LUNES 14 DE TIEMPO ORDINARIO
Año Impar
Génesis 28,10-22ª
REFLEXIÓN
Y tuvo un sueño: Una escalinata apoyada en la tierra con la
cima tocaba el cielo. Ángeles de Dios subían y bajaban por ella. El Señor estaba
en pie sobre ella y dijo
"Qué terrible es este lugar; no es sino la casa de Dios
y la puerta del cielo."
entonces el Señor será mi Dios, y esta piedra que he
levantado como estela será una casa de Dios.
En
este texto se realzan tres partes interrelacionadas: el sueño, con un símbolo
que parece pertenecer al patrimonio simbólico humano: la escalera, que toca los
dos extremos opuestos, cielo y tierra, y permite su comunicación.
Invita
a reflexionar sobre el anhelo de trascendencia radical que anida en el ser
humano.
En
segundo lugar, aparece el reconocimiento del misterio en la tierra que permite
hacer la experiencia de la trascendencia.
Lo
que abona la elección de un pueblo por parte del Dios de la multitudinaria
descendencia y la tierra prometida.
Por
último se destaca el criterio para verificar la autenticidad del sueño y su
conclusión: que se dé la protección de Jacob en su viaje, y regrese sano y
salvo.
Salmo responsorial: 90
REFLEXIÓN
Dios mío, confío en ti
Cuando
en el camino que vamos haciendo logramos subir por colinas y bajar por valles,
la visión del entorno varía: unas veces se extiende lejos y gana una vivencia
de amplitud. Otras veces se reduce, y gana una vivencia de estrechez. Incluso
unas y otras denotan experiencia de luz ambiental diferentes.
Así
en el caminar espiritual hay signos como las altitudes de las colinas, que nos
confortan con luminosidad y expansión de la confianza en el Señor. Entonces nos
cuesta realizar que se trata de un signo provisional, un aliento para la fatiga
del camino, una contribución para fortalecer la confianza en Él. Pero el
caminar no ha terminado. El final será cuando lo determine su voluntad. Y
nuestra paciencia es el tributo de aceptación a su Designio.
Mateo 9,18-26
REFLEXIÓN
"Mi
hija acaba de morir. Pero ven tú, ponle la mano en la cabeza, y vivirá".
Jesús lo siguió con sus discípulos.
Jesús de Nazareth plasma en un cuadrante del tiempo y el espacio
una muestra de la naturaleza íntima del Dios que nos está enseñando a amar,
cuando sigue con toda condescendencia y
sencillez al que le pide por su hija, hasta donde ella se encuentra.
Parece un contraste con la imagen que tenemos sobre los favores
que pedimos a una divinidad, en la que los peticionarios acuden para ser oidos.
Una
lección para nuestra manera de pedir al Señor por nuestras necesidades, graves
o menores. Él nos sigue hasta donde lo necesitemos, porque está enfocado en
nuestro bienestar.
Si
ésta fuera nuestra experiencia, lo que menos haríamos es buscar al Señor para
que hiciera el milagro de la revivificación.
Así
de excluída aparece la intervención benéfica puntual del Señor en nuestra
existencia.
Vivimos
más bien bajo el horizonte mental de esa exclusión del milagro como más
compatible con la realidad.
Pero,
es la realidad? O es como la queremos hacer en consonancia con nuestra
liberación de mitos? No será más bien la intención del Señor dársenos en amor,
bondad y beneficios en nuestra vida cada vez más? Somos de poca fe.
"¡Ánimo, hija! Tu
fe te ha curado."
Hacemos
muy poco por nuestra curación y otras bondades. Apelamos con inhibición a Jesús
de Nazareth, quien se proclamó escala entre el cielo y la tierra.
Su disponibilidad para recibirnos a la hora que sea por el motivo
que sea no tiene medida.
Así nos convence, nos habla al corazón, que Él es misericordia y
compasión, justicia y derecho. De nosotros depende tomarle la Palabra.
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