lunes, 17 de abril de 2023

PALABRA COMENTADA

  

Lunes 2 de Pascua

Hechos 4,23-31



REFLEXIÓN

¿Por qué se amotinan las naciones, y los pueblos planean un fracaso? Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Mesías."

Hoy nos podemos hacer una pregunta parecida: por qué tanto amotinamiento? Será que de verdad toda autoridad es sinónimo de indignidad y hay que hacerlo saber y sentir?

Este celo por la transparencia y rectitud será también por el cumplimiento del propio deber?

Parece más sencillo y fácil denostar que cumplir. La doble moral y la hipocresía han adquirido patente de corso.

"da a tus siervos valentía para anunciar tu palabra; mientras tu brazo realiza curaciones, signos y prodigios, por el nombre de tu santo siervo Jesús"

Testimonio y misión, misión y testimonio: dupla inextricable, con necesidad ambas para credibilidad, transparencia y coherencia.

Una competencia espiritual y pascual por la que en este periodo litúrgico de pascua, hemos de orar y solicitar con sinceridad.

Que podamos, que seamos testigos misioneros, misioneros testigos.

En algunas partes este servicio vocacional y de fe está amenazado (desafiado, contrastado) por otros credos, otras ideologías, otros prejuicios.

Entre nosotros la amenaza viene de nuestra propia indiferencia y falta de compromiso, así como de la división entre creyentes.

El ministerio de la palabra que porta salvación, en su eficacia, sigue siendo un misterio de la misericordia del Padre en contínua misión del Hijo, con la intervención del Espíritu.

Salmo responsorial: 2

REFLEXIÓN

y los pueblos planean un fracaso?

Una pregunta para hacerla ante la coyuntura del escándalo y subsiguiente crisis de la Iglesia Católica Romana, por los curas y obispos pedófilos. La realidad es muy triste, pero el festinamiento es más y así surge la pregunta sobre: por qué esa felicidad por el fracaso de una organización religiosa que cuenta con tanta buena obra en su historial?

"Rompamos sus coyundas, / sacudamos su yugo"

Se ha configurado un quiebre hermenéutico a partir de los padres de la sospecha del siglo XIX: Freud, Marx, Nietzche. Y hemos concluído en que la única autoridad que se reconoce para interpretar soy yo mismo. O un colectivo santificado.

Y si nos abstenemos de manifestarlo abiertamente y dar la vida por ello es por razones pragmáticas: necesito por ahora la autoridad de otro para sobrevivir, pero no cuenta con mi obediencia de corazón.

Porque señalar una verdad que limita libertades y libertinajes se siente como tiranía para muchos.

Pero el quiebre hermenéutico original se dio en la Pascua de Jesús con su resurrección, que reconstruyó el paradigma de toda interpretación: alégrense, no tengan miedo…

Juan 3,1-8





REFLEXIÓN

Éste fue a ver a Jesús de noche

Era cobarde y tenía mucho que perder. No podía arriesgarse a que lo vieran con alguien que estaba bajo sospecha, y lo involucraran. Pero no obstante estaba inquieto, y aunque fuera modestamente, buscaba una verdad diferente a la oficial.

el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios.

Jesús no tiene contemplaciones con esos remilgos de buena gente. Le da duro y de frente.

Jesús vive lo que dice: nació de nuevo en el Reino. Él también tuvo un proceso de conversión al Padre. No del pecado, pero si de un menor a un mayor convencimiento y compromiso.

Jesús dejó una vida de cotidianidad silenciosa junto a su familia para deambular en servicio del reino.

Por eso tiene autoridad para hablar.

Hay que nacer a cierto enfoque, mentalidad, interpretación, estructura de fe para entender los signos que permiten acceder al Reino.

Es un trabajo que ofrece gratuitamente el amor de Dios, pero en el que se requiere la generosa colaboración nuestra, para despojarnos de lo antiguo, y abrinos.

Una suerte de muerte para resucitar.

¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?

En el proceso de conversión a un compromiso mayor se levantan miedos como molinos de viento. Y no hay edad cronológica que lo impida.

el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios

Difícil no entender aquí una alusión al verdadero bautismo de Jesús, cuando Juan ubica ese bautismo en distinción al del Bautista que era solo agua.

Se asumió un gesto y rito que ya había practicado Juan Bautista. Pero con un Espíritu nuevo, que procede del Jesús glorificado en cruz.

lo que nace del Espíritu es espíritu

Cuando se trata de mociones del Espíritu ciertas objeciones y dificultades no tienen sentido porque el Espíritu las allana.

el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu

El neonato en Espíritu pasa a un estilo de existencia de libertad en el Espíritu, sujeto a la gracia amorosa del Señor, orientado a un derrotero de apertura y flexibilidad.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1647928007045132289?s=20

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Hechos 4,23-31

La raíz de toda oración cristiana se encuentra el judaísmo, y sus nexos con el Antiguo Primer Testamento oxigenan la misma, apoyando la lectura de los eventos a la luz de la escrituras, e impulsando la visión de la propia coyuntura, para encontrar el avivamento de los signos de la Presencia del Innombrable, que permita retomar la docilidad sin perder la creatividad.

Salmo responsorial: 2

Tres planos se cruzan: el pensamiento secular que desarrolla estrategias para hacer fracasar el pueblo de Dios y su ungido, en su misión se liberación y salvación. La perspectiva desde Dios, quien es el origen de la misión de salvación, que mantiene su designio a través de los tiempos, a pesar de las estrategias contrarias.

La presencia histórica del ungido Jesús, siervo perdurable, en quien se concentra el liderazgo de la misión de Dios en medio de su pueblo de salvación.

Juan 3,1-8

Se nos alienta desde la Pascua de Jesús y la nuestra, a abrirnos al mensaje desde el inicio histórico de Jesús en su anunciación: no hay imposible para el Espíritu de Dios. Ni la vejez puede impedir nacer de nuevo. El hombre nuevo es posible, y no hay determismos a pesar de su apariencia de enfermedad terminal.

BEATO CARLO


 
De una Homilía pascual de un autor antiguo
(PG 59, 723-724)
 
LA PASCUA ESPIRITUAL

 

La Pascua que hemos celebrado es el origen de la salvación de todos, comenzando por el primer hombre, que continúa viviendo en sus descendientes.

 Primero fue establecida toda aquella serie de instituciones antiguas, limitadas a un tiempo, como tipo e imagen de las cosas eternas, para anunciar de un modo velado la realidad que ahora sale a plena luz; pero, al hacerse presente esta realidad, lo que era tipo e imagen no tiene ya vigencia; cuando llega el rey, nadie lo deja de lado para seguir venerando su imagen.

Queda, pues, muy claro en qué alto grado la realidad excede a la figura, ya que ésta celebraba la momentánea preservación de la muerte de los primogénitos israelitas, pero la realidad celebra la vida perpetua de todos los hombres.

 No es gran cosa verse libre de la muerte por breve tiempo si se ha de morir poco después, pero sí lo es verse libre de la muerte de un modo definitivo; y esto es lo que nos ha sucedido a nosotros, ya que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.

 Ya el mismo nombre de la fiesta encierra en sí una gran excelencia, si comprendemos lo que realmente significa. La palabra Pascua, en efecto, significa «paso», refiriéndose al hecho de que el ángel exterminador que mataba a los primogénitos pasó de largo ante las casas de los hebreos. Verdaderamente el ángel exterminador ha pasado de largo ante nosotros, dejándonos intactos y resucitados por Cristo para la vida eterna.

 ¿Qué significa, si buscamos su sentido verdadero, el hecho de que aquel tiempo en que se celebraba la Pascua y la salvación de los primogénitos fuera establecido como el inicio del año? Que también para nosotros el sacrificio de la Pascua verdadera es el inicio de la vida eterna.

 El año, en efecto, es como un símbolo de la eternidad, ya que, una vez terminado su curso, vuelve siempre a recomenzar su ciclo. Y Cristo, el padre sempiterno, se ha ofrecido por nosotros en sacrificio y, considerando como si nuestra vida anterior no hubiera pasado en el tiempo, nos da el principio de una segunda vida, mediante el baño de regeneración, imagen de su muerte y resurrección.

 Y, así, todo el que reconoce que la Pascua ha sido inmolada para él, tenga como principio de vida la inmolación de Cristo en su favor. Cada uno de nosotros nos apropiamos esta Inmolación cuando reconocemos el don y entendemos que este sacrificio es el origen de nuestra vida. El que ha llegado a este conocimiento que se esfuerce en recibir este principio de vida nueva y que no retorne ya más a la vida anterior, cuyo fin se aproxima.

 Pues, una vez que hemos muerto al pecado -dice el Apóstol-, ¿cómo continuar viviendo en él?