PALABRA COMENTADA
Martes 21de tiempo ordinario
2TESALONICENSES 2, 1-3A. 14-17
COMENTARIO
no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras, como si afirmásemos que el día del Señor está encima. Que nadie en modo alguno os desoriente
En tiempos de Pablo, cuando era más viva la expectación por la venida del Señor Jesús en gloria y la resurrección de todos, les encomendaba aguardar con paciencia.
Esa actitud se pierde cuando se deja a la ansiedad por el futuro enseñorearse de la persona, y se sale de su aguardar prudentemente.
Desde el evangelio Jesús enseñó que el presente es el ancla en el que hay que posicionarse porque el mañana tiene su propia complicación.
Eso sólo es posible si la confianza en el Señor es robusta, porque de ella fluye la serenidad para el presente de la existencia.
manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de viva voz o por carta.
Aunque la tradición válida esté desprestigiada conjuntamente con la trivial, es preciso mantener el esfuerzo de dignificarla, para que su mensaje de experiencia probada siga iluminando las generaciones que se relevan.
Que Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre que nos ha amado tanto y nos ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza, os consuele internamente y os dé fuerzas para toda clase de palabras y de obras buenas
Con esta bendición y aspiración se prepara y construye la actitud de serena espera en la oportuna intervención del Señor de la historia.
Y se fundamenta a la luz de la revelación bíblica la consolación, tan apreciada en el discernimiento de espíritus ignaciano, como don increado participado en el tiempo para la conciencia lúcida y agradecida.
SALMO RESPONSORIAL: 95
COMENTARIO
delante del Señor, que ya llega, / ya llega a regir la tierra
La experiencia que vivimos de la limitada justicia humana nos ayuda a clamar y nos enseña a esperar la justicia perfecta del reino.
MATEO 23, 23-26
COMENTARIO
fariseos hipócritas
Cuando esto se escribió, después de la destrucción del Templo por los romanos, los fariseos eran los líderes del resto de los judíos.
Pero no se hubiera podido decir esto por propia cuenta de los evangelistas, y poner en boca de Jesús, si en alguna forma ya los fariseos no tendieran al formalismo hipócrita, que se conformaba con lo exterior.
Frente a eso Jesús insiste que es desde dentro, en la fragua del corazón, donde hay que esforzarse para cambiar y así cumplir lo que dice la ley.
pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad!
Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello
Qué clase de compromiso es el nuesto de cara a la buena nueva de Jesús: pagar el diezmo y ya está, o mantenerse abierto y prójimo del necesitado en justicia, compasión y sinceridad?
Lo que tampoco nos exime del diezmo con espíritu de justicia, compasión y sinceridad.
Ignacio describió la acomodación del compromiso a nuestra facilidad y comodidad como de una clase de hombres llamados segundo binario o segundo grupo de hombres.
En esta clasificación caemos constantemente muchos a toda hora porque mantenerse en la estecha senda que lleva a la vida pide cargar la cruz.
Nos enorgullecemos por el cumplimiento de lo más cómodo y fácil.
Y no echamos ojo a lo que nos requiere una crucifixión de actitudes injustas.
limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno
Algo de eso parece cuadrar a la obsesión mediática actual por los escándalos de todo tipo. No se oculta que es el mercado buscando ventas, y cualquier cosa parece buena para aumentar las ventas.
filtráis el mosquito y os tragáis el camello!
Como los burócratas que ponen trabas por nimiedades y facilitan todo por amiguismo y tráfico de influencias.
Se podría pensar que sobre esto trata la corrupción tan censurada en nuestros días: por fomentar perjuicios graves con apariencia de legalidad.
limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera
La conversión a la que nos urge el evangelio constantemente no es una reforma ligera de apariencias y cambios de superficie.
Sino una profunda reingienería, una mudanza completa, una disposición radical a la revisión y el cambio en conciencia creciente.
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