jueves, 28 de noviembre de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Jueves 34 tiempo ordinario

Año Par

Apocalipsis 18, 1-2. 21-23; 19, 1-3. 9ª



REFLEXIÓN

"Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero.""

Después de cantar a la destrucción de Babilonia, y glorificar la liberación de sus víctimas, llega la hora del banquete, símbolo de la reunión en armonía, de los elegidos del Reino.

Babilonia fue mencionada y cantada su destrucción, desde los profetas antiguos en el primer testamento.

Su mortífero poder dominante fue la causa del exilio y sufrimiento del pueblo de Dios.

Quedó su nombre como un símbolo de iniquidad, maldad y opresión. Y como tal es vuelto a tomar en este último libro del Nuevo Testamento, el Apocalipsis.

Ignacio de Loyola también ubica este símbolo de pecado y causa de todos ellos en la meditación de dos banderas, cuando propone al ejercitante, que emerge de la purificación de la primera semana, los programas que se abren a su elección: con Cristo o con Babel.

Hoy en día muchos siguen reinterpretando ese símbolo en otros poderes que se van sucediendo en el panorama mundial, incluído el papado, para algunos disidentes del catolicismo.

Se identifica también a cualquier Potencia política y económica dominante en el escenario internacional teniendo a Babilonia como sinónimo de Imperialismo.

Importa sin embargo rescatar más allá del señalamiento, el efecto permanente para la liberación de las víctimas y su regocijo definitivo, en la simbología del banquete.

El gozo es la mayor posibilidad de la paz y la comunión fraterna, para lo cual la destrucción de un símbolo del mal, cualquiera que sea, no es más que una oportunidad histórica.

Salmo responsorial: 99



REFLEXIÓN

dándole gracias y bendiciendo su nombre

Cada derrota del Maligno en el territorio de los acontecimientos de la historia es, más que nada, un motivo de acción de gracias por la aproximación del reino.

Somos un pueblo que vive del ágape, no de la ley del talión y el revanchismo.

Lucas 21,20-28



REFLEXIÓN

Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción

En boca de Jesús se da una advertencia: la historia del asedio y destrucción de Jerusalén volverá a ocurrir. 

La seguridad no está allí en sus murallas, ni en su templo.

hasta que a los gentiles les llegue su hora.

Una expresión que puede tener, además del sentido obvio, el de la conversión de los gentiles que se impulsará desde la misión de apóstoles como Pablo, quien también se convierte de perseguidor en seguidor del crucificado resucitado.

Todo daño de una potencia sobre los más débiles no quedará impune, porque en los ciclos históricos se dará la retaliación.

Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación

No está allí en la destrucción del Imperio la solución definitiva, porque otro surgirá. 

La definición es la manifestación del poder de Dios, como nos lo ha mostrado el Hijo de Hombre, Jesús de Nazareth.

Los signos de acabamiento y extinción de la vida como la que conocemos y el orden como lo acostumbramos, no traen sólo mensajes trágicos sino también, anhelos y esperanzas en aquel de quien se espera lo más, lo único: la salvación total. 

Este es el hijo de hombre glorificado.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1595733995127439363?s=20&t=schx1RsK6-wX9bo4DZAnnw

motivaciondehoy


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Jueves 34 tiempo ordinario

Año Par

Apocalipsis 18, 1-2. 21-23; 19, 1-3. 9ª

Salmo responsorial: 99

Lucas 21,20-28

SAN CARLO DE JESÚS ACUTIS DE ASIS

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


JUEVES, XXXIV SEMANA

De la homilía de un autor del siglo II
(Caps 18,1—20,5 Funk 1, 167-171)
Practiquemos el bien, para que al fin nos salvemos


Seamos también nosotros de los que alaban y sirven a Dios, y no de los

impíos, que serán condenados en el juicio. Yo mismo, a pesar de que soy un

gran pecador y de que no he logrado todavía superar la tentación ni las insidias

del diablo, me esfuerzo en practicar el bien y, por temor al juicio futuro, trato al

menos de irme acercando a la perfección.

Por esto, hermanos y hermanas, después de haber escuchado la palabra del

Dios de verdad, os leo esta exhortación, para que, atendiendo a lo que está

escrito, nos salvemos todos, tanto vosotros como el que lee entre vosotros; os

pido por favor que os arrepintáis de todo corazón, con lo que obtendréis la

salvación y la vida. Obrando así, serviremos de modelo a todos aquellos jóvenes

que quieren consagrarse a la bondad y al amor de Dios. No tomemos a mal ni

nos enfademos tontamente cuando alguien nos corrija con el fin de retornarnos

al buen camino, porque a veces obramos el mal sin darnos cuenta, por nuestra

doblez de alma y por la incredulidad que hay en nuestro interior, y porque

tenemos sumergido el pensamiento en las tinieblas a causa de nuestras malas

tendencias.

Practiquemos, pues, el bien, para que al fin nos salvemos. Dichosos los que

obedecen estos preceptos; aunque por un poco de tiempo hayan de sufrir en este

mundo, cosecharán el fruto de la resurrección incorruptible. Por esto, no ha de

entristecerse el justo si en el tiempo presente sufre contrariedades: le aguarda

un tiempo feliz; volverá a la vida junto con sus antecesores y gozará de una

felicidad sin fin y sin mezcla de tristeza.

Tampoco ha de hacernos vacilar el ver que los malos se enriquecen, mientras

los siervos de Dios viven en la estrechez. Confiemos, hermanos y hermanas:

sostenemos el combate del Dios vivo y lo ejercitamos en esta vida presente, con

miras a obtener la corona en la vida futura. Ningún justo consigue en seguida la

paga de sus esfuerzos, sino que tiene que esperarla pacientemente. Si Dios

premiase en seguida a los justos, la piedad se convertiría en un negocio;

daríamos la impresión de que queremos ser justos por amor al lucro y no por

amor a la piedad. Por esto, los juicios divinos a veces nos hacen dudar y

entorpecen nuestro espíritu, porque no vemos aún las cosas con claridad.

Al solo Dios invisible, Padre de la verdad, que nos ha enviado al Salvador y

Autor de nuestra incorruptibilidad, por el cual nos ha dado también a conocer la

verdad y la vida celestial, a él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.