BEATO CARLO
De la carta de San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir a los Efesios(10-12: Funk 2, 195-197)Las cadenas, perlas espirituales
Sed también constantes en orar por los demás hombres. Hay efectivamente en ellos esperanza de conversión, para que lleguen a la participación de Dios. Permitidles que aprendan de vosotros, al menos por el testimonio de las obras. Responded a sus arrebatos con vuestra mansedumbre, a sus arrogancias con vuestra humildad, a sus blasfemias con vuestras oraciones, a sus errores con vuestra firmeza en la fe, a sus brusquedades con vuestra dulzura, sin tratar de pagarles en la misma moneda. Que nos consideren como hermanos suyos por nuestra amabilidad, pero como a imitar, tratemos de ser únicamente imitadores del Señor,—¿quién ha sido más injustamente tratado que él?, ¿quién ha sido sometido a mayores privaciones o a mayores escarnios?—, para que ninguna hierba del diablo se encuentre entre vosotros, sino permaneced en toda pureza y templanza en Jesucristo, tanto corporal como espiritualmente.
Es la etapa final. En adelante, que la increíble paciencia de Dios nos haga enrojecer y temamos no se convierta en objeto de nuestra condenación. Porque una de dos: o bien tememos el castigo inminente, o amamos la gracia presente. Lo que importa es ser hallados en Cristo Jesús para entrar en la verdadera vida. Fuera de él no ha de importaros nada: por él poseo yo estas mis cadenas, verdaderas perlas espirituales, con las cuales quisiera yo resucitar gracias a vuestra oración, de la que siempre desearía participar, para ser hallado en la herencia de los cristianos de Efeso, que en todo momento estuvieron en sintonía con los apóstoles por la fuerza de Jesucristo.
Sé quién soy y a quiénes escribo: yo soy un condenado, vosotros habéis alcanzado misericordia; yo expuesto al peligro, vosotros, sobre seguro. Sois estación de paso de los que son arrebatados a Dios, iniciados en los misterios por Pablo, el hombre santificado, el hombre garantizado, el hombre digno de ser proclamado dichoso. ¡Ojalá me encuentren sobre sus huellas cuando consiga a Dios! El en todas sus cartas os tiene presentes en Cristo Jesús.
De la carta de San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir a los Efesios(10-12: Funk 2, 195-197)Las cadenas, perlas espirituales
Sed también constantes en orar por los demás hombres. Hay efectivamente en ellos esperanza de conversión, para que lleguen a la participación de Dios. Permitidles que aprendan de vosotros, al menos por el testimonio de las obras. Responded a sus arrebatos con vuestra mansedumbre, a sus arrogancias con vuestra humildad, a sus blasfemias con vuestras oraciones, a sus errores con vuestra firmeza en la fe, a sus brusquedades con vuestra dulzura, sin tratar de pagarles en la misma moneda. Que nos consideren como hermanos suyos por nuestra amabilidad, pero como a imitar, tratemos de ser únicamente imitadores del Señor,—¿quién ha sido más injustamente tratado que él?, ¿quién ha sido sometido a mayores privaciones o a mayores escarnios?—, para que ninguna hierba del diablo se encuentre entre vosotros, sino permaneced en toda pureza y templanza en Jesucristo, tanto corporal como espiritualmente.
Es la etapa final. En adelante, que la increíble paciencia de Dios nos haga enrojecer y temamos no se convierta en objeto de nuestra condenación. Porque una de dos: o bien tememos el castigo inminente, o amamos la gracia presente. Lo que importa es ser hallados en Cristo Jesús para entrar en la verdadera vida. Fuera de él no ha de importaros nada: por él poseo yo estas mis cadenas, verdaderas perlas espirituales, con las cuales quisiera yo resucitar gracias a vuestra oración, de la que siempre desearía participar, para ser hallado en la herencia de los cristianos de Efeso, que en todo momento estuvieron en sintonía con los apóstoles por la fuerza de Jesucristo.
Sé quién soy y a quiénes escribo: yo soy un condenado, vosotros habéis alcanzado misericordia; yo expuesto al peligro, vosotros, sobre seguro. Sois estación de paso de los que son arrebatados a Dios, iniciados en los misterios por Pablo, el hombre santificado, el hombre garantizado, el hombre digno de ser proclamado dichoso. ¡Ojalá me encuentren sobre sus huellas cuando consiga a Dios! El en todas sus cartas os tiene presentes en Cristo Jesús.
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