Año Impar
Tobías 3,1-11a.16-17ª
REFLEXIÓN
Nos has entregado al saqueo, al destierro y a la muerte, nos
has hecho refrán, comentario y burla de todas las naciones donde nos has
dispersado
Una
lectura de la historia que llama al desconsuelo y cifra la responsabilidad en
el Señor, también.
Se
trata de una libertad del espíritu orante y creyente en una encrucijada de
dolor y aflicción.
Se
reprocha al Señor tantos males desencadenados por la desobediencia a sus
mandatos.
Diríamos
que no es lógico quejarse así si admitimos nuestra responsabilidad y
causalidad.
Pero
la queja es desahogo sobre el cúmulo de consecuencias negativas que se han
desprendido de esas acciones nuestras.
Nos
quejamos porque no sabíamos qué tanto nos perjudicaría y haría daño eso que
decidimos actuar.
En
alguna forma la queja lleva su gramo de razón porque nunca sabremos
completamente y de antemano lo que podemos originar con nuestra rebeldía.
Por
eso el Señor nos vuelve a recoger como niños traviesos que se meten en
problemas, que no han calculado y no saben cómo resolver.
Haz ahora de mí lo que te guste. Manda que me quiten la
vida, y desapareceré de la faz de la tierra y en tierra me convertiré.
Cuando
el Jesús orante se encuentra con su Padre buscando fuerza en su aflicción
mortal, lo hace porque asume como inocente la culpabilidad del mundo.
Y
aunque es entregado posteriormente es rescatado como gesto de la justicia de
Dios.
Porque
así se revela a todos que el Padre de Jesús, por la entrega de su Hijo, no
condena sino la pecaminosidad y la injusticia, pero rescata al pecador
arrepentido, empantanado y aprisionado en las consecuencias de su desorden.
Salmo responsorial: 24
REFLEXIÓN
enseña su camino a los humildes
La
humildad de Jesús se mostró en asumir el Designio como si fuera culpable, por
amor a otros.
Se
dan ejemplos en la historia de quienes son culpables y asumen su culpabilidad
librando al inocente injustamente acusado.
Pero
no hay inocentes absolutos que por amor se entreguen en vez de los culpables,
excepto los menos culpables que se ofrendaron para tomar el lugar de los
ajusticiados.
La
culpabilidad es como la contaminación ambiental, que a todos nos toca un poco,
y todos la producimos un poco.
Por
eso no somos totalmente inocentes, aunque parezca.
Marcos 12,18-27
REFLEXIÓN
se acercaron a Jesús unos saduceos, de los que dicen que no
hay resurrección,
No
es que no esperaran otra vida después de ésta. Solo que su figuración, el
imaginario de la misma para ellos se agotaba en el esquema antiguo de la
memoria de los difuntos en los descendientes.
Curiosamente
hoy cristianos hay que también se limitan a una significación de la
resurrección para sus vidas que se reduce a la memoria de los difuntos en los
que quedan vivos por sus ideas y obras. Se podría pensar en una idolización de
la ideología y una despersonalización del evangelio.
Cuando llegue la resurrección y vuelvan a la vida
En
esta suposición los mentados saduceos hacían un poco burla de los fariseos,
quienes afirmaban la resurrección pero como una vuelta a la vida, tal como la
conocemos, pero sin las limitaciones del dolor, enfermedad y muerte.
Con esta
objeción que era como una caricatura de la vida resucitada se pretendía
desacreditar. Algo como el descrédito de la vida eterna en nuestro tiempo.
no entendéis la Escritura ni el poder de Dios. Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del cielo
Jesús
rompe el cerco saduceo, y el paralelismo con la posición farisea, yendo más
allá, hacia la discontinuidad con esta vida mortal.
La
Palabra habla del poder de Dios, y la vida del Señor es una realidad totalmente
otra a nuestras semejanzas.
Hoy es
común escuchar aun de pastores comparar la resurrección fundamentada en la de
Jesús, como el recuerdo que los vivos tenemos de los muertos, sobre todo de los
más célebres.
Se
decantan así por un imaginario de fe basado en la continuidad con esta vida,
como si ella fuera el don de Dios absoluto y perfecto.
Pero la
Palabra plantea otro modo de concebir esa realidad.
De
esto trata la pretensión de la Palabra: ponernos en contacto vivo con la fuerza
del Señor, que transforma procesualmente nuestras estructuras reales, mentales,
La
vida eterna es vida con el Totalmente Otro.
Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído
en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios:
"Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob"? No
es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados
Es
Dios de vivos, porque es vida y da la vida. No están vivos por el recuerdo que
se haga de ellos. Es mucho más, para el que cree.
Un
mucho más que como acicate dinámico en la vida presente, no deja descansar en
ninguna estructura que se alce como cristalización de una vida nueva, sino que
nos mantiene como el agua que salta hasta la vida que no termina.