martes, 14 de mayo de 2024

PALABRA COMENTADA

San Matías apóstol


REFLEXIÓN

Hechos 1,15-17.20-26

tenía que cumplirse lo que el Espíritu Santo, por boca de David, había predicho, en la Escritura, acerca de Judas

Es decir: la Palabra contiene el designio de Salvación para el pueblo, que se tiene que cumplir. La traición de Judas fue parte de ese designio

En el libro de los Salmos está escrito: "Que su morada quede desierta, y que nadie habite en ella", sal 69,29

y también: "Que su cargo lo ocupe otro".sal 109,8

Es como si en Judas se hubiera realizado la maldición que el suplicante del salmo pide para sus enemigos que le hacen daño.

De parte de Jesús, sin embargo, tenemos otros dichos que enseñan y dan ejemplo del perdón a los enemigos.

Como si a pesar de las apariencias de maldición pre anunciada, la realidad de fondo del amor del Padre en Jesús, superara el posible odio y deseo de maldecir para perdonar y bendecir. Un colmo de colmos.

No cabe la maldición ni el maldecir en el reino del Padre.

que uno se asocie a nosotros como testigo de la resurrección de Jesús,

Hay un número preciso de testigos que mantener. Figura de los 12? Voluntad de cuerpo constituído por parte de Jesús?

Hoy se oyen voces que minimizan y hasta niegan cualquier institución por parte de Jesús. Un poco porque las instituciones se ven obras humanas que históricamente han demostrado corromperse. Y entre ellas la institución Iglesia Católica, especialmente romana.

El número debía reponerse para que estuviera el cuerpo completo en el número 12: todo Israel, el universal, el que incluye judíos y no judíos. 

Responde a un designio de plenitud oikoumene y no a un chauvinismo judaizante.

ocupe el puesto que dejó Judas para marcharse al suyo propio

Una cosa es ocupar el puesto que Dios nos asigna en su designio, y otra marcharnos a ocupar el que se nos ofrece por nuestra propia voluntad. Cuál preferimos? Hasta qué límite?

Propusieron dos nombres: José, apellidado Barsabá, de sobrenombre Justo, y Matías

Es nuestra iniciativa:proponer y esperar ratificación.

Echaron suertes

Oración y azar. Cualquiera puede pensar que es una arbitrariedad para tomar decisiones trascendentes. 

El Señor en su palabra enseña aspectos de la relación con él que resultan admirables: cómo trabaja en cooperación, urgiendo nuestra iniciativa y propuesta,pero con la actitud de quien espera su confirmación

Salmo responsorial: 112



REFLEXIÒN

Bendito sea el nombre del Señor,

alabado sea el nombre del Señor

se eleva en su trono / y se abaja para mirar

Condesciende con nosotros para hacernos sus colaboradores en lo que Él quiere hacer.

Levanta del polvo al desvalido, / alza de la basura al pobre, / para sentarlo con los príncipes, / los príncipes de su pueblo

Como Jesús, que siempre bendijo y alabó al Padre, y fue levantado en sufrimiento, en cruz, pero más allá, en gloria.

Un paradigma, una clave, un símbolo, una luz para dar sentido a la historia de los pueblos, a la propia. 

Un sentido de salida, de liberación, de solución, de resurrección.

En este mundo de tanta ansiedad por el poder y sus símbolos, sus representaciones y sus exhibiciones, asumir la gloria y el puesto que viene del Señor, por gusto y no por fuerza, implica una fe en el verdadero reconocimiento de la vida.

Su obra en la que nos convoca a participar con nuestras iniciativas, tienen que ver con el desvalido, el pobre, la víctima, el excluído, el oprimido, el necesitado, para llamar al ser a lo que no es.

Juan 15,9-17



REFLEXIÒN

lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor

Jesús es el Señor porque se convertido en nuestro punto de referencia. 

Él es nuestro “sí se puede”. Nuestro fundamento de credibilidad. 

Carne y sangre transformada en mundo de congruencia, sinceridad, honestidad radical.

Amar como el Padre, es un paradigma, que comunica Jesús. 

Un amor para permanecer en la obediencia de corazón.

Un amor que se comunica para arraigarse en cumplimiento. 

Habría que deshechar la suspicacia de que los mandamientos son para ejercer un poder y un dominio arbitrario, interesado y egoísta, a nuestra imagen y semejanza. Y no más bien para lograr un envío transformador.

Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud

Una alegría, como la paz, que no la puede dar el mundo o una realidad corruptible. 

Una alegría, que es un don, que incide en la nuestra y la transforma hasta el exceso. 

Una alegría que es un motor, un sentido, una fuerza, una energía para el bien, el amor altruísta y generoso.

Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado

Continúa la cadena que viene del Padre.

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos

Así como Jesús dio la vida, en su sangre, el Padre, en y con Él, también la dio y nos señalan que si amamos como ellos también estaremos dispuestos a dar la nuestra.

Más grande que este amor ninguno tiene:que uno la propia persona la destine a favor de los íntimamente amados.

Se alude a la relación donde se juega la identidad propia, un vínculo profundo.

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando

Es la Palabra en Jesús que repara la fractura del principio: la desobediencia en el contexto de un vínculo amoroso profundo, en el cual se comparten designios, sentido de la existencia, la vida misma.

Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor:  a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.

Desde el primer pecado la tendencia humana ha sido la de relacionarnos como siervos, sin ser consultados sobre nuestro propio destino. En Jesús se revierte porque ya somos amigos que sabemos a dónde se dirige el Padre, su designio.

Amigo es quien guarda lo que Él nos reveló del Padre.Su preferencia por los pobres es parte de esa revelación.

Esta cadena de amor y entrega nos hace amigos: sabemos ahora de qué se trata. Sabemos que este amor es para gastar la vida por quien se ama.

soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure

Es el fruto: amar hasta dar la vida. Que otros vivan por mi amor.

Esto os mando: que os améis unos a otros

Como amigos

motivaciondehoy


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San Matías apóstol

Hechos 1,15-17.20-26

Salmo responsorial: 112

Juan 15,9-17

DOCTORES DE LA IGLESIA

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


San Basilio el Grande Libro sobre el Espíritu Santo 9,22-23 

¿Quién, habiendo oído los nombres que se dan al Espíritu, no siente levantado su ánimo y no eleva su pensamiento hacia la naturaleza? Ya que es llamado Espíritu de Dios y Espíritu de verdad que procede del Padre; Espíritu firme, Espíritu generoso, Espíritu Santo son sus apelativos propios y peculiares. Hacia él dirigen su mirada todos los que sienten necesidad de santificación; hacia él tiende el deseo de todos los que llevan una vida virtuosa, y su soplo es para ellos a manera de riego que los ayuda en la consecución de su fin propio y natural. Él es fuente de santidad, luz para la inteligencia; él da a todo ser racional como una luz para entender la verdad. Aunque inaccesible por naturaleza, se deja comprender por su bondad; con su acción lo llena todo, pero se comunica solamente a los que encuentra dignos, no ciertamente de manera idéntica ni con la misma plenitud, sino distribuyendo su energía según la proporción de la fe. 

REFLEXIÓN

Ser dignos del Espíritu Santo, de su santificación, es un reclamo de los que administran los actos de santificación en nombre del mismo Espíritu. O sea sus ministros, llámense pastores, obispos, sacerdotes, eclesiásticos, religiosos …Pero sobre los que se declara la dignidad, quienes no han sido ungidos como voceros del Espíritu, permanece la incertidumbre sobre su propio proceso de santificación, porque los criterios que se les aplican pueden ser varios, desde muy estrictos a muy laxos. Es decir, sienten depender de los ungidos su propia justificación. Y ésta puede entrar en contraposición sobre lo que dicta la propia conciencia. 

Simple en su esencia y variado en sus dones, está íntegro en cada uno e íntegro en todas partes. Se reparte sin sufrir división, deja que participen en él, pero él permanece íntegro, a semejanza del rayo solar cuyos beneficios llegan a quien disfrute de él como si fuera único, pero, mezclado con el aire, ilumina la tierra entera y el mar. Así el Espíritu Santo está presente en cada hombre capaz de recibirlo, como si sólo él existiera y, no obstante, distribuye a todos gracia abundante y completa; todo disfrutan de él en la medida en que lo requiere la naturaleza de la criatura, pero no en la proporción con que él podría darse.

REFLEXIÓN

De qué capacidad se trata? Porque al acoger a todos los que deseen al bautismo en nombre de Jesús, se parte del reconocimiento del propio pecado, por propia voz o por un vocero o vocera. Pero para lo que venga después en orden al crecimiento de la vida santa, sólo se dispone de mandatos, exhortaciones, consejos, que se mantienen fuera del propio reconocimiento. Si éste no se abre paso a la confesión explícita de la pecaminosidad, nadie puede juzgar del interior. Sólo especular.

Por él los corazones se elevan a lo alto, por su mano son conducidos los débiles, por él los que caminan tras la virtud, llegan a la perfección. Es él quien ilumina a los que se han purificado de sus culpas y al comunicarse a ellos los vuelve espirituales. Como los cuerpos limpios y transparentes se vuelven brillantes cuando reciben un rayo de sol y despiden de ellos mismos como una nueva luz, del mismo modo las almas portadoras del Espíritu Santo se vuelven plenamente espirituales y transmiten la gracia a los demás. 

REFLEXIÓN

Porque el Espíritu Santo suaviza lo rígido, como dice la secuencia de su fiesta, y los corazones entenebrecidos, sólo por su unción se abren a recibir la santificación y hablar de su responsabilidad en el tejido de injusticia, en el que todos somos protagonistas.

De esta comunión con el Espíritu procede la presciencia de lo futuro, la penetración de los misterios, la comprensión de lo oculto, la distribución de los dones, la vida sobrenatural, el consorcio con los ángeles; de aquí proviene aquel gozo que nunca terminará, de aquí la permanencia en la vida divina, de aquí el ser semejantes a Dios, de aquí, finalmente lo más sublime que se puede desear: que el hombre llegue a ser como Dios.

REFLEXIÓN

Son signos de vivir bajo su influjo. Sólo así se puede vivir en el Misterio sin sentirse en el absurdo.

De las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre los Hechos de los apóstoles.
(Homilía 3, 1. 2. 3: PG 60, 33-36. 38)

MUÉSTRANOS, SEÑOR, A QUIÉN HAS ELEGIDO


Uno de aquellos días, dirigiéndose Pedro a los hermanos reunidos, habló así. Pedro, a quien el Señor había encomendado su grey, vehemente como siempre, ejerce el papel de protagonista y es el primero en tomar la palabra: Hermanos, es preciso que elijamos a uno de entre nosotros. Permite que todos den su opinión, a fin de que el elegido sea recibido con agrado, precaviéndose de la envidia a que este hecho podía dar ocasión, ya que estas cosas, con frecuencia, son origen de grandes males.
¿Qué conclusión, por tanto, sacaremos de esto? ¿Es que Pedro no podía elegir por sí mismo? Ciertamente, podía; pero se abstuvo de ello, para no demostrar preferencia por nadie. Además, no había recibido aún el Espíritu Santo. Y presentaron a dos -dice el texto sagrado-: a José, llamado Barsabás, por sobrenombre Justo, y a Matías. No los presenta él, sino todos, Él lo que hizo fue aconsejar esta elección, haciendo ver que la iniciativa no partía de él, sino que se trataba de algo ya profetizado de antemano. Por esto su intervención en este caso fue la del que interpreta los designios de Dios, no la del que manda algo.

Hay aquí entre nosotros -dice- hombres que han andado en nuestra compañía. Fijémonos cómo quiere que el elegido sea un testigo ocular; aunque luego había de venir el Espíritu Santo, pone en esto un gran interés.
Hombres que han andado en nuestra compañía, y añade: todo el tiempo del ministerio público de Jesús, el Señor. Se refiere a los que han convivido con él, y no a los que sólo han sido discípulos suyos. Es sabido, en efecto, que eran muchos los que lo seguían desde el principio. Y, así, vemos que dice el Evangelio: Era uno de los dos que, oídas las palabras de Juan, habían ido en seguimiento de Jesús.
Y prosigue: Todo el tiempo del ministerio público de Jesús, el Señor, es decir, desde el bautismo de Juan. Con razón señala este punto de partida, ya que los hechos anteriores nadie los conocía por experiencia, sino que los enseñó el Espíritu Santo.
Luego continúa diciendo: Hasta el día de la ascensión; es, pues, preciso que elijamos a uno de ellos para que, junto con nosotros, dé testimonio de la verdad de la resurrección. No dice: «Para que dé testimonio de la verdad de las demás cosas», sino taxativamente: Para que dé testimonio de la verdad de la resurrección. En efecto, había de ser más digno de crédito uno que pudiera afirmar: «Aquel mismo que comía, bebía y fue crucificado es el que ahora ha resucitado.» Por lo tanto, interesaba un testigo no de lo del tiempo pasado ni de lo del futuro ni de los milagros, sino escuetamente de la resurrección. Porque todas aquellas cosas eran patentes y manifiestas; la resurrección, en cambio, era algo oculto que sólo ellos conocían.
Y todos juntos oraron, diciendo: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muéstranos. «Tú, no nosotros.» Muy acertadamente invocan al que conoce los corazones, ya que él, y nadie más, era el que tenía que hacer la elección. Y hablan a Dios con esta confianza, porque saben que la elección es algo absolutamente necesario. Y no dicen: «Escoge», sino: «Muéstranos al elegido» -a quién has elegido, dice el texto-, pues saben que Dios lo tiene todo determinado ya de antemano. Echaron suertes entre ellos. Es que aún no se consideraban dignos de hacer por sí mismos la elección, y por esto deseaban alguna señal que les diera seguridad.