martes, 7 de noviembre de 2023

PALABRA COMENTADA

 

MARTES 31 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Romanos 12,5-16ª



REFLEXIÓN

Nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada miembro está al servicio de los otros miembros

El aporte de la Palabra consiste en inspirar una lectura que, con su sencillez, revela criterios para la calidad de vida, fáciles de asimilar y observar, con una lógica devastadora.

Un conjunto, un cuerpo, un organismo, una estructura, un todo, una sociedad, está constituída de partes diversas entre sí, con diferentes perspectivas, intereses, ambiciones, proyectos, intenciones.

Cristalizar la unión de tal diversidad en la unidad, sólo es posible si las partes sirven unas a otras para lograr sus fines.

Lograr la unidad mediante el mutuo servicio es indispensable, para sobrevivir como un todo.

Por qué hoy vivimos tanta suspicacia sobre la credibilidad en una parte para servir el todo?

Porque en la historia reciente y antigua hemos vivido casos frecuentes de engaño y perjuicio de las partes que propusieron servir, pero se sirvieron.

La experiencia de haber sido utilizados y perjudicados nos ha hecho ariscos.

la profecía, teniendo en cuenta a los creyentes; si es el servicio, dedicándose a servir; el que enseña, aplicándose a enseñar; el que exhorta, a exhortar; el que se encarga de la distribución, hágalo con generosidad; el que preside, con empeño; el que reparte la limosna, con agrado.

No menos importa que se de la sabiduría suficiente para que las partes identifiquen y acepten su aporte propio al conjunto.

Porque se da un problema adicional en la integración de la unidad, cuando las partes están inconformes con el carisma donado y el servicio específico al que ha sido llamado.

El enemigo del reino suscita inconformidad bajo el argumento que tal conformidad es un determinismo que limita la libertad de crecer y desarrollarse, caiga quien caiga.

Y así son muchos los que sucumben a la tentación de hacer del carisma un recurso para el propio provecho, no para el servicio que logre la unidad.

no tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde

El mundo de las celebridades, alimentado por las publicaciones dedicadas a ellas, y el mundo del narcotráfico, exhibido mediáticamente en titulares de sangre, nos han mecido en el sueño de la fama y las ganancias rápidas y exorbitantes.

Este mundo no tiene nada que ver con las aspiraciones del humilde, muchas veces a nivel de subsistencia.

Vivimos intoxicados con pretensiones desproporcionadas a nuestras fuerzas y méritos reales.

Salmo responsorial: 130



REFLEXIÓN

Señor, mi corazón no es ambicioso, / ni mis ojos altaneros; / no pretendo grandezas / que superan mi capacidad

Se trata de una oración que surge del seno de la identidad del pueblo elegido y se hace plena en Jesús de Nazareth.

Un pueblo pequeño, en el que Yavé Dios concentró la riqueza de su revelación por su Palabra, y por lo mismo se hizo capaz de mantener la misión, no obstante los fracasos recurrentes y las rebeldías.

Sino que acallo y modero mis deseos, / como un niño en brazos de su madre

La Palabra viene en auxilio de la tentación constante que sufrimos por infatuarnos con pretensiones desmedidas.

Nos anima a calmar nuestra ansia y ambición en Él, que todo lo llena.

Lucas 14, 15-24



REFLEXIÓN

Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado: "Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos."

En esto consiste la justicia del reino: abrirse como festín a quienes menos dignidad tienen a los ojos del mundo.

Los que son como ellos tiene las entrañas preparadas para entender el sentido del reino, como la dicha de un banquete que estrecha lazos entre los dispuestos a compartir.

https://x.com/motivaciondehoy/status/1721855607999725934?s=20

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Romanos 12,5-16a

Participar en el festín de la bienaventuranza conlleva un código de conducta que propicia la fraternidad, y en este proceso morimos para resucitar y dar paso al hombre nuevo y la vida nueva. Nos crucificamos en pos de Jesucristo Crucificado para resucitar diariamente conél . Hacemos valer el bautismo cada día.

Salmo responsorial: 130

Hay actitudes que favorecen el trabajo de fe y caridad a favor de la bienaventuranza del festín inclusivo, como serían aquella que modera sus ambiciones de grandeza, riqueza para enfatizarla en los vulnerables.

Lucas 14,15-24

Compartir la mesa con el Señor es una bienaventuranza en proceso. No se plenifica sin crucifixión, mirando por aquellos más allá que no han sido convidados y viven en vulnerabilidad económica, social, cultural, familiar, laboral. Si hay esa obediencia de fe a la voluntad misericordiosa de Dios, el festín de Jesús es una bienaventuranza que desde ya podemos vivir.


BEATO CARLO

 Vaticano II
Gaudium et spes 88-90

Los cristianos deben cooperar, con gusto y de corazón, en la edificación de un orden internacional en el que se respeten las legítimas libertades y se fomente una sincera fraternidad entre todos; y eso con tanta mayor razón cuanto más claramente se advierte que la mayor parte de la humanidad sufre todavía una extrema pobreza, hasta tal punto que puede decirse que Cristo mismo, en la persona de los pobres, eleva su voz para solicitar la caridad de sus discípulos.

Que se evite, pues, el escándalo de que, mientras ciertas naciones, cuya población es muchas veces en su mayoría cristiana, abundan en toda clase de bienes, otras, en cambio, se ven privadas de lo más indispensable y sufren a causa del hambre, de las enfermedades y de toda clase de miserias. El espíritu de pobreza y de caridad debe ser la gloria y el testimonio de la Iglesia de Cristo.

 Hay que alabar y animar, por tanto, a aquellos cristianos, sobre todo a los jóvenes, que espontáneamente se ofrecen para ayudar a los demás hombres y naciones. Más aún, es deber de todo el pueblo de Dios, animado y guiado por la palabra y el ejemplo de sus obispos, aliviar, según las posibilidades de cada uno, las miserias de nuestro tiempo; y esto hay que hacerlo, como era costumbre en la antigua Iglesia, dando no solamente de los bienes superfluos, sino aun de los necesarios.

El modo de recoger y distribuir lo necesario para las diversas necesidades, sin que haya de ser rígida y uniformemente ordenado, llévese a cabo, sin embargo, con toda solicitud en cada una de las diócesis,naciones e incluso en el plano universal, uniendo siempre que se crea conveniente la colaboración de los católicos con la de los otros hermanos cristianos. En efecto, el espíritu de caridad, lejos de prohibir el ejercicio ordenado y previsor de la acción social y caritativa, más bien lo exige. De aquí que sea necesario que quienes pretenden dedicarse al servicio de las naciones en vía de desarrollo sean oportunamente formados en instituciones especializadas.

Por eso, la Iglesia debe estar siempre presente en la comunidad de las naciones para fomentar o despertar la cooperación entre los hombres; y eso tanto por medio de sus órganos oficiales como por la colaboración sincera y plena de cada uno de los cristianos, colaboración que debe inspirarse en el único deseo de servir a todos.

Este resultado se conseguirá mejor si los mismos fieles, en sus propios ambientes, conscientes de la propia responsabilidad humana y cristiana, se esfuerzan por despertar el deseo de una generosa cooperación con la comunidad internacional. Dése a esto una especial importancia en la formación de los jóvenes, tanto en su formación religiosa como civil.

Finalmente, es muy de desear que los católicos, para cumplir debidamente su deber en el seno de la comunidad internacional, se esfuercen por cooperar activa y positivamente con sus hermanos separados, que como ellos profesan la caridad evangélica, y con todos aquellos otros hombres que están sedientos de verdadera paz