miércoles, 22 de junio de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 12 de tiempo ordinario

Año Par

2Reyes 22, 13; 23, 1-3



REFLEXIÓN

el Señor estará enfurecido contra nosotros, porque nuestros padres no obedecieron los mandatos de este libro cumpliendo lo prescrito en él

Se dice que el hallazgo del libro que confirmaba la Alianza antigua y la rememoraba, fue una estratagema real para tener poder y hacer reformas.

Así analizado, no hay libro de la Palabra que no haya visto la publicación como algo político, relacionado con el poder.

No podía ser de otro modo si la mayoría de las ediciones y publicaciones eran hechas por escribas al servicio de las cortes y los templos.

Incluso las que hacían los movimientos seguidores de profetas y escribían sus oráculos, eran aprovechados posteriormente por el poder de turno para favorecer sus políticas.

Se trata de una Palabra atrapada en la urdimbre del cálculo de poder de la palabra humana? O su poder trasciende ese cálculo y produce el efecto del designio del Señor aun a pesar de la palabra humana?

Desde la perspectiva inmanente cerrada a la trascendencia de fe, la Palabra es solo palabra.

Hoy vivimos una “primavera” de la comunicación de masas mediante las redes de comunicación social.

Las protestas para defender derechos y denunciar abusos se multiplican globalmente. Son como los seguidores de los profetas y literalmente lo  que se dice al oído se escucha desde las terrazas.

Ya el poder establecido no es la única voz global que pueda mantener cautiva la audiencia en su vestigio de verdad.

Hasta aquí la elegía. Porque la Palabra en la que creemos también ha de mostrar su independencia y libertad del posible cálculo de estas redes sociales, poder público anónimo de turno.

Por eso requerimos de la autocrítica como servicio de liberación de la Palabra de cualquier cálculo y de cualquier poder. Otro estilo de política contra-política: una meta-política.

selló ante el Señor la alianza, comprometiéndose a seguirle y cumplir sus preceptos, normas y mandatos, con todo el corazón y con toda el alma, cumpliendo las cláusulas de la alianza escritas en aquel libro.

El pueblo entero suscribió la alianza.

Se trata del compromiso del pueblo para guardar la Alianza. Ese es el efecto buscado de la Palabra acogida: cumplir.

Así Jesús, Palabra encarnada, visibilizó en su existencia el cumplimiento del Reino de su Padre.

Salmo responsorial: 118



REFLEXIÓN

Inclina mi corazón a tus preceptos, / y no al interés

Ignacio de Loyola sostiene en sus Ejercicios que tanto se adelantará en la vida del Espíritu cuanto nos apartemos de todo amor, querer e interés, de todo cálculo de poder.

dame vida con tu justicia

La vida de la justicia se alcanza mediante una caridad discernida.

Mateo 7,15-20



REFLEXIÓN

"Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis".

En nuestro discernimiento cotidiano de hechos y personas debemos contar con criterios como el que nos ofrece esta Palabra evangélica. Mirar la calidad de frutos de un individuo u obra nos puede anticipar la calidad de persona que es.

Pero atravesamos una época compleja de enorme confusión de buenos y malos frutos, simultáneamente en el mismo sembrado.

Hemos de echar mano de otro criterio evangélico que nos dice no arrancar la mala hierba, para no arrancar también el fruto.

No podemos precipitarnos en juzgar, sino madurar en sabiduría, para que la Palabra muestre el superávit o el déficit de la buena voluntad del corazón.

Alguien que sabe de agricultura o mínimamente de plantas, ve que si una fruta es buena, el árbol o planta es bueno.

También el panorama puede hacerse complejo, en intrincado trenzado de lo bueno y lo malo: árboles que dan algunos frutos buenos, pero no todos.

Tal complejidad requiere una discernimiento espiritual que pondere y sopese el verdadero bien, el más urgente, el más universal, el más generoso y solidario.

Y una voluntaria purificación de todo apego y egoísmos detectado como injustificado y dañino para sí y para otros.

Por eso las escuelas clásicas de espiritualidad encomiaban el sacrificio asceta, para mantener una tendencia a la prontitud en tal purificación purgativa.

Con la mentalidad actual hedonista, que mira el sufrimiento como el mal por definición, se ha echado a pique la estrategia de alerta para detectar nuestra injusticia y proceder e extirparla.

Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos

Una relación fuera de ley de Dios, puede dar pie a buenas acciones. Pero también colateralmente a injusticias y sufrimiento a otros. Puede ser escándalo para la fe y el amor. Puede producir víctimas.

Entonces: ese árbol será bueno? Es el problema de la justificación, que sólo se resuelve en la misericordia del Señor, confiando en su justo juicio.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1539574967372849160?s=20&t=bQJbaFjzumxFf1p1YjLDJQ

BEATO CARLO

 

Del Tratado del beato Elredo, abad, Sobre la amistad espiritual.
                                    (Libro 3: PL 195, 692-693)


LA AMISTAD VERDADERA ES PERFECTA Y CONSTANTE

Jonatán, aquel excelente joven, sin atender a su estirpe regia y a su futura sucesión en el trono, hizo un pacto con David y, equiparando el siervo al señor, precisamente cuando huía de su padre, cuando estaba escondido en el desierto, cuando estaba condenado a muerte, destinado a la ejecución, lo antepuso a sí mismo, abajándose a sí mismo y ensalzándolo a él: Tú -le dice- serás el rey, y yo seré tu segundo.

¡Oh preclarísimo espejo de amistad verdadera! ¡Cosa admirable! El rey estaba enfurecido con su siervo y concitaba contra él a todo el país, como a un rival de su reino; asesina a los sacerdotes, basándose en la sola sospecha de traición; inspecciona los bosques, busca por los valles, asedia con su ejército los montes y peñascos, todos se comprometen a vengar la indignación regia; sólo Jonatán, el único que podía tener algún motivo de envidia, juzgó que tenía que oponerse a su padre y ayudar a su amigo, aconsejarlo en tan gran adversidad y, prefiriendo la amistad al reino, le dice: Tú serás el rey, y yo seré tu segundo. Y fíjate cómo el padre de este adolescente lo provocaba a envidia contra su amigo, agobiándolo con reproches, atemorizándolo con amenazas, recordándole que se vería despojado del reino y privado de los honores.

Y, habiendo pronunciado Saúl sentencia de muerte contra David, Jonatán no traicionó a su amigo. ¿Por qué ha de morir David? ¿Qué ha hecho? Él puso su vida en peligro, mató al filisteo, y tú te alegraste. ¿Por qué ha de morir? El rey, fuera de sí al oír estas palabras, intenta clavar a Jonatán en la pared con su lanza, llenándolo además de improperios: ¡Hijo perverso y contumaz! -le dice-; sé muy bien que lo amas, para vergüenza tuya y vergüenza de la desnudez de tu madre. Y, a continuación, vomita todo el veneno que llevaba dentro, intentando salpicar con él el pecho del joven, añadiendo aquellas palabras capaces de incitar su ambición, de fomentar su envidia, de provocar su emulación y su amargor: Mientras viva sobre el suelo el hijo de Jesé, no estarás a salvo ni tú ni tu realeza.

¿A quién no hubieran impresionado estas palabras? ¿A quién no le hubiesen provocado a envidia? Dichas a cualquier otro, estas palabras hubiesen corrompido, disminuido y hecho olvidar el amor, la benevolencia y la amistad. Pero aquel joven, lleno de amor, no cejó en su amistad, y permaneció fuerte ante las amenazas, paciente ante las injurias, despreciando, por su amistad, el reino, olvidándose de los honores, pero no de su benevolencia. Tú -dice- serás el rey, y yo seré tu segundo.

Ésta es la verdadera, la perfecta, la estable y constante amistad: la que no se deja corromper por la envidia; la que no se enfría por las sospechas; la que no se disuelve por la ambición; la que, puesta a prueba de esta manera, no cede; la que, a pesar de tantos golpes, no cae; la que, batida por tantas injurias, se muestra inflexible; la que, provocada por tantos ultrajes, permanece inmóvil. Ve, pues, y haz tú lo mismo.