en Jesús confesamos que tenemos un Espíritu residente. Los sacramentos de las iglesias y la iglesia sacramento hacen gestos y señales para dramatizar esa realidad dinámica que poseemos.

Salmo responsorial: 50



REFLEXIÓN

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; / un corazón quebrantado y humillado, / tú no lo desprecias

Aquí radica nuestro auténtico sentido de religión: en el sí que doy de corazón.

Mateo 22,1-14



REFLEXIÓN

habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo

Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.

La parábola en boca de Jesús no es un mero enigma para divertirse o quedarse pensando como ante una adivinanza, celebrando su creatividad o ingeniosidad. Es un llamado a decidirse por el Reino. Un llamado a una conversión.

Incluso es una exhortación a un trabajo que incluye un despertar de la seguridad de sentirse elegidos quizás por algún título: pertenencia a una cultura, raza, sociedad, credo.

Para desarrollar un mundo unido por lazos que broten de la propia entrega como sacrificio para la libertad y la solidaridad.

Las caricaturas pasadas o presentes del sentido del sacrificio de la cruz, como por ejemplo las desviaciones patológicas del masoquismo y el sadismo cubiertas de devoción, no deben echar a pique el sentido evangélico de sacrificio.

un rey que celebraba la boda de su hijo

El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad

Una realidad histórica sobre un reinado odiado sirve a Jesús como base para un relato que da a entender un cambio, pero no político.

salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos

Otro tipo de gente es invitada a entrar al reino y su festín.

Se plasma así el cambio que ha venido con Jesús porque los oficialmente incluídos serán excluídos para incluir a otros que estaban excluídos y ni se consideraban dignos.

"Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos""

El evangelista refleja una situación posterior a Jesús cuando comunidades cristianas estaban formadas de personas de diferente procedencia y condición.

Entonces se advierte que también aquí hay posibilidad de selección, porque haber sido llamado al reino y su festín no asegura su permanencia.

Un nuevo llamado a nuestra colaboración en el seguimiento del designio.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1560228715006726144?s=20&t=UdV2COOiX5PQnb7Wmd1CuA

BEATO CARLO


 
Del Tratado de Balduino de Cantorbery, obispo, Sobre la salutación angélica
(Tratado 7: PL 204, 477-478)

 

DE LA RAÍZ DE JESÉ BROTARÁ UN VÁSTAGO

 

A la salutación angélica, con la que diariamente saludamos, con la devoción que nos es posible, a la santísima Virgen, acostumbramos a añadir: Y bendito es el fruto de tu vientre. Esta cláusula la añadió santa Isabel, después que la Virgen la hubo saludado, repitiendo las últimas palabras de la salutación angélica: Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. Este es el fruto del que dice Isaías: Aquel día el vástago del Señor será joya y gloria, fruto del país, honor y ornamento. Este fruto no es otro que el Santo de Israel, el cual es al mismo tiempo semilla de Abraham, vástago del Señor y flor que sube de la raíz de Jesé, fruto de vida del que hemos participado.

 

Bendito, ciertamente, en la semilla y bendito en el vástago, bendito en la flor, bendito en el don, bendito, finalmente, en la acción de gracias y en la confesión. Cristo fue semilla de Abraham y de David, según la carne.

 

Él fue el único entre todos los hombres que se vio colmado de toda bondad, ya que se le dio el Espíritu sin medida, de modo que sólo él pudo cumplir toda justicia. Su justicia, en efecto, bastó para todos los pueblos, según está escrito: Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos, ante todos los pueblos. Éste es el brote de justicia, adornado, para mayor abundancia, con la flor de la gloria. ¿Y qué gloria? La mayor que podamos imaginar o, mejor dicho, mayor que la que podamos imaginar. Un vástago, en efecto, subirá de la raíz de Jesé. ¿Hasta dónde? Hasta lo más alto, ya que Jesucristo está en la gloria de Dios Padre. Su majestad ha sido exaltada sobre los cielos, para que el vástago del Señor sea joya y gloria, y el fruto del país honor y ornamento.

 

¿Y cuál es el fruto que nosotros sacamos de este fruto? De este fruto bendito recibimos el fruto de bendición. De esta semilla, de este vástago, de esta flor, proviene el fruto de bendición que llega hasta nosotros; primeramente como semilla, por la gracia del perdón, después como brote, por el aumento de nuestra justicia, finalmente como flor, por la esperanza o la consecución de la gloria. Bendito, en efecto, por Dios y en Dios, esto es, para que Dios sea glorificado en él; bendito también para nosotros, para que benditos por él seamos glorificados en él, ya que, por la promesa hecha a Abraham, Dios le dio la bendición de todos los pueblos