Miércoles 4 de Cuaresma
Isaías 49,8-15
REFL
EXIÓN
"En tiempo de gracia te he respondido, en día propicio
te he auxiliado; te he defendido y constituido alianza del pueblo, para
restaurar el país, para repartir heredades desoladas, para decir a los
cautivos: "Salid", a los que están en tinieblas: "Venid a la
luz."
Jesús de
Nazaret condensa, según los relatos de los evangelios, este anuncio gozoso. Él
vivió el tiempo de gracia por el auxilio que el Padre le ofreció durante su
vida a favor de otros desolados, cautivos y en tienieblas.
Según la
teoría cognitiva vamos aprendiendo por especificación desde conceptos básicos y
abiertos a la especificidad. Las oportunidades, coyunturas, circunstancias,
encuentros en la vida van llenando esos básicos de especialidades y así nuestro
conocimientos se va tornando cada vez más complejos.
Los
básicos de la Palabra del Señor se dieron en la existencia de un pueblo,
seleccionado para asumirlos con mayor genio que otros pueblos y culturas.
Ese
genio la convirtió en un ethos: carácter único, proyecto específico, voluntad
de logro hasta el presente.
La
determinación que se da en Jesús de Nazareth, para sus creyentes y seguidores,
desde hace , es la más alta y definitiva, fundamentada en los básicos de
Israel, que étnicamente prosigue en la búsqueda de esa configuración final.
Porque
los gentiles en Jesús y sus seguidores configuraron un Israel del Espìritu.
los conduce el compasivo
En las
inmediaciones contextuales de los cantos del siervo de Yavéh se propone un
esbozo de alguien por venir: un individuo y un pueblo. Serán compasivos.
Ser
compasivo refleja una moción de esperanza que se transmite: vendrán otros
mejores momentos. Y como señal y gesto concreto la compasión misma. Compasivos
y compadecidos forman un pueblo-señal. Ellos comparten solidariamente la
esperanza en gestos creyentes de amor. Y así se animan y construyen mientras
aguardan.
Miradlos venir de lejos; miradlos, del norte y del poniente,
y los otros del país de Sin.
Son
muchos los que llegarán para ser compadecidos y cambiar su suerte.
¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura, no
conmoverse por el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvide, yo no te
olvidaré
Más que
una madre, más que un Padre, es el Señor.
Un padre
desconcertante-incluso para la mentalidad patriarcal-aparece en las parábolas.
Sin
medida en su generosidad y amor a todos. Con predilección a los que soportan el
rechazo y aislamiento del resto.
La
gracia evangélica es una especial sensibilidad por la víctima que difícilmente
alcanza algo de justicia y compasión.
Cuál
podría ser el fondo que mueve la indignación ante la ofensa al más débil
victimizado? El abuso de la fuerza? El aplastamiento de un ser indefenso? La
captación de gracia, revelada por el Espíritu, que se trata de un hijo de Dios,
hermano nuestro, que merece una vida digna, un mejor presente, un futuro
promisorio? La percepción del derecho humano a vivir una libertad que lo afirme
como protagonista de su propio destino?
Difícil
expresarlo en una sola formulación pero es un conocimiento que nace de lo más
profundo, carismático, donado por el Señor, que nos emparenta a Él, y nos hace
su imagen y semejanza.
Si ya es
difícil que una madre se olvide, pero sucede, con el Señor Padre no sucede.
Salmo
responsorial: 144
REFLEXIÓN
El Señor es justo en todos sus caminos, / es bondadoso en
todas sus acciones; / cerca está el Señor de los que lo invocan, / de los que
lo invocan sinceramente
La
imagen y semejanza como voluntad amorosa del Creador Padre-Madre se escenifica
a la perfección en Jesús de Nazareth, quien la hace creíble con su muerte y se
nos comunica con su resurrección.
Así
queda despejado el camino para nuestra plena realización: divinizarnos como
imagen y semejanza en nuestro justo y bondadoso caminar.
Se dan
entonces las condiciones para que la familiaridad con Él se manifieste en su
cercanía cuando lo invocamos.
Jesús
nos orienta en la sinceridad para invocar al Padre, con el Padrenuestro: que
nuestra gloria se apoye en la de Él, que nuestro destino descanse en Él; que
nos fiemos de su paternidad para sostenernos en la existencia; que nuestra
fraternidad de hijos de tal Padre sea hasta el extremo de perdonarnos; que
nuestra vigilancia y alerta descanse en su protección para una vida confiada en
su amor compasivo.
Ser
sinceros para con Dios, más que una realidad, con mucha frecuencia es una
presunción no comprobada existencialmente.
Es una
vivencia inflacionada que no se corresponde totalmente con la realidad.
Nos
sorprendemos no ser oídos, y es lo contrario, pero nuestra transformación hacia
la sinceridad completa no camina con la misma velocidad.
Juan 5,17-30
REFLEXIÓN
llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios
La
experiencia de Dios aportada por Jesús de Nazareth es profundamente
perturbadora para todos los que se meten a creyentes.
Unos
miraban a Jesús como un blasfemo porque se hacía igual a Dios. Esa igualdad
provocaba su odio fratricida. Como los hermanos de José, que lo odiaban por
envidia de su relación con Jacob.
Los
catequizados por Jesús y los que vendrían en la historia del cristanismo,
ensayarían una nuevo modo de expresar la experiencia con Dios: la familiaridad.
Aparece
entonces el otro extremo de la experiencia que es: ser igual a Dios, sin Dios.
Ser divinos por antonomosia.
Y así nos
debatimos entre dos extremos, pero sin poder olvidar que el programa a realizar
es la divinización como experiencia de Dios, pero como Padre, con quien
formamos una familia, y con los otros que son nuestros hermanos.
Respecto
de la divinidad pensada desde la antigüedad hasta nuestros días, pasando por
los ídolos, Jesús construyó la especificación más nítida: un Padre doméstico.
Él es el
portador de un Padre/divinidad domesticada, amigable, familiar, benéfica, en
cuya relación no cabe temor ni suspicacia ni paranoia.
El
carisma del evangelista es más teológico, porque no va sólo a la causa obvia:
el sábado, sino a la causa profunda: llamar a Dios su padre, transmitía una
igualdad que ofendía el monoteísmo judío.
Los
partidarios de que este carisma aporta casi exclusivamente la propia cosecha
del evangelista y no se corresponde con la realidad, se basan en la voluminosa
reflexión que sobre los hechos más desnudos, presenta el cuarto evangelio.
Así cabe
preguntarse: el exceso de reflexión es apologético, que desea defender una
postura pro-divinización del hombre Jesús? O es teológica, que profundiza en la
lectura de fe de esos hechos y penetra en su realidad carismática, es decir,
que se dona gratuitamente? Quién lee mejor según la auténtica realidad de las cosas?
el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le
mostrará obras mayores que ésta, para vuestro asombro
El mundo
del anti-reino no entiende este programa en el que hay que contar con el Padre
para ser hermanos.
Se
mantiene entonces la violencia que nace de violentar el Designio del reino.
Occidente
en su tentación de divinización sin Dios Padre. Oriente en la exclusiva
divinidad de Dios, sin familiaridad de Padre.
La nueva
evangelización entraña la comunicación de una experiencia del Padre en el hijo
Jesús de Nazareth, adecuada a las tentaciones de cada cultura, sin desfallecer
en el Designio.
resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da
vida a los que quiere
Como una
muestra de su divinización Jesús recibió la vida y la concedía. Como un signo
que propagara esa intención del Padre Creador.
porque ha pasado ya de la muerte a la vida
Escuchar
la Palabra es experimentar la vida nueva. En ella resurgimos de las cenizas del
anti-reino para el ágape del reino.
los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan
oído vivirán
Será que
cuando comparto la Palabra estoy consciente de la vida nueva que palpita en
nosotros como una anticipo de nuestra divinización?
no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió
La divinización
al estilo de Jesús trata de una colaboración de voluntades, y su lucha a favor
de los débiles es para que no se les obstaculice ser también hijos de Dios
Padre.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1372146448180084736?s=20
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