sábado, 16 de octubre de 2021

BEATO CARLO



 De la Constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del
Concilio Vaticano segundo
(Núms. 40. 45)

YO SOY EL ALFA Y LA OMEGA, EL PRIMERO Y EL ÚLTIMO

La compenetración de la ciudad terrestre con la ciudad celeste sólo es perceptible por la
fe: más aún, es el misterio permanente de la historia humana, que, hasta el día de la
plena revelación de la gloria de los hijos de Dios, seguirá perturbada por el pecado.
La Iglesia, persiguiendo la finalidad salvífica que es propia de ella, no sólo comunica al
hombre la participación en la vida divina, sino que también difunde, de alguna manera,

sobre el mundo entero la luz que irradia esta vida divina, principalmente sanando y
elevando la dignidad de la persona humana, afianzando la cohesión de la sociedad y
procurando a la actividad cotidiana del hombre un sentido más profundo, al impregnarla
de una significación más elevada. Así la Iglesia, por cada uno de sus miembros y por toda
su comunidad, cree poder contribuir ampliamente a humanizar cada vez más la familia
humana y toda su historia.
Tanto si ayuda al mundo como si recibe ayuda de él, la Iglesia no tiene más que una
sola finalidad: que venga el reino de Dios y que se establezca la salvación de todo el
género humano. Por otra parte, todo el bien que el pueblo de Dios, durante su
peregrinación terrena, puede procurar a la familia humana procede del hecho de que la
Iglesia es el sacramento universal de la salvación, manifestando y actualizando, al mismo
tiempo, el misterio del amor de Dios hacia el hombre.
Pues el Verbo de Dios, por quien todo fue hecho, se encarnó, a fin de salvar, siendo él
mismo hombre perfecto, a todos los hombres y para hacer que todas las cosas tuviesen a
él por cabeza. El Señor es el término de la historia humana, el punto hacia el cual
convergen los deseos de la historia y de la civilización, el centro del género humano, elgozo de todos los corazones y la plena satisfacción de todos sus deseos. Él es aquel a
quien el Padre resucitó de entre los muertos, ensalzó e hizo sentar a su derecha,
constituyéndolo juez de los vivos y de los muertos. Vivificados y congregados en su
Espíritu, peregrinamos hacia la consumación de la historia humana, que corresponde
plenamente a su designio de amor: Recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la
tierra.
El mismo Señor ha dicho: Mira, llego en seguida y traigo conmigo mi salario, para pagar
a cada uno su propio trabajo. Yo soy el alfa y la omega, el primero y el último, el principio
y el fin.

viernes, 15 de octubre de 2021

PALABRA COMENTADA

 

VIERNES 28 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Romanos 4,1-8



REFLEXIÓN

"Abrahán creyó a Dios, y esto le valió la justificación."

La cima de la amistad. La muestra de nobleza por excelencia: creer, fiarse, dejarse llevar por la palabra de otro. La palabra como garantía, la persona como fiador. Un sistema de lealtad totalmente otro respecto a la garantía de un valor material: una mercancía. Y como tal la palabra confiada genera una cultura, un universo, un todo coherente de lealtades en los que la persona es el centro de confianza y respaldo.

Hay crisis manifiesta en el sistema de lealtades cuya garantía es la mercancía, el valor material: la moneda, la tierra, la información, la acumulación de poder. Surgen los indignados, es decir, los que sienten que la dignidad de la persona ha dejado de ser el respaldo, y hay una degradación de esa dignidad: desempleados, vagos, relegados, excluidos en la flor de la edad productiva.

Claman por la restitución del sistema de la palabra en el que la garantía sea la persona y la lealtad no termine en engaño y frustración.

a éste que no hace ningún tabajo, pero tiene fe en que Dios hace justo al impío, esa fe se le cuenta en su haber

Sólo que el camino de la indignidad a la dignificación es mucho más largo y arduo porque entraña una conversión: intelectual y moral. La protesta, las caminatas, las huelgas no están mal, pero no son suficientes sin gestos de un sistema de lealtades desde la palabra de la persona.

Salmo responsorial: 31



REFLEXIÓN

Había pecado, lo reconocí, / no te encubrí mi delito; / propuse: "Confesaré al Señor mi culpa", / y tú perdonaste mi culpa y mi pecado

La culpa irracional, el escrúpulo, siempre rondará como secuela y estrategia del adversario, para desalentar la salvación. Pero la confesión y el perdón dan fuerza para neutralizarlos y salirse de ellos, cada vez más.

Lucas 12,1-7



REFLEXIÓN

miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros.

Probablemente no fue tanto. No hay esas cantidades en las aldeas de Galilea. Pero es el recurso que muestra un fundamento histórico: Jesús atraía por lo que hacía y por lo que decía. Era el sistema de lealtades centrado en la palabra, en escena.

Porque en ese momento también había muchos indignados con un sistema que los excluía hasta hacerlos pecadores. Era una etiqueta clasista puesta por la élite.

Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía

Los detentores del sistema de hipocresía usaban la palabra en doble sentido: un sentido para los demás, otro para ellos. No era transparente, sincero, único. Generaba desconfianza, malestar. Disolvía una sociedad que quisiera centrarse en la dignidad de la palabra de la persona.

Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea.

Lo corrupto y lo bendito se saben porque son los fragores de la lucha por el reino de Dios.

Deben saberse para que no idolicemos este mundo en lugar del reino. Y para que no perdamos esperanza de heredar el reino.

Una actitud de coraje que permite ser transparente sin tener miedo. Sin ocultar, sin doblez. Como Jesús.

Los suyos que le seguían estaban llamados a la palabra única, transparente, confiable.

Ese sistema de palabra única tiene sus consecuencias y riesgos. Pero el temor que cause puede disiparse con una sencilla conclusión: aparte de quitar la vida, no pueden hacer más.

no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más

Lo corrupto tiene un límite del cual no puede pasar: la vida terrenal. Su dominio es la muerte. Hemos de vigorizar nuestra esperanza asumiendo que la herencia del reino vence la muerte terrenal.

Es algo intimidante si nos afincamos en la creencia de que sólo tenemos la vida que conocemos. Es la maravilla de la fe que se origina desde Abraham y culmina en Jesús: creer en Aquel que da la vida, la vida plena.

Claro ese sistema de palabra única tiene sus consecuencias y riesgos. Pero el temor que cause puede disiparse con una sencilla conclusión: aparte de quitar la vida, no pueden hacer más. Claro que es algo intimidante si nos afincamos en la creencia de que sólo tenemos la vida que conocemos.

¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones."

El santo o santa que expresó: Yo sé de quién me he fiado, lo dijo muy bien. Fiarse. No se necesita más.