domingo, 5 de noviembre de 2023

PALABRA COMENTADA

 

31º domingo de tiempo ordinario

Malaquías 1,14b-2,2b.8-10

REFLEXIÓN

¿No tenemos todos un solo padre? ¿No nos creó el mismo Señor? ¿Por qué, pues, el hombre despoja a su prójimo, profanando la alianza de nuestros padres?"

En general vemos que la corrupción vista como un tomar ventaja de cualquier oportunidad, incluso cuando es a favor de los pobres, se sigue dando por cualquier parte. Hacerse el pobre y entrar en la repartición de algo que se hace en nombre de ellos ha sido la conducta de algunos avivatos que lucran con su astucia para el engaño.

Es como una provocación a la generosidad del amor solidario, para que se contraiga y deshaga. Parece una táctica maligna, para que el Reino no crezca.

Salmo responsorial: 130

REFLEXIÓN

acallo y modero mis deseos, / como un niño en brazos de su madre.

Tener ambiciones es parte del embrujo de la vida, que mueve nuestras energías. La ambición es más bien como una actitud de inconformidad que tiende a acumular cada vez más en provecho propio exclusivamente.

Moderarlos es una resultante de la correlación entre la fe en el Señor y el amor al prójimo, para no sacar ventaja de ellos, ni enseñorearse sobre los bienes como si fuéramos los dueños.

O lograr su amor a cualquier costa, como asumiendo que le servimos, cuando en realidad nos buscamos.

1Tesalonicenses 2,7b-9.13

REFLEXIÓN

porque os habíais ganado nuestro amor

Un apóstol también se involucra en sus afectos personales cuando sirve a la Palabra de Dios, porque es una fuerza que favorece la entrega a ese servicio.

proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios

Más bien el celo de Pablo, me hace ver lo que sí es por el evangelio, comparado con lo que está mezclado de intenciones impuras.

la acogisteis no como palabra de hombre, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios, que permanece operante en vosotros los creyentes

Este es el consuelo que sólo tú nos puedes dar: que en la mezcla de lo aportado, no importa su basura vanidad incluída, tú hagas germinar tu palabra entregada por mí.

Mateo 23,1-12

REFLEXIÓN

haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen.

Saber discernir el mensaje del mensajero es un don del Señor, hasta una experiencia de él mismo, por la cual no lo confundimos con cualquiera. Se entra por algo aceptable: la reprobación de malas costumbres, pero se puede terminar desacreditando sus exhortaciones.

pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar

Es chocante empero la incongruencia entre el exigir y no cumplir, por parte del que exige. Y toda posición de poder de algún tipo es vulnerable a la incongruencia.

Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros

Nuestras sociedades por más laicas o religiosas que sean no se escapan del consumismo de protagonismo, que aparece por doquier. Constantemente y bajo muchas formas hemos de presumir de nuestra importancia para que nos tengan en cuenta y nos respeten. Los signos de estatus son parte de ello. Y esta corriente contamina a los menos favorecidos económicamente, que aspiran a signos parecidos.Se configura así un clericalismo que también afecta a los laicos.

todos vosotros sois hermanos

La fraternidad entre humanos es el sentido de la corriente hacia la transformación del Espíritu en cuerpo de Jesús. La insistencia hasta la esquizofrenia social de las diversidades, si bien ayuda a tomar conciencia de las diferencias, obstaculiza profundizar en el lazo común que nos une al Padre.

https://x.com/motivaciondehoy/status/1721133582981169456?s=20

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Malaquías 1,14b-2,2b.8-10

No es necesario que Dios explícitamente maldiga sus servidores desviados, sino que el mismo pueblo se encargará de menospreciarlos y dejarlos de lado, porque con su conducta se habrán hecho indignos del servicio al que se les había llamado.

Salmo responsorial: 130

Nuestra profundidad, donde gestionamos nuestra realización humana y de fe, debe orar en el sentido de una realización que no traicione la voluntad de Dios, y nos desvíe por seguir nuestra voluntad con sus pasiones y ambiciones desordenadas.

1Tesalonicenses 2,7b-9.13

Para que el creyente reciba la palabra de hombre pero de un ministro de la palabra, debe sentir que se le respeta en su dignidad de persona, y se le trata como hermano o hermana. Así le será más fácil sentir que esa palabra es Palabra de Dios, y recibirla con obediencia de fe.

Mateo 23,1-12

Jesús detecta, como otros en la gente lo hacen, las incongruencias de quienes tienen autoridad religiosa en su sociedad teocrática y patriarcal. Están muy enfocados en el honor y privilegios que se les deben y ellos pretenden. Su enseñanza como servicio a la Palabra de Dios no la respalda una vida de servicio. Es lo que hoy podríamos entender como clericalismo: la tendencia a ser servidos más que en servir. Por extensión se aplicará a toda autoridad que incurra en el mismo error. En la nueva sociedad que Jesús inicia en el Reino de Los Cielos, no hay título ni de padre ni de maestro. Todos somos hermanos.

BEATO CARLO ACUTIS

 

Vaticano II
Gaudium et spes 78

La paz no consiste en una mera ausencia de guerra ni se reduce a asegurar el equilibrio de las distintas fuerzas contrarias ni nace del dominio despótico, sino que, con razón, se define como obra de la justicia. Ella es como el fruto de aquel orden que el Creador quiso establece en la sociedad humana y que debe irse perfeccionando sin cesar por medio del esfuerzo de aquellos hombre que aspiran a implantar en el mundo una justicia cada vez más plena.

 En efecto, aunque fundamentalmente el bien común del género humano depende de la ley eterna, en sus exigencias concretas está, con todo, sometido a las continuas transformaciones ocasionadas por la evolución de los tiempos; la paz no es nunca algo adquirido de una vez para siempre, sino que es preciso irla construyendo y edificando cada día. Como además la voluntad humana es frágil y está herida por el pecado, el mantenimiento de la paz requiere que cada uno se esfuerce constantemente por dominar sus pasiones, y exige de la autoridad legítima una constante vigilancia.

 Y todo esto es aún insuficiente. La paz de la que hablamos no puede obtenerse en este mundo, si no se garantiza el bien de cada una de las personas y si los hombres no saben comunicarse entre sí espontáneamente con confianza las riquezas de su espíritu y de su talento. La firme voluntad de respetar la dignidad de los otros hombres y pueblos y el solícito ejercicio de la fraternidad son algo absolutamente imprescindible para construir verdadera paz. Por ello, puede decirse que la paz es también fruto del amor, que supera los límites de lo que exige la simple justicia.

 La paz terrestre nace del amor al prójimo, y es como la imagen y el efecto de aquella paz de Cristo, que procede de Dios Padre. En efecto, el mismo Hijo encarnado, principe de la paz, ha reconciliado por su cruz a todos los hombres con Dios, reconstruyendo la unidad de todos en  un solo pueblo y en un solo cuerpo. Así ha dado muerte en su propia carne al odio y, después del triunfo de su resurrección, ha derramado su Espíritu de amor en el corazón de los hombres.

 Por esta razón, todos los cristianos quedan vivamente invitados a que, realizando la verdad en el amor, se unan a aquellos hombres que, como auténticos constructores de la paz, se esfuerzan por instaurarla y rehacerla. Movidos por este mismo espíritu, no podemos menos de alabar a quienes, renunciando a toda intervención violenta en la defensa de sus derechos, recurren a aquellos medios de defensa que están incluso al alcance de los más débiles, con tal de que esto pueda hacerse sin lesionar los derechos y los deberes de otras personas o de la misma comunidad.