martes, 19 de noviembre de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Lunes 33 de tiempo ordinario

Año Par

Apocalipsis 1, 1-4; 2, 1-5ª



REFLEXIÓN

lo que tiene que suceder pronto(tajus:inmediatamente)

El autor del libro que vocea la Palabra final es un visionario que además de escucharla, contempla hacia adelante en el tiempo la gestación del designio del Señor y su reinado.

Tal contemplación le hace vivir la inmediatez y la cercanía de los acontecimientos relacionados con la manifestación de la Gloria de Dios, en las persecuciones y tribulaciones que sufre la comunidad por su fe.

Se trata de una experiencia asíncrona del tiempo, que atraviesa capas superpuestas temporalmente en la historia, y expresa una conciencia de futuro en el presente.

Como nuestra experiencia de fe de la cercanía del Señor en nuestro lapso de tiempo cronológico, que por un instante se reviste de la intensidad final y nos aproxima a la comunión con el Padre, desde el que vemos de otra forma distinta a la que nos tiene acostumbrados nuestra cotidianeidad.

Y al salir de la nube del éxtasis servida en fe y esperanza, nos acongojamos porque nuevamente el tiempo cronológico se apodera de nuestra paciencia, para desafiarlo y punzarlo con impaciencia.

Una vez perdemos de vista la coyuntura específica que dio origen a estas palabras, quedamos como en un suspenso sobre lo que significa ese pronto. Hemos de aprender a vivir el tiempo escatológico, entre el tiempo cronológico y el eterno. Lo que para el último es pronto, para el primero es una larga espera subjetiva. Se trata de una relatividad que empaña toda la dimensión humana.

Éste, narrando lo que ha visto, se hace testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo

y Juan ha dicho la verdad de todo cuanto vio y es testigoc del mensaje de Dios confirmado por Jesucristo

Decir y ser testigo de la Palabra es hacerse mártir, al modo del testimonio por excelencia: Jesús de Nazareth.

Una narración, un decir que lleva implícita la voluntad de donación de la propia vida, si fuera necesario. Lo cual en el autor del libro no se cumple en forma sangrienta, como sí lo fue en Jesús y muchos de sus seguidores.

No significa que el mártir ame la violencia, sino que su testimonio lo hace víctima de la misma, con mortificaciones, sufrimientos, tribulaciones a causa de la verdad que encarna.

Las visiones pueden ser comprensiones que se alcanzan con la madurez de los acontecimientos y los sujetos que los interpretan. Comprensiones que contribuyen a modificar las apreciaciones y por ende generan decisiones cualitativamente diferentes. Nuestra vida es como un caminar trascendiendo de visión en visión, una vez respondemos con fe, esperanza y amor la convocatoria del Espíritu.

pusiste a prueba a los que se llamaban apóstoles sin serlo y descubriste que eran unos embusteros

El creyente ineludiblemente es testigo y como tal mártir. Solo que su testimonio es probado hasta el final, para determinar su verdad.

Este es un sentido del sufrimiento del creyente.

Salmo responsorial: 1



REFLEXIÓN

Dichoso el hombre que su gozo es la ley del Señor

Considerar la Palabra asiduamente conforma un sentido para la existencia que place, centra y serena. Es una nutrición permanente para robustecer la contemplación para alcanzar amor.

Ignacio espera del ejercitante al final de los ejercicios, que la experiencia intensa del gozo de la Palabra a la que ha sido expuesto, desemboque en una contemplación para alcanzar amor durante su vida ordinaria.

Y si el amor como dice Ignacio allí mismo se debe poner más en las obras que en las palabras, el contemplativo de la Palabra lo será en la acción vital construyendo el reino de fraternidad.

Lucas 18,35-43



REFLEXIÓN

cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: "Pasa Jesús Nazareno."

Este relato se expresa en lenguaje inclusivo: desde la ceguera. Asume la vivencia del ciego que oye pasar mucha gente y se asombra hasta el punto de pedir que le expliquen lo que sucede.

Se menciona el pasar de Jesús uno de Nazaret, cuya mención resuena en el ciego porque le pide un favor. 

Ya no era cualquier Jesús sino un taumaturgo, un hombre de prodigios. 

Y cuánto mejor que las limosnas que el recobrar su visión e integrarse plenamente a la vida común.

"¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!"

La palabra de los acompañantes de Jesús, de las que el ciego se fía, lo llevan a la confesión de quien contempla la identidad de Jesús, como hijo de David, a pesar de su ceguera.

Si David era el paradigma de un mesías, Jesús actuaba como si fuera su heredero y sucesor.

Los que iban delante le regañaban para que se callara

Contemplación de la verdad profunda del acontecimiento Jesús, que supera las dificultades interpuestas por otros que no captan su proceso.

¿Qué quieres que haga por ti?"

Cuál es tu prioridad, ciego? Somos tan ciegos que ni sabemos cuál es nuestra prioridad, para que él tenga misericordia.

Necesitamos al Espíritu que pide por nosotros.

"Señor, que vea otra vez." Jesús le contestó: "Recobra la vista, tu fe te ha curado

Hacia dónde va nuestra fe, la que mueve nuestra oración? Su objetivo, su impulso, su tendencia. 

Es una fe que debe ser reeducada para que sea eficaz. 

Por eso el Señor Jesús nos enseñó cómo orar, más que qué orar.

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motivaciondehoy


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Lunes 33 de tiempo ordinario

Año Par

Apocalipsis 1, 1-4; 2, 1-5ª

Salmo responsorial: 1

Lucas 18,35-43

BEATO CARLO



 Juan de Fécamp, Confesión teológica
(Parte 2, 3-4: Ed. J. Leclercq, 1946, 125-126)
Cristo, como buen pastor, intercede por nosotros, miserables


Te doy gracias por la encarnación y el nacimiento de tu Hijo, y por su

gloriosa Madre, mi Señora, por cuyo patrocinio confío ser grandemente

ayudado ante tu misericordia. Te doy gracias por la pasión y cruz de tu Hijo, por

su resurrección, por su ascensión al cielo y porque ahora se sienta con majestad

a tu derecha. Te doy gracias por toda su enseñanza y por sus obras, con cuyo

ejemplo somos educados e informados para llevar una vida santa e

irreprochable.

Te doy gracias por aquella sacratísima efusión de la preciosa sangre de tu

Hijo, por la cual fuimos redimidos, así como por el sacrosanto y vivificante

misterio de su cuerpo y de su sangre, con el que cada día somos, en tu Iglesia

santa, alimentados y santificados, al mismo tiempo que se nos hace partícipes

de la única y suma divinidad.

420Te doy gracias, Señor, Dios nuestro, por tu infinita misericordia, por tu gran

compasión con la que te dignaste venir en ayuda de nosotros, perdidos, por

medio de tu propio Hijo, nuestro Salvador y remunerador, que fue entregado

por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación, y ahora que vive

para siempre sentado a tu derecha, intercede por nosotros, miserables, como

buen pastor y verdadero sacerdote que comparte los sufrimientos con la grey

fiel, que él se adquirió al precio de su sangre. Comparte contigo la compasión

hacia nosotros, pues es Dios, engendrado por ti, coeterno y consustancial a ti en

todo: por eso puede salvarnos para siempre como Dios y como todopoderoso.

El ha sido nombrado por ti juez de vivos y muertos. Por tu parte, tú no

juzgas a nadie, sino que has confiado al Hijo el juicio de todos, en cuyo pecho

están encerrados todos los tesoros del saber y del conocer, a fin de que sea un

testigo y un juez perfectamente justo y verdadero, juez y testigo al que ninguna

conciencia pecadora pueda escapar.

Apenas si el justo se salvará en su tremendo examen: y yo, tan miserable que

he quebrantado prácticamente todos sus preceptos, ¿qué haré o qué responderé

cuando compareciere ante su tribunal? Por eso te ruego, Dios, Padre

clementísimo, por el mismo eterno juez, por el que es víctima de propiciación

por nuestros pecados, concédeme la contrición de corazón y el don de lágrimas,

para llorar incesantemente, día y noche, las heridas de mi alma, mientras

estamos en el tiempo de gracia, mientras es el día de la salvación, para que mi

redomada iniquidad y mis innumerables pecados, que ahora permanecen

ocultos, no aparezcan en el día aquel del tremendo examen en presencia de los

ángeles y los arcángeles, de los profetas y los apóstoles, de los santos y de todos

los justos. Misericordia, Dios mío, misericordia, tú que no te complaces en la

muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.