Martes, XXIII semana
San Bernardo Sermón 5 sobre diversas materias 1-4
Leemos en el Evangelio que en cierta ocasión,
al predicar el Salvador y al exhortar a sus discípulos a participar de su
pasión comiendo sacramentalmente su carne, hubo quienes dijeron: Este modo de
hablar es duro. Y dejaron ya de ir con él. Preguntados los demás discípulos si
también ellos querían marcharse, respondieron: Señor, ¿a quién vamos a acudir?
Tú tienes palabras de vida eterna. Lo mismo os digo yo, queridos hermanos.
Hasta ahora para algunos es evidente que las palabras que dice Cristo son
espíritu y son vida, y por eso lo siguen. A otros, en cambio, les parecen
inaceptables y tratan de buscar al margen de él un mezquino consuelo. Está
llamando la sabiduría por las plazas, en el espacioso camino que lleva a la
perdición, para apartar de él a los que por él caminan. Finalmente, dice:
Durante cuarenta años aquella generación me asqueó, y dije: «Es un pueblo de
corazón extraviado». Y en otro salmo se lee: Dios ha hablado una vez. Es
cierto: una sola vez.
REFLEXIÓN
Se pueden multiplicar los
avisos de alerta y vigilancia, sobre las voces que se escuchan, distorsionando
el común, sencillo, apegado y humilde sentir de la voz del corazón que escuchó
a Jesús de Nazareth. Nunca serán suficientes, porque la sedición se renueva
como las generaciones, que dicen que ahora rebrotan cada cinco años. Y la
verdad sea dicha, que la maravilla de la tecnología y tecnocracia, nos hace
sentir que van creciendo en inteligencia, cada vez más superior, para dominar y
alegar de lo que en paz y serenidad de Espíritu se guardaba. Sigamos en lo que
escuchamos y arrancó el mayor compromiso que haya dado sentido a nuestra
existencia, que lo demás se dará por añadidura.