domingo, 18 de julio de 2021

PALABRA COMENTADA

 

Domingo16 de tiempo ordinario

Jeremías 23,1-6



REFLEXIÓN

suscitaré a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre: El-Señor-nuestra-justicia."

Qué fuerza tienen las palabras de Jeremías en su contexto de vida? Toda y ninguna. La voz de la Palabra surge cuando la nación sureña de Judea con su capital Jerusalén peligran y están a punto de colapsar ante los neo-babilonios.

Por su postura contraria a la resistencia armada Jeremías es considerado un mal patriota.

Sus palabras surgen entonces en un momento en que no tiene mucha credibilidad. Y ése es el instrumento que utiliza la Palabra para ser escuchada.

Pero aun siendo impopular y sospechoso de traición su mensaje dice algo verdadero: los que dirigen no tienen legitimidad, porque no cuidan del rebaño.

La promesa de la Palabra la acogemos los creyentes en Jesús de Nazareth, como sí él fuera ese líder sucesor legítimo. Creemos que él inspira un liderazgo que sí tiene en cuenta la suerte del rebaño.

Si el cuidado del rebaño fuese el criterio de legitimidad de los líderes, quién quedaría en pie? Por eso nuestro momento actual, como tantos otros del pasado y el futuro, arrojan magros resultados en ese renglón y nos comprometen como rebaño a esperar menos de los pastores poco dignos.

Salmo responsorial: 22



REFLEXIÓN

El Señor es mi pastor, nada me falta

Pero siempre nos queda por fe la actitud de la responsabilidad personal frente a nuestro pastor interno: nuestro sentido de justicia que se alimenta de la Palabra.

Preparas una mesa ante mí, / enfrente de mis enemigos; / me unges la cabeza con perfume, / y mi copa rebosa

Jesús es una muestra de quien se conduce por convicción, sin inclinarse a derecha o izquierda. Es una realidad que se evapora en nuestro tiempo tan inclinado al gregarismo de lo social y las redes sociales, donde nos sumamos anónimamente a las causas.

Por eso frente a un liderazgo oportunista que se aprovecha de la ductilidad colectivista del rebaño hay que enfrentar una conciencia de dignidad personal basada en convicción. Así es nuestra fe.

Efesios 2,13-18



REFLEXIÓN

Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear con los dos, en él, un solo hombre nuevo

Podemos preguntarnos de qué dos se habla: de judíos y gentiles? De reino del sur o del norte? Hoy nos preguntaríamos: de la derecha o de la izquierda? Conservadores o progresistas?

Pero al hacer un hombre nuevo se supera la división y ya no es nada de lo antiguo. Se trata de una novedad que supera la división

Si nuestra fe es un seguimiento de Jesús camina tras una novedad en cada momento de nuestra historia.

Ignacio, en el Principio y Fundamento de los ejercicios espirituales, nos ubica en una actitud que llama de indiferencia, que significa la libertad en pos de la novedad que supera toda posesión y aferramiento antiguo: riqueza o pobreza, salud o enfermedad, vida larga o corta…

Más bien en Jesús estamos llamados a creer en forma abierta a la novedad que el Padre nos prepara, con la esperanza firme que será mejor que nuestras antigüedades.

Marcos 6,30-34



REFLEXIÓN

se puso a enseñarles con calma

Jesús asume un liderazo ante la multitud que lo busca: el de la educación. Enseña a escuchar y seguir la Palabra del Padre, tal como él lo hace.

Nuestra confusión y tribulación actual se aliviaría en lo sociológico y en lo sicológico, se escucháramos la Palabra resonar en nuestro ámbito de conciencia y la pusiéramos por obra, en nuestro ámbito ético.

La educación es la joya de la corona de toda sociedad, pero no la instrucción o enseñanza exclusivamente, sino el conjunto de iniciativas que favorecen la e-ducción, extraer y re-dirigir las mejores fuerzas de la persona hacia objetivos superiores que perfeccionan y colman de dicha. Porque la educación así concebida es el camino de la ética que renueva la moral, constantemente.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1416719970512297985?s=20

BEATO CARLO

 BEATO CARLO
La juventud a la luz de la vida de Carlo tiene muchos apuntes para tomar y decisiones que revisar

Comienza la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los Magnesios
(Caps. 1,1-5, 2: Funk 1,191-195)
ES NECESARIO NO SÓLO LLAMARSE CRISTIANOS, SINO SERLO EN REALIDAD

Ignacio, por sobrenombre Teóforo, es decir, Portador de Dios, a la Iglesia de Magnesia
del Meandro, a la bendecida en la gracia de Dios Padre por Jesucristo, nuestro Salvador:
mi saludo en él y mis votos por su más grande alegría en Dios Padre y en Jesucristo.
Después de enterarme del orden perfecto de vuestra caridad según Dios, me he
determinado, con regocijo mío, a tener en la fe en Jesucristo esta conversación con
vosotros. Habiéndose dignado el Señor honrarme con un nombre en extremo glorioso, voy
entonando en estas cadenas que llevo por doquier un himno de alabanza a las Iglesias, a
las que deseo la unión con la carne y el espíritu de Jesucristo, que es nuestra vida para
siempre, una unión en la fe y en la caridad, a la que nada puede preferirse, y la unión con
Jesús y con el Padre; en él resistimos y logramos escapar de toda malignidad del príncipe
de este mundo, y así alcanzaremos a Dios.
Tuve la suerte de veros a todos vosotros en la persona de Damas, vuestro obispo, digno
de Dios, y en la persona de vuestros dignos presbíteros Baso y Apolonio, así como del
diácono Soción, consiervo mío, de cuya compañía ojalá me fuera dado gozar, pues se
somete a su obispo como a la gracia de Dios, y al colegio de los presbíteros como a la ley
de Jesucristo.
Es necesario que no tengáis en menos la poca edad de vuestro obispo, sino que,
mirando en él el poder de Dios Padre, le tributéis toda reverencia. Así he sabido que
vuestros santos presbíteros no menosprecian su juvenil condición; que salta a la vista,
sino que, como prudentes en Dios, le son obedientes, o por mejor decir, no a él, sino al
Padre de Jesucristo, que es el obispo o supervisor de todos. Así pues, para honor de aquel

que nos ha amado es conveniente obedecer sin ningún género de fingimiento; porque no
es a este o a aquel obispo que vemos a quien se trataría de engañar, sino que el engaño
iría dirigido contra el obispo invisible; es decir, en este caso, ya no es contra un hombre
mortal, sino contra Dios, a quien aun lo escondido está patente.
Es pues necesario no sólo llamarse cristianos, sino serlo en realidad; pues hay algunos
que reconocen ciertamente al obispo su título de vigilante o supervisor, pero luego lo
hacen todo a sus espaldas. Los tales no me parece a mí que tengan buena conciencia,
pues no están firmemente reunidos con la grey, conforme al mandamiento.
Ahora bien, las cosas están tocando a su término, y se nos proponen juntamente estas
dos cosas: la muerte y la vida, y cada uno irá a su propio lugar. Es como si se tratara de
dos monedas, una de Dios y otra del mundo, que llevan cada una grabado su propio cuño:
los incrédulos el de este mundo, y los que han permanecido fieles por la caridad, el cuño
de Dios Padre, grabado por Jesucristo. Y si no estamos dispuestos a morir por él, para
imitar su pasión, tampoco tendremos su vida en nosotros.