martes, 27 de agosto de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Martes 21de tiempo ordinario

2TESALONICENSES 2, 1-3A. 14-17




COMENTARIO

no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras, como si afirmásemos que el día del Señor está encima. Que nadie en modo alguno os desoriente

En tiempos de Pablo, cuando era más viva la expectación por la venida del Señor Jesús en gloria y la resurrección de todos, les encomendaba aguardar con paciencia.

Esa actitud se pierde cuando se deja a la ansiedad por el futuro enseñorearse de la persona, y se sale de su aguardar prudentemente. 

Desde el evangelio Jesús enseñó que el presente es el ancla en el que hay que posicionarse porque el mañana tiene su propia complicación.

Eso sólo es posible si la confianza en el Señor es robusta, porque de ella fluye la serenidad para el presente de la existencia.

manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta.

Aunque la tradición válida esté desprestigiada conjuntamente con la trivial, es preciso mantener el esfuerzo de dignificarla, para que su mensaje de experiencia probada siga iluminando las generaciones que se relevan.

Que Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre que nos ha amado tanto y nos ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza, os consuele internamente y os dé fuerzas para toda clase de palabras y de obras buenas

Con esta bendición y aspiración se prepara y construye la actitud de serena espera en la oportuna intervención del Señor de la historia.

Y se fundamenta a la luz de la revelación bíblica la consolación, tan apreciada en el discernimiento de espíritus ignaciano, como don increado participado en el tiempo para la conciencia lúcida y agradecida.

SALMO RESPONSORIAL: 95



COMENTARIO

delante del Señor, que ya llega, / ya llega a regir la tierra

La experiencia que vivimos de la limitada justicia humana nos ayuda a clamar y nos enseña a esperar la justicia perfecta del reino.

MATEO 23, 23-26




COMENTARIO

fariseos hipócritas

Cuando esto se escribió, después de la destrucción del Templo por los romanos, los fariseos eran los líderes del resto de los judíos. 

Pero no se hubiera podido decir esto por propia cuenta de los evangelistas, y poner en boca de Jesús, si en alguna forma ya los fariseos no tendieran al formalismo hipócrita, que se conformaba con lo exterior. 

Frente a eso Jesús insiste que es desde dentro, en la fragua del corazón, donde hay que esforzarse para cambiar y así cumplir lo que dice la ley.

pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad!

Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello

Qué clase de compromiso es el nuesto de cara a la buena nueva de Jesús: pagar el diezmo y ya está, o mantenerse abierto y prójimo del necesitado en justicia, compasión y sinceridad?

Lo que tampoco nos exime del diezmo con espíritu de justicia, compasión y sinceridad.

Ignacio describió la acomodación del compromiso a nuestra facilidad y comodidad como de una clase de hombres llamados segundo binario o segundo grupo de hombres. 

En esta clasificación caemos constantemente muchos a toda hora porque mantenerse en la estecha senda que lleva a la vida pide cargar la cruz.

Nos enorgullecemos por el cumplimiento de lo más cómodo y fácil.

Y no echamos ojo a lo que nos requiere una crucifixión de actitudes injustas.

limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno

Algo de eso parece cuadrar a la obsesión mediática actual por los escándalos de todo tipo. No se oculta que es el mercado buscando ventas, y cualquier cosa parece buena para aumentar las ventas.

filtráis el mosquito y os tragáis el camello!

Como los burócratas que ponen trabas por nimiedades y facilitan todo por amiguismo y tráfico de influencias.

Se podría pensar que sobre esto trata la corrupción tan censurada en nuestros días: por fomentar perjuicios graves con apariencia de legalidad.

limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera

La conversión a la que nos urge el evangelio constantemente no es una reforma ligera de apariencias y cambios de superficie.

Sino una profunda reingienería, una mudanza completa, una disposición radical a la revisión y el cambio en conciencia creciente.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1298217831549612033?s=20


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Martes 21de tiempo ordinario

2TESALONICENSES 2, 1-3A. 14-17

SALMO RESPONSORIAL: 95

MATEO 23, 23-26


DOCTORES DE LA IGLESIA

 



Del libro de las Confesiones de san Agustín, obispo
(Libro 9,10, 23-11, 28: CSEL 33, 215-219)
Alcancemos la sabiduría eterna

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Cuando ya se acercaba el día de su muerte —día por ti conocido, y que nosotros ignorábamos—, sucedió por tus ocultos designios, como lo creo firmemente, que nos encontramos ella y yo solos, apoyados en una ventana que daba al jardín interior de la casa donde nos hospedábamos, allí en Ostia Tiberina, donde, apartados de la multitud, nos rehacíamos de la fatiga del largo viaje, próximos a embarcarnos. Hablábamos, pues, los dos solos, muy dulcemente y, olvidando lo que queda atrás y lanzándonos hacia lo que veíamos por delante, nos preguntábamos ante la verdad presente, que eres tú, cómo sería la vida eterna de los santos, aquella que ni el ojo vio ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar. Y abríamos la boca de nuestro corazón, ávidos de las corrientes de tu fuente, la fuente de vida que hay en ti.

Tales cosas decía yo, aunque no de este modo ni con estas mismas palabras; sin embargo, tú sabes, Señor, que, cuando hablábamos aquel día de estas cosas —y mientras hablábamos íbamos encontrando despreciable este mundo con todos sus placeres—, ella dijo:

«Hijo, por lo que a mí respecta, ya nada me deleita en esta vida. Qué es lo que hago aquí y por qué estoy aún aquí, lo ignoro, pues no espero ya nada de este mundo. Una sola cosa me hacía desear que mi vida se prolongara por un tiempo: el deseo de verte cristiano católico, antes de morir. Dios me lo ha concedido con creces, ya que te veo convertido en uno de sus siervos, habiendo renunciado a la felicidad terrena. ¿Qué hago ya en este mundo?»

No recuerdo muy bien lo que le respondí, pero, al cabo de cinco días o poco más, cayó en cama con fiebre. Y, estando así enferma, un día sufrió un colapso y perdió el sentido por un tiempo. Nosotros acudimos corriendo, mas pronto recobró el conocimiento, nos miró, a mí y a mi hermano allí presentes, y nos dijo en tono de interrogación:

«¿Dónde estaba?»
Después, viendo que estábamos aturdidos por la tristeza, nos dijo: «Enterrad aquí a vuestra madre.»

Yo callaba y contenía mis lágrimas. Mi hermano dijo algo referente a que él hubiera deseado que fuera enterrada en su patria y no en país lejano. Ella lo oyó y, con cara angustiada, lo reprendió con la mirada por pensar así, y, mirándome a mí, dijo:

«Mira lo que dice.»

Luego, dirigiéndose a ambos, añadió:

«Sepultad este cuerpo en cualquier lugar: esto no os ha de preocupar en absoluto; lo único que os pido es que os acordéis de mí ante el altar del Señor, en cualquier lugar donde estéis.»

Habiendo manifestado, con las palabras que pudo, este pensamiento suyo, guardó silencio, e iba luchando con la enfermedad que se agravaba.

Nueve días después, a la edad de cincuenta y seis años, cuando yo tenía treinta y tres, salió de este mundo aquella alma piadosa y bendita.