Jueves, XXV semanaSan
Agustín Sermón sobre los pastores 7 46,24-25.27
Las sacaré de entre los pueblos, las congregaré de los países, las traeré a su tierra, las apacentaré en los montes de Israel. Compara a los autores de las sagradas Escrituras con los montes de Israel. En ellas habéis de apacentáos para pacer con seguridad. Saboread bien cuanto en ellas oigáis; rechazad cuanto venga de fuera. Para no extraviaros en la tiniebla, escuchad la voz del pastor. Recogéos en los montes de la sagrada Escritura. En ella se encuentran las delicias de vuestro corazón, en ella no hay nada venenoso, nada extraño; son pastos ubérrimos. Lo único que tenéis que hacer, las que estáis sanas, es acudir a apacentaros en los montes de Israel. En las cañadas y en los poblados del país. Porque de los montes, de los que hemos hablado, manaron los ríos de la predicación evangélica, ya que a toda la tierra alcanza su pregón, y la tierra entera se volvió abundante fecunda para pasto de las ovejas. Las apacentaré en ricos pastizales, tendrán sus dehesas en los montes más altos de Israel, o sea, donde puedan descansar y decir: «Se está bien»; donde digan: «Es verdad, está claro, no nos han engañado.» Descansarán en la gloria de Dios, como si fueran sus dehesas. Se recostarán, es decir, descansarán, en fértiles dehesas.
REFLEXIÓN
Muchos apacentadores profesionales, no conocen propiamente a las ovejas de su rebaño, pero ni siquiera los dejan conocer a Quien de verdad los conoce y sabe lo que necesitan. En vez de asistir al verdadero encuentro de un Juicio justo, se interponen y desvían de ese encuentro. Se necesita una buena dosis de autoaprendizaje de la propia experiencia para no esperar tanto de los apacentadores, y profundizar más en la búsqueda de Quien hace justos juicios.
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