miércoles, 19 de junio de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 11 de tiempo ordinario

Año Par

2Reyes 2, 1. 6-14



REFLEXIÓN

"¿Dónde está el Dios de Elías, dónde?" Golpeó el agua, el agua se dividió por medio, y Eliseo cruzó.

Porque Eliseo tenía parte del espíritu de Elías pudo comprobarlo, repitiendo el portento de la división de las aguas, como otro Moisés.

Así Eliseo rememoraba a Elías como Moisés, también considerado profeta.

En el Nuevo Testamento Jesús de Nazareth será mostrado como anunciado espíritu de Elías en Juan Bautista, o como el mismo Elías, y sus discípulos Pedro y Juan actuarán curaciones en espíritu de Jesús.

La Palabra guardada en la comunidad creyente cristiana fue leyendo a Jesús y encontrándole significado cada vez más relevante en las Escrituras judías, apropiándose de ellas en clave de su maestro, y creyendo que esta lectura estaba inspirada por el Espíritu de Jesús, dejado como paráclito.

Moisés en Elías redivivo. Gesto que alza la memoria a la gesta del éxodo. 

Este recurso bíblico plantea una continuidad del actuar del Señor en sucesivas generaciones. Y su intervención prefiguradora de Jesús, ápice de todo el movimiento de la Palabra inspirada.

un carro de fuego con caballos de fuego

Nos podemos quedar en la imagen, usarla como símbolo, o usarla como lenguaje. Se muestra una realidad que existe para quienes aceptan y entienden de otra dimensión: la del Misterio de Dios comunicante.

Salmo responsorial: 30



REFLEXIÓN

En el asilo de tu presencia los escondes / de las conjuras humanas

Efectivamente, en la presencia por fe del Señor hallamos la reciedumbre y la inmunidad, frente a las acechanzas que buscan perjudicarnos, en la lucha por la vida.

Y si son nuestra responsabilidad, nos llevan a una mayor conciencia de ella, para no llegar a echar culpas a otros. O repararlas.

Mateo 6,1-6.16-18



REFLEXIÓN

como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente con el fin de ser honrados por los hombres

Limosna, oración y ayuno: la ética judía transformada en cristiana por el secreto y el anonimato. 

Se evita así la apariencia y engaño de justicia, por la justicia en sí. 

Como fermento en la masa, el testimonio hace su efecto, por el acompañamiento del Padre a esta conducta, que sobre todo es sincera para con Él.

En algunas expresiones de solidaridad activista social se echa de ver un prurito de exhibicionismo ante las cámaras de los medios de comunicación social, como justos ante los hombres, mientras entre ellos mantienen la injusticia en otras formas.

En el tiempo de Jesús se daba el fenómeno de santones y hombres de Dios, porque en una estructura social teocrática, todo lo que indicara relación sobresaliente con los símbolos divinos ayudaba a la buena fama, al éxito y la prosperidad.

Es interesante que Jesús no se suma a esa corriente, entre los que destacaban los fariseos, los separados santones públicos.

La arrogancia y el menosprecio de los ignorantes de la ley, tenidos por pecadores, era su marca distintiva.

En nuestro tiempo no hay santones religiosos, sino sociales y economistas. 

Con la predicación demagógica sobre la pobreza por un lado, o sobre las maravillas del capital por otro, en su anuncio, pretenden constituirse en el perfil de la nueva sociedad.

Y una vez se constituyen en poder, avasallan toda conciencia recta construída en el discernimiento.

cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha

Se observa en alguno miembros religiosos una modestia de cuerpo u organización, una discreción colectiva, sobre el bien que se hace. 

Parece una aplicación institucional del evangelio en cuanto hacer la justicia en lo secreto donde solo el Padre lo ve y recompensa.

cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará

El Padre recompensa desde ya confiriendo por fe una visión sobre la vida, la realidad, el mundo que por sí misma se sostiene como auténtica. 

Se trata de una consistencia interna que se expresa en serenidad y paz, casi todo el tiempo.

En estos días hay anhelos de figuración, de protagonismo.

Otros sienten haber sido olvidados y no ser ocupados, porque se ven todavía capaces. 

No debemos olvidar el derrotero de la historia en manos del Señor, para hacer su voluntad. 

Todo debe ser impregnado por esta convicción.

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Miércoles 11 de tiempo ordinario

Año Par

2Reyes 2, 1. 6-14

Salmo responsorial: 30

Mateo 6,1-6.16-18

SAN CARLO ACUTIS

BEATO CARLO

Del Tratado de san Cipriano, obispo y mártir, Sobre la oración del Señor.
                           (Cap. 13-15: CSEL 3, 275-278)


VENGA TU REINO, HÁGASE TU VOLUNTAD

Prosigue la oración que comentamos: Venga tu reino. Pedimos que se haga presente en nosotros el reino de Dios, del mismo modo que suplicamos que su nombre sea santificado en nosotros. Porque no hay un solo momento en que Dios deje de reinar, ni puede empezar lo que siempre ha sido y nunca dejará de ser. Pedimos a Dios que venga a nosotros nuestro reino que tenemos prometido, el que Cristo nos ganó con su sangre y su pasión, para que nosotros, que antes servimos al mundo, tengamos después parte en el reino de Cristo, como él nos ha prometido, con aquellas palabras: Venid, benditos de mi Padre, a tomar posesión del reino que está preparado para vosotros desde la creación del mundo.

También podemos entender, hermanos muy amados, este reino de Dios, cuya venida deseamos cada día, en el sentido de la misma persona de Cristo, cuyo próximo advenimiento es también objeto de nuestros deseos. Él es la resurrección, ya que en él resucitaremos, y por esto podemos identificar el reino de Dios con su persona, ya que en él hemos de reinar. Con razón, pues, pedimos el reino de Dios, esto es, el reino celestial, porque existe también un reino terrestre. Pero el que ya ha renunciado al mundo está por encima de los honores y del reino de este mundo.

Pedimos a continuación: Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, no en el sentido de que Dios haga lo que quiera, sino de que nosotros seamos capaces de hacer lo que Dios quiere. ¿Quién, en efecto, puede impedir que Dios haga lo que quiere? Pero a nosotros sí que el diablo puede impedirnos nuestra total sumisión a Dios en sentimientos y acciones; por esto pedimos que se haga en nosotros la voluntad de Dios, y para ello necesitamos de la voluntad de Dios, es decir, de su protección y ayuda, ya que nadie puede confiar en sus propias fuerzas, sino que la seguridad nos viene de la benignidad y misericordia divina. Además, el Señor, dando pruebas de la debilidad humana, que él había asumido, dice: Padre mío, si es posible, que pase este cáliz sin que yo lo beba, y, para dar ejemplo a sus discípulos de que hay que anteponer la voluntad de Dios a la propia, añade: Sin embargo, no se haga mi voluntad, sino la tuya.

La voluntad de Dios es la que Cristo cumplió y enseñó. La humildad en la conducta, la firmeza en la fe, el respeto en las palabras, la rectitud en las acciones, la misericordia en las obras, la moderación en las costumbres; el no hacer agravio a los demás y tolerar los que nos hacen a nosotros, el conservar la paz con nuestros hermanos; el amar al Señor de todo corazón, amarlo en cuanto Padre, temerlo en cuanto Dios; el no anteponer nada a Cristo, ya que él nada antepuso a nosotros; el mantenernos inseparablemente unidos a su amor, el estar junto a su cruz con fortaleza y confianza; y, cuando está en juego su nombre y su honor, el mostrar en nuestras palabras la constancia de la fe que profesamos, en los tormentos la confianza con que luchamos y en la muerte la paciencia que nos obtiene la corona. Esto es querer ser coherederos de Cristo, esto es cumplir el precepto de Dios y la voluntad del Padre