viernes, 3 de marzo de 2023

BEATO CARLO


Padre -dice-, perdónalos. ¿Puede haber una oración que exprese mayor mansedumbre y amor?

 Del Espejo de caridad, del beato Elredo, abad
(Libro 3, cap. 5: PL 195, 582)
 
EL AMOR FRATERNO, A IMITACIÓN DE CRISTO

 

La perfección de la caridad consiste en el amor a los enemigos. A ello nada nos anima tanto como la consideración de aquella admirable paciencia con que el más bello de los hombres ofreció su rostro, lleno de hermosura, a los salivazos de los malvados; sus ojos, cuya mirada gobierna el universo, al velo con que se los taparon los inicuos; su espalda a los azotes; su cabeza, venerada por los principados y potestades, a la crueldad de las espinas; toda su persona a los oprobios e injurias; aquella admirable paciencia, finalmente, con que soportó la cruz, los clavos, la lanzada, la hiel y el vinagre, todo ello con dulzura, con mansedumbre, con serenidad. En resumen, como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca.

 ¿Quién, al oír aquellas palabras, llenas de dulzura, de amor, de inmutable serenidad: Padre, perdónalos, no se decide al momento a amar de corazón a sus enemigos? Padre -dice-, perdónalos. ¿Puede haber una oración que exprese mayor mansedumbre y amor?

 Hizo más aún: le pareció poco orar; quiso también excusar. «Padre -dijo-, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Su pecado ciertamente es muy grande, pero su conocimiento de causa muy pequeño; por eso, Padre, perdónalos. Me crucifican, es verdad, pero no saben a quién crucifican, porque, si lo hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria; por eso, Padre, perdónalos. Ellos me creen un transgresor de la ley, un usurpador de la divinidad, un seductor del pueblo. Les he ocultado mi faz, no han conocido mi majestad; por eso, Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»

 Por tanto, que el amor del hombre a sí mismo no se deje corromper por las apetencias de la carne. Para no sucumbir a ellas, que tienda con todo su afecto a la mansedumbre de la carne del Señor. Más aún, para que repose de un modo más perfecto y suave en el gozo del amor fraterno, que estreche también a sus enemigos con los brazos de un amor verdadero.

 Y, para que este fuego divino no se enfríe por el impacto de las injurias, que mire siempre, con los ojos de su espíritu, la serena paciencia de su amado Señor y Salvador.


jueves, 2 de marzo de 2023

PALABRA COMENTADA

 

Jueves 1 de Cuaresma

Ester 14,1.3-5.12-14



REFLEXIÓN

temiendo el peligro inminente, acudió al Señor

El temor está de vuelta. Hace poco parecía un dogma la declaración, sobretodo sicológica sobre el temor, remordimiento y culpa. Eran signos inequívocos de trastorno e inmadurez. El imaginario sicoanalítico lo ponderaba como un estorbo para el crecimiento.

No sabemos si este tipo de influencias en la transmisión divulgada hayan hecho el efecto dañino de minusvalorar las personas y aumentar el trastorno sicótico, porque hoy parece que la vida humana en ciertas regiones no vale mucho, y segarlas no produce ni hipo.

Sin embargo se vuelve a apreciar que una dosis de remordimiento y culpa, de temor, ayuda a la prudencia, y en caso de falta, a la satisfacción del daño.

En las reglas para discernir espíritus de los ejercicios de San Ignacio de Loyola el temor y la culpa tienen valencias diferentes según su origen: buen y mal espíritu. Y según el contexto: de mal en peor bajando, o de bien en mejor subiendo. Bajando la ancha vía de la perdición, y subiendo la estrecha senda de la salvación. Imágenes clásicas para referirse al estilo de vida en el que sobretodo priman los intereses egoístas o al que invierte esfuerzos constantes en superar ese egoísmo.

Por lo tanto lo mejor es enfrentar el temor en el contexto de la misericordia del Padre, y orar por la sabiduría que nos da su Espíritu para conocer el signo y la solución al mismo.

Desde mi infancia oí, en el seno de mi familia, cómo tú, Señor, escogiste a Israel entre las naciones, a nuestros padres entre todos sus antepasados, para ser tu heredad perpetua; y les cumpliste lo que habías prometido

El judaísmo creyente aseguraba y mantiene todavía una tradición sobre la maravilla de un Dios que que ha liberado y se mantiene dispuesto a seguir liberando.

Es una plataforma que sostiene un sentido de vida, una cierta felicidad espiritual, que nos ofrece un resguardo y consuelo en el malestar existencial ocasionado por los problemas.

Es cierto que otros no parecen necesitar ni echar de menos de tal tradición y sentido de fe.

Pero los que lo tenemos podemos gozarnos de un activo que es favorable, positivo y constructivo.

Salmo responsorial: 137



REFLEXIÓN

Te doy gracias, Señor, de todo corazón

Solo una convicción de fe basada en tal tradición tanto para judíos como para cristianos, hace posible entender que infantes puedan recibir algún sacramento, cuando no pueden aún discernir.

Lo contrario, si se elige, es como poner en paréntesis y suspenso la fe de vida corriente que empeñan sus padres en todo lo que hacen por la familia. De esa fe beben sin sentir esos infantes.

Daré gracias a tu nombre, / por tu misericordia y tu lealtad; / cuando te invoqué, me escuchaste, / acreciste el valor en mi alma

La bendición de mano del Señor nos provee de fortaleza y paciencia, entre otras cosas, para soportarnos en nuestra debilidad e inseguridad.

Mateo 7,7-12



REFLEXIÓN

quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre

En Jesús se nos fortalece esa tradición de la que brotará la confianza para orar y la esperanza para recibir.

Porque él vivió desde su infancia, un estilo de vida de fe que lo alentó posteriormente, a profundizar la relación con el Señor a quien llamó papito y en quien confió, hasta su trágico final.

Como el viento que empuja las velas de un navío, e incluso es factor determinante en una nave aérea moderna, facilitando o ralentando, así es el Espíritu que viene del Señor, dando paz y seguridad y paciencia en su designio.

si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos

Porque sólo el Padre es bueno y ni Jesús acepta ese apelativo. Así el contraste es mayor, ya que si somos imperfectos e incongruentes en alguna medida, pero cuando se trata de hijos y allegados accedemos a sus peticiones, cuanto más el Padre que no tiene sombra que opaque la bondad

dará cosas buenas a los que le piden

A quien lo pida aunque no sea bueno. En otra versión dará su Espíritu.

Porque es su Espíritu en su accionar en nosotros, quien nos ayuda a ver la acción del Padre en nuestras vidas como buena, y a satisfacer nuestro anhelo más profundo.

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