jueves, 29 de junio de 2023

DOCTORES DE LA IGLESIA


 
De los Sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 295, 1-2. 4. 7-8: PL 38, 1348-1352)


ESTOS MÁRTIRES, EN SU PREDICACIÓN, DABAN TESTIMONIO DE LO QUE HABÍAN VISTO

El día de hoy es para nosotros sagrado, porque en él celebramos el martirio de los santos apóstoles Pedro y Pablo. No nos referimos, ciertamente, a unos mártires desconocidos. A toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Estos mártires, en su predicación, daban testimonio de lo que habían visto y, con un desinterés absoluto, dieron a conocer la verdad hasta morir por ella.

San Pedro, el primero de los apóstoles, que amaba ardientemente a Cristo, y que llegó a oír de él estas palabras: Y yo te digo que tú eres Pedro. Él había dicho antes: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Y Cristo le replicó: «Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Sobre esta piedra edificaré esta misma fe que profesas. Sobre esta afirmación que tú has hecho: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia. Porque tú eres Pedro.» «Pedro» es una palabra que se deriva de «piedra», y no al revés. «Pedro» viene de «piedra», del mismo modo que «cristiano» viene de «Cristo».

El Señor Jesús, antes de su pasión, como sabéis, eligió a sus discípulos, a los que dio el nombre de apóstoles. Entre ellos, Pedro fue el único que representó la totalidad de la Iglesia casi en todas partes. Por ello, en cuanto que él solo representaba en su persona a la totalidad de la Iglesia, pudo escuchar estas palabras: Yo te daré las llaves del reino de los cielos. Porque estas llaves las recibió no un hombre único, sino la Iglesia única. De ahí la excelencia de la persona de Pedro, en cuanto que él representaba la universalidad y la unidad de la Iglesia, cuando se le dijo: Yo te entrego, tratándose de algo que ha sido entregado a todos. Pues, para que sepáis que la Iglesia ha recibido las llaves del reino de los cielos, escuchad lo que el Señor dice en otro lugar a todos sus apóstoles: Recibid el Espíritu Santo. Y a continuación: Quedan perdonados los pecados a quienes los perdonéis; quedan retenidos a quienes los retengáis.

En este mismo sentido, el Señor, después de su resurrección, encomendó también a Pedro sus ovejas para que las apacentara. No es que él fuera el único de los discípulos que tuviera el encargo de apacentar las ovejas del Señor; es que Cristo, por el hecho de referirse a uno solo, quiso significar con ello la unidad de la Iglesia; y, si se dirige a Pedro con preferencia a los demás, es porque Pedro es el primero entre los apóstoles.

No te entristezcas, apóstol; responde una vez, responde dos, responde tres. Venza por tres veces tu profesión de amor, ya que por tres veces el temor venció tu presunción. Tres veces ha de ser desatado lo que por tres veces habías ligado. Desata por el amor lo que habías ligado por el temor.

A pesar de su debilidad, por primera, por segunda y por tercera vez encomendó el Señor sus ovejas a Pedro.

En un solo día celebramos el martirio de los dos apóstoles. Es que ambos eran en realidad una sola cosa, aunque fueran martirizados en días diversos. Primero lo fue Pedro, luego Pablo. Celebramos la fiesta del día de hoy, sagrado para nosotros, por la sangre de los apóstoles. Procuremos imitar su fe, su vida, sus trabajos, sus sufrimientos, su testimonio y su doctrina.

miércoles, 28 de junio de 2023

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 12 de tiempo ordinario

Año Impar

Génesis 15,1-12.17-18



REFLEXIÓN

Abrán creyó al Señor, y se le contó en su haber

un terror intenso y oscuro cayó sobre él

el Señor hizo alianza con Abrán

Estas palabras recogen una experiencia del Señor, su vivencia como fe, como terror, como alianza. Parece una experiencia paradójica, porque coexisten aspectos gratificantes y negativos, como si la realidad que los origina superara los límites y umbrales de nuestro conocimiento.

Sufrimiento en la vivencia del Señor es como un desafío a lo que suele ser la experiencia humana de alegría o tristeza. Es como invitación a una apertura a lo inexpresable o inefable. Es como la purificación de quien no es apto del todo para estar con El.

El ser humano, hombres y mujeres nacen con una actitud de fe. Es el don de Dios a Abraham, ratificado en Jesús de Nazareth.

Una fe que inicia en la confianza del amor que le rodea, con excepciones, desde el nacimiento de parte de sus figuras parentales.

Es el núcleo del capital humano. Su haber, su energía para gastar en proyectos y construcciones, que le llevarán toda la vida a través de muchas contingencias.

Y con esta fe en alianza con la Promesa se irá dando la esperanza de llegar a la comunión del amor Increado, a la comunidad perfecta del Padre, Hijo y Espíritu.

Salmo responsorial: 104



REFLEXIÓN

Dad gracias al Señor

La alianza con el Señor mediante su palabra nos invita a mantenernos en la fe de su amor más allá de las contrariedades, conflictos, sufrimientos. Sin cruz de lucha no conocemos al Señor.

Mateo 7,15-20



REFLEXIÓN

"Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis".

En nuestro discernimiento cotidiano de hechos y personas debemos contar con criterios como el que nos ofrece esta Palabra evangélica. Mirar la calidad de frutos de un individuo u obra nos puede anticipar la calidad de persona que es.

Pero atravesamos una época compleja de enorme confusión de buenos y malos frutos, simultáneamente en el mismo sembrado.

Hemos de echar mano de otro criterio evangélico que nos dice no arrancar la mala hierba, para no arrancar también el fruto.

No podemos precipitarnos en juzgar, sino madurar en sabiduría, para que la Palabra muestre el superávit o el déficit de la buena voluntad del corazón.

Alguien que sabe de agricultura o mínimamente de plantas, ve que si una fruta es buena, el árbol o planta es bueno.

Entonces: ese árbol será bueno? Es el problema de la justificación, que sólo se resuelve en la misericordia del Señor, confiando en su justo juicio.

También el panorama puede hacerse complejo, en intrincado trenzado de lo bueno y lo malo: árboles que dan algunos frutos buenos, pero no todos.

Tal complejidad requiere una discernimiento espiritual que pondere y sopese el verdadero bien, el más urgente, el más universal, el más generoso y solidario.

Y una voluntaria purificación de todo apego y egoísmos detectado como injustificado y dañino para sí y para otros.

Por eso las escuelas clásicas de espiritualidad encomiaban el sacrificio asceta, para mantener una tendencia a la prontitud en tal purificación purgativa.

Con la mentalidad actual hedonista, que mira el sufrimiento como el mal por definición, se ha echado a pique la estrategia de alerta para detectar nuestra injusticia y proceder e extirparla.

Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos

Una relación fuera de ley de Dios, puede dar pie a buenas acciones. Pero también colateralmente a injusticias y sufrimiento a otros. Puede ser escándalo para la fe y el amor. Puede producir víctimas.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1674026270571606017?s=20

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Génesis 15,1-12.17-18

Una alianza con Abraham en la prehistoria de Israel, fundamenta su sentido de elección y la promesa de bienestar en la tierra prometida. Esta alianza revivida en Jesús, fundamenta la novedad de una vida que no termina, en un reino de bienaventuranzas aquí y para siempre. La alianza de Abraham, tiene algun precedente o referente en pueblos antiguos, como la maldición para el que viole: ser descuartizado.

Salmo responsorial: 104

Un vestigio histórico de la Alianza primera y su novedad en Jesús es la sucesión generacional hasta nuestros días que hace memoria y la celebra, manteniendo la llama viva de la elección y su promesa para la eternidad. Es la tabla a la que el náufrago de nuestra época de creciente agnosticismo se puede asir.

Mateo 7,15-20

El dicho profético en el pasado pudo ser probado como auténtico si ser realizaba. Era el criterio de autenticidad, entretanto podría pasar por una anticipación con valor variado según el índice de escepticismo o credulidad. Cosa no ajena a nuestros tiempos de opinión pública con pretensiones de verdad absoluta, que oscila entre la desconfianza, el fanatismo y el pragmatismo. Pero para la nueva comunidad de los de Jesús, el fruto calificaba el árbol, quizá fundamentados en los dichos parabólicos del Señor, que mando talar una higuera.