miércoles, 9 de septiembre de 2020

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 23 de tiempo ordinario

I Corintios 7, 25-31

25En cuanto a las vírgenes no tengo mandamiento del Señor, pero doy mi opinión como el que habiendo recibido la misericordia del Señor es digno de confianza. 26Creo, pues, que esto es bueno en vista de la presente aflicción; es decir, que es bueno que el hombre se quede como está. 27¿Estás unido a mujer? No procures separarte. ¿Estás libre de mujer? No busques mujer. 28Y si te casas, no has pecado; y si una virgen se casa, no ha pecado. Sin embargo, ellos tendrán problemas en esta vida, y yo quiero evitárselos. 29Pero esto digo, hermanos: el tiempo ha sido acortado; de modo que de ahora en adelante los que tienen mujer sean como si no la tuvieran; 30los que lloran, como si no lloraran; los que se regocijan, como si no se regocijaran; los que compran, como si no tuvieran nada; 31los que aprovechan el mundo, como si no lo aprovecharan plenamente; porque la apariencia de este mundo es pasajera.


COMENTARIO

Pero estos tales sufrirán la tribulación(thlipsis)de la carne.

La unión carnal es un bien, como realidad de este mundo. Luego el mundo es un bien. El mundo no es un mal. Una diferencia abismal con respecto al odio del mundo de la filosofía griega y de los primeros anacoretas.

Sin embargo éstos tampoco negaban el bien en el mundo, pero no canonizaban el mundo en cuanto tal.

Pablo como judío ama el mundo como creación de Dios y entre los bienes del mundo está la unión carnal.

Solo que como los bienes de este mundo tiene sus tribulaciones, sus conflictos, porque está de por medio la unión de voluntades, de libertades, que es una conquista, una tarea, un don procesual.

Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.

La mejor disposición para llevar a cabo esta conquista es caer en cuenta del mundo que pasa y no dura para siempre. Una lección que muchos no aprenden sino hasta el final de sus días, con amargura.

Y de esa convicción o previsión se extrae la lección fundamental de no asirse, no apoderarse, no aferrarse sino liberarse. Vivir los bienes con la sabiduría del peregrino:el que está de paso.

3. Nos podemos preguntar: ¿Qué «tribulaciones de la carne» tenía Pablo en el pensamiento? Cristo hablaba sólo de los sufrimientos (o «aflicciones») que padece la mujer cuando ha de dar «a luz al hijo», subrayando a la vez la alegría (cf. Jn 16, 21) con que se regocija en compensación de estos sufrimientos, después del nacimiento del hijo: la alegría de la maternidad. En cambio, Pablo escribe sobre las «tribulaciones del cuerpo» que esperan a los casados. ¿Acaso será ésta la expresión de una aversión personal del Apóstol hacia el matrimonio? En esta observación realista hay que ver una advertencia justificada a quienes —como a veces los jóvenes— piensan que la unión y convivencia conyugal han de proporcionarles sólo felicidad y gozo. La experiencia de la vida demuestra que no rara vez los cónyuges quedan desilusionados respecto de lo que principalmente se esperaban. El gozo de la unión lleva consigo también las «tribulaciones de la carne», sobre las que escribe el Apóstol en la Carta a los Corintios. Con frecuencia son «tribulaciones» de naturaleza moral. Si él quiere decir con esto que el verdadero amor conyugal —aquel precisamente por el que «el hombre... se adherirá a su mujer y vendrán a ser los dos una sola carne» (Gén 2, 24)— es al mismo tiempo un amor difícil, ciertamente se mantiene dentro del terreno de la verdad evangélica y no hay razón alguna para descubrir aquí síntomas de la actitud que caracterizaría más tarde al maniqueísmo. ( JUAN PABLO II AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 30 de junio de 1982)

Salmo Responsorial: 44



COMENTARIO

Escucha, hija, mira: inclina el oído, / olvida tu pueblo y la casa paterna; / prendado está el rey de tu belleza:

Porque no nos liberamos para el duelo de la pérdida de unos bienes, sino para el encuentro definitivo del Padre que colmará todo deseo.

"A cambio de tus padres, tendrás hijos, / que nombrarás príncipes por toda la tierra."

En la ley común de la existencia por la unión carnal se dejan los padres y se adquiere descendencia. Un bien reemplaza otro, en una escalada hacia la plenitud, que se fundamenta en la esperanza.

Es un proceso que nos advierte de un horizonte mayor, más allá de esa unión, que consiste en la unión divina.

Lucas 6, 20-26

20Volviendo su vista hacia Sus discípulos, decía: "Bienaventurados ustedes los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios. 21"Bienaventurados ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados. Bienaventurados ustedes los que ahora lloran, porque reirán. 22"Bienaventurados son ustedes cuando los hombres los aborrecen, cuando los apartan de sí, los colman de insultos y desechan su nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. 23"Alégrense en ese día y salten de gozo, porque su recompensa es grande en el cielo, pues sus padres trataban de la misma manera a los profetas.
24
"Pero ¡ay de ustedes los ricos! Porque ya están recibiendo todo su consuelo. 25"¡Ay de ustedes, los que ahora están saciados! Porque tendrán hambre. ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen! Porque se lamentarán y llorarán. 26"¡Ay de ustedes, cuando todos los hombres hablen bien de ustedes! Porque de la misma manera trataban sus padres a los falsos profetas.

COMENTARIO

"Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.

Porque la palabra que sale de la boca de Dios será la que los sacie.

Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis

Hay promesa y esperanza que tras el dolor vendrá la alegría. Tras la desolación la consolación.

Nuestro tiempo está dedicando especial concentración de atención y cuidado a la realidad social de los despojados de bienes de este mundo.

Se insiste con razón que la creación es para que todos vivan a plenitud los bienes de la vida y que no existan excluídos porque si no se viola sus derechos al bienestar material, y su derecho a la felicidad de este mundo.

Lo que podemos olvidar o menospreciar cuando insistimos en este enfoque es la felicidad  y dicha anunciada a los que asumen la falta de posesión como una liberación para el mundo venidero y se abren en su carencia a la dicha de la unión definitiva con el Padre.

Esto también es evangelio, buena nueva. Y si dejamos de señalar el Principio y fundamento, fallamos en la consistencia de nuestra misión.

Por eso en los ejercicios espirituales ignacianos se abre al horizonte último de la unión desde el principio, y se cierra con la metodología y proceso de peregrinaje en la Contemplación para alcanzar amor.

Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre-

Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo

Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas

Lo que acarrea vivir en contracultura de la idolatría circundante. Lo que acarrea vivir la palabra y significarla en un estilo de vida.

Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas."

Los ayes o lamentaciones, al estilo profético, no son maldiciones, sino dolor, como el de Jesús cuando llora sobre Jerusalén, porque el estilo de vida idólatra no cesa ni cesará, y el camino de vida para muchos se perderá.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1303662102654189570?s=20

 

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

San Bernardo Sermón 5 sobre diversas materias 4-5


Vigilemos en pie, apoyándonos con todas nuestras fuerzas en la roca firmísima que es Cristo, como está escrito: Afianzó mis pies sobre roca, y aseguró mis paso. Apoyados y afianzados en esta forma, veamos qué nos d ce y qué decimos a quien nos pone objeciones.

La fortaleza de Jesús a quienes ponen su fe en él, no es la fortaleza de ellos, sino de él. Quien resistió hasta el final afrontando objeciones a su misión, incluso asumiendo, sobrellevando y sobreviviendo su repudio final, porque con él está la firmeza de su Padre, el creador. Por lo tanto, hacer frente a las objeciones contra su evangelio es el carisma del fiel bautizado y confirmado. Sólo que hay que empoderarlo.

Amadísimos hermanos, éste es el primer grado de la contemplación: pensar constantemente qué es lo que quiere el Señor, qué es lo que le agrada, qué es lo que resulta aceptable en su presencia. Y, pues todos faltamos menudo, y nuestro orgullo choca contra la rectitud de la voluntad del Señor, y no puede aceptarla ni ponerse de acuerdo con ella, humillémonos bajo la poderosa mano de Dios altísimo y esforcémonos en poner nuestra miseria a la vista de su misericordia, con estas palabras: Sáname, Señor, y quedaré sano; sálvame y quedaré a salvo. Y también aquellas otras: Señor, ten misericordia, sáname, porque he pecado contra ti.

Empoderar el carisma de la firmeza ante las objeciones, pasa por reconocer que la debilidad y la vulnerabilidad son nuestros acompañantes natos, y es preciso confesarlos humildemente ante la misericordia del Padre de Jesús.

Una vez que se ha purificado la mirada de nuestra alma con esas consideraciones, ya no nos ocupamos con amargura en nuestro propio espíritu, sino en el espíritu divino, y ello con gran deleite. Y ya no andamos pensando cuál sea la voluntad de Dios respecto a nosotros, sino cuál sea en sí misma. Y, ya que la vida está en la voluntad del Señor, indudablemente lo más provechoso y útil para nosotros será lo que está en conformidad con la voluntad del Señor. Por eso, si nos proponemos de verdad conservar la vida de nuestra alma, hemos de poner también verdadero empeño en no apartarnos lo más mínimo de la voluntad divina.

Nos salimos del círculo tóxico de nosotros mismos y nuestro victimismo y alzamos la vista a los intereses de todos en el mundo, ante quienes somos testigos del amor del Padre y su fortaleza, y en el que se nos muestra cómo debe ser nuestro servicio.

Conforme vayamos avanzando en la vida espiritual, siguiendo los impulsos del Espíritu, que ahonda en lo más íntimo de Dios, pensemos en la dulzura del Señor, qué bueno es en sí mismo. Pidamos también, con el salmista, gozar de la dulzura del Señor, contemplando, no nuestro propio corazón, sino su templo, diciendo con el mismo salmista: Cuando mi alma se acongoja, te recuerdo.

La dulzura del Señor deberá mitigar nuestro esfuerzo y dificultad por seguirlo, no la autojustificación de nuestra debilidad.