Viernes
11 de tiempo ordinario
Año Par
2Reyes 11, 1-4. 9-18. 20
REFLEXIÓN
Josebá, hija del rey Jorán y hermana de Ocozías, raptó a
Joás, hijo de Ocozías, y lo escondió con su nodriza en el dormitorio; así, se
lo ocultó a Atalía y lo libró de la muerte. El niño estuvo escondido con ella
en el templo durante seis años, mientras en el país reinaba Atalía.
Contingencias,
eventualidades, coincidencias, casualidades, son modos de decir sobre factores
que reconocemos no causamos al menos directamente.
Intervención
del Señor en el rumbo de la historia y cuyo objetivo es salvación, liberación,
santificación, transformación de la iniquidad en justicia, también son modos de
reconocer desde la fe el dominio del Señor para la realización de su Designio.
La
Palabra trae en varias oportunidades casos en los que una decisión humana, como
la de Josebá, que refleja una anécdota de existencias humanas remotas, se
muestra como una pieza providencial de un proceso más amplio del Señor a favor
del pueblo bíblico.
Nos
anima pues a levantar los ojos de nuestra desesperanza en medio de las
angosturas que podamos padecer, a la esperanza de una liberación por su
misericordia, a través de las decisiones históricas que se vayan sucediendo.
En
esta complejidad de causas y efectos no sabemos cuándo y dónde se produzca una
causa o decisión que afecte en sus consecuencias favorablemente nuestra suerte
y nos salve.
Entonces
al vivirlo vivenciamos el valor de una presencia amorosa y protectora, en cuyo
seno nos animamos a sentirnos confiados sobre una salida positiva a un
conflicto.
Yehoyadá selló el pacto entre el Señor y el rey y el pueblo,
para que éste fuera el pueblo del Señor
En
medio de una historia de sangre, una de lealtad al Señor. Es hoy diferente? No
se ve la sangre, pero hay lucha de poder, incluso dentro de la Iglesia. No se
reconoce ampliamente el carisma de autoridad de la jerarquía, en parte porque
han cometido errores, pero en parte por el individualismo que hace de cada uno
la autoridad. Es generalizado creer que uno tiene la razón indiscutible y no va
a ceder ante la desprestigiada autoridad, o por lo menos la va a resistir,
hasta que la represión lo reduzca. No se estima que el acatamiento ante la
autoridad es agradable a Dios, sino más bien lo contrario. Incluso en
religiosos.
Salmo responsorial: 131
REFLEXIÓN
El Señor ha jurado a David / una promesa que no retractará:
/ "A uno de tu linaje / pondré sobre tu trono
La
promesa del Señor se cumple, aun por caminos inéditos y aparentemente
discutibles. En medio de este gran ambiente de desacato el Señor hace su
historia de salvación. Hoy le toca a la autoridad la humildad del servicio, el
testimonio del sufrimiento por el carisma, y la honesta revisión de sus
acciones para gloria del Señor.
Haré germinar el vigor de David, / enciendo una lámpara para
mi Ungido. / A sus enemigos los vestiré de ignominia, / sobre él brillará mi
diadema.
Reconocer
en Jesús el linaje de David puede ser un inconsistencia o error histórico, pero
la alusión en las escrituras cristianas se puede entender en el sentido que él
concentra en su persona y misión, la bendición para el pueblo que la Palabra ha
traído desde la monarquía.
Sión,
Jerusalén, templo, reyes del linaje de David hablan más que de glorias humanas,
de la intervención constante y salvífica del Señor, para impulsar su Designio
de amor y justicia.
Jesús
bien pudiera ser un elegido y ungido para una misión del Padre, independientemente
de si su patrimonio genético tiene que ver con el linaje davídico. Pero
cumplirá como hijo de David si lleva adelante la bendición del Señor para la
casa de David y para el pueblo.
Si tus hijos guardan mi alianza / y los mandatos que les
enseño, / también sus hijos, por siempre, / se sentarán sobre tu trono
Porque
se discute mucho cuál será la alianza y los mandatos aquí y ahora.
Mateo 6, 19-23
REFLEXIÓN
"No atesoréis tesoros en la
tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren
boquetes y los roban. Atesorad tesoros en le cielo, donde no hay polilla ni
carcoma que se los coman, ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque dónde
está tu tesoro, allí está tu corazón.
Si
entendemos el cielo como la dimensión del reino en proceso activo desde ya, en
medio de nosotros, atesorar en el cielo significaría vivir, existir trabajando
y apegándonos a esa dimensión, a ese reino.
Implicaría
un compromiso de educarnos, formarnos, afectarnos por el valor del reino, todos
los días, en cada momento.
Porque
allí no hay corrupción ni polilla.
Por
eso luchar contra la corrupción puede ser menos favorable para el reino, que
actuar la incorrupción apegándonos a la justicia, la misericordia y la
fraternidad.
Dónde
va toda mi fuerza vital, hacia dónde se concentra? Debemos alegrarnos si va
hacia la región del Espíritu aun con un lastre carnal, que nos recuerda nuestra
debilidad en transformación.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu
cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a
oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!
Así
como el ojo es fuente de luz para el cuerpo, la Palabra y su escucha es la
fuente de luz para nuestra existencia. Si no estamos a oscuras.
Luz
ha sido y es la Palabra de Dios que cotidianamente me enseña, me labra, me
esculpe, me anima, me recuerda todo para la salvación de nosotros.
Cómo
mira un ojo sano para dar luz. Cómo uno enfermo para oscurecer? Qué es ojo? la
intención, el móvil, la motivación, la búsqueda?
Hacia
dónde se dirige todo lo que pretendo, por lo que me esfuerzo, lo que construyo,
por lo que me afano?
A
un bien común, a un ágape fraterno o más bien, hacia un egoísmo que daña los
demás?
El
malestar de nuestra cultura se aloja en ese norte inconfesado, que procura
reunir en sinergia todas nuestras fuerzas para empoderarnos.
Pero en
donde no cabe la debilidad que se ofrece a la transformación en fuerza de Dios.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1537760171996368897?s=20&t=Vd4Xe7TxhyvkDqdTwCinwA