martes, 30 de julio de 2024

SAN CARLO ACUTIS DE ASIS

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


MARTES, XVII

San Doroteo de Gaza, Instrucción 7, sobre la acusación de sí mismo
(2-3: PG 88, 1699)
La falsa paz de espíritu

El que se acusa a sí mismo acepta con alegría toda clase de molestias, daños, ultrajes, ignominias y otra aflicción cualquiera que haya de soportar, pues se considera merecedor de todo ello, y en modo alguno pierde la paz. Nada hay más apacible que un hombre de ese temple.

Pero quizá alguien me objetará: «Si un hermano me aflige, y yo, examinándome a mí mismo, no encuentro que le haya dado ocasión alguna, ¿por qué tengo que acusarme?»

En realidad, el que se examina con diligencia y con temor de Dios nunca se hallará del todo inocente, y se dará cuenta de que ha dado alguna ocasión, ya sea de obra, de palabra o con el pensamiento. Y, si en nada de esto se halla culpable, seguro que en otro tiempo habrá sido motivo de aflicción para aquel hermano, por la misma o por diferente causa; o quizá habrá causado molestia a algún otro hermano. Por esto, sufre ahora en justa compensación, o también por otros pecados que haya podido cometer en muchas otras ocasiones.

Otro preguntará por qué deba acusarse si, estando sentado con toda paz y tranquilidad, viene un hermano y lo molesta con alguna palabra desagradable o ignominiosa y, sintiéndose incapaz de aguantarla, cree que tiene razón en alterarse y enfadarse con su hermano; porque, si éste no hubiese venido a molestarlo, él no hubiera pecado.

Este modo de pensar es, en verdad, ridículo y carente de toda razón. En efecto, no es que al decirle aquella palabra haya puesto en él la pasión de la ira, sino que más bien ha puesto al descubierto la pasión de que se hallaba aquejado; con ello le ha proporcionado ocasión de enmendarse, si quiere. Este tal es semejante a un trigo nítido y brillante que, al ser roto, pone al descubierto la suciedad que contenía.

Así también el que está sentado en paz y tranquilidad, según cree, esconde, sin embargo, en su interior una pasión que él no ve. Viene el hermano, le dice alguna palabra molesta y, al momento, aquél echa fuera todo el pus y la suciedad escondidos en su interior. Por lo cual, si quiere alcanzar misericordia, mire de enmendarse, purifíquese, procure perfeccionarse, y verá que, más que atribuirle una injuria, lo que tenía que haber hecho era dar gracias a aquel hermano, ya que le ha sido motivo de tan gran provecho. Y, en lo sucesivo, estas pruebas no le causarán tanta aflicción, sino que, cuanto más se vaya perfeccionando, más leves le parecerán. Pues el alma, cuanto más avanza en la perfección, tanto más fuerte y valerosa se vuelve en orden a soportar las penalidades que le puedan sobrevenir.

lunes, 29 de julio de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Santa Marta

1Juan 4, 7-16



REFLEXIÓN

Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.

Dios es preferencia moral.

Preferir es poner delante, anteponer.

Amar, preferir en sentido moral, es ser, pertenecer a Dios, estar de su parte, compartir con Él, formar parte de su vida.

Expresarlo, manifestarlo, entregarlo.

Vivir así al Señor no es un lecho de rosas sin espinas. Vivir la preferencia moral en el mundo implica tomar decisiones y hacer elección. Usar de nuestra libertad y orientarnos a los valores más profundos y trascendentes. Es vivir la justicia, la misericordia, la unidad, la dignidad de persona.

Vivir así causa reacciones favorables pero también desfavorables, porque hay quienes se sienten mal por no ser preferidos, y reaccionan con violencia. 

No todos tienen la humildad y generosidad para aceptar que otros más vulnerables deban ser preferidos moralmente.

En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, parta que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación para nuestros pecados

Jesús es el signo sobre todo signo, de la preferencia hacia nosotros del Padre. 

Su propio hijo, entregado para salvarnos de nosotros mismos: nuestro pecado.

si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros

Ofeilo: adeudar legítima y moralmente.

Estamos en deuda para amarnos unos a otros porque Dios nos amó primero y de esa forma nos prefirió y al hacerlo nos entregó a su hijo.

A Dios nadie lo ha visto nunca

Va contra la propia escritura que decía que Moisés como amigo de Dios le hablaba cara a cara.

Se trata de un enfrentamiento de dos revelaciones, o de sus portavoces humanos. 

Dónde está la radicalidad, la verdad, el sentido verdadero y auténtico?

Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud

Lo de Moisés, según Juan no fue plenitud, sino que lo es el amor fraterno, la preferencia moral que nos unifica.

Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.

Mantenerse significa una actitud pro-activa, es esfuerzo constante por estar, sin cambiar o dejar o abandonar. Los místicos muestran el don de la permanencia en el amor de Dios, mediante estrategias para estar y seguir estando en su presencia, amándolo y difundiendo su amor.

Salmo responsorial 33



REFLEXIÓN

que los humildes lo escuchen y se alegren.

Solo ellos, los humildes detectan el sentido profundo de la vida, la historia, la existencia, por su vivencia del Señor.

Juan 11,19-27



REFLEXIÓN

"Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá."

Marta cree en Jesús, pero su fe es más aferrada a la presencia fáctica de Jesús. Para ella de eso depende que su hermano vuelva a vivir, no importa si lleva cuatro días que ha fallecido. El reclamo que le hace no tiene mayor importancia ahora porque ya Jesús está presente.

¿Crees esto?"

Jesús la interpela desde donde expresa su fe. Él sí es capaz de dar la vida, sobretodo la que permanece, que es la fundamental. La otra depende de eso. 

Hay que dar una vuelta a la lógica y al aprecio de la presente vida, que Lázaro no tiene ya. Marta es llevada a confesar eso sobre Jesús: él sobretodo es vida eterna si se cree en él.

Esta es la construcción dialógica de Juan, expresada en varios de sus relatos: Nicodemo, la Samaritana…

Una catequesis que abre al creyente a una opción radical en Jesús, más allá de las evidencias presentes. 

La fe vuelve así al sentido abrahamico: un salto de confianza en Jesús, aunque no otorgue la vida presente, como signo de la eterna.

Ella le contestó: "Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo

Y Marta entra a fomar parte de aquellos que se convierten a la fe profunda, que espera de Jesús la vida que permanece en el amor del Padre.

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motivaciondehoy


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Santa Marta

1Juan 4, 7-16

Salmo responsorial 33

Juan 11,19-27