martes, 24 de enero de 2023

PALABRA COMENTADA

 

Martes 3 de tiempo ordinario

Año Impar

Hebreos 10,1-10



REFLEXIÓN

La Ley, que presenta sólo una sombra de los bienes definitivos y no la imagen auténtica de la realidad, siempre, con los mismos sacrificios, año tras ano, no puede nunca hacer perfectos a los que se acercan a ofrecerlos.

Por la vida nueva y verdadera que contemplamos en Jesús resucitado estamos en  contacto con la realidad y no con la sombra.

Esto tiene que ver con toda ley, como emblema de cualquier creación de este mundo, que pretenda instaurar la realidad auténtica.

Los creyentes de Jesús Nazareno somos unos desquiciados de este mundo, porque nos mantenemos a distancia de la sombra que cualquier estructura nos presente como realidad.

Aunque suena a Platonismo o neoplatonismo, y su consiguiente menosprecio del mundo corruptible, los creyentes amamos el mundo nuevo que va emergiendo en la sombra de realidad del mundo viejo, cuya Ley se centra en la denuncia del pecado pero no en una nueva creación.

Así la fe nos lleva a una actitud y actuación paradójica: no amamos el mundo antiguo que se degenera, pero amamos el mundo nuevo que en sus entrañas se construye.

"No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias", que se ofrecen según la ley. Después añade: "Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.

Es nuestra punta de lanza para introducir en la corrupción la incorrupción de la vida nueva amanecida en Jesús Nazareno resucitado: celebrar el único sacrificio que él realizó más que en un rito, en la existencia de cada día.

Salmo responsorial: 39



REFLEXIÓN

en cambio, me abriste el oído; / no pides sacrificio expiatorio, / entonces yo digo: "Aquí estoy"

Toda espiritualidad como apropiación de la Palabra es un ejercicio de fe que la busca encarnar en la existencia cotidiana.

Los ejercicios ignacianos desde su presentación en las primeras anotaciones ubican el esfuerzo de fe que piden al ejercitante como una disponibilidad para hallar la voluntad de Dios.

Así los creyentes encontramos el sentido de la vida en la escucha, en abrir el oído, como lo hizo nuestro redentor y salvador.

Marcos 3,31-35



REFLEXIÓN

llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar

La institucionalidad del mundo, que es noble en su misión pero insuficiente respecto de la vida nueva.

La familia de Jesús probablemente no seguía complaciente sus andanzas, y más bien temería las consecuencias de su pretensión por el reino de Dios.

Quizás nos extraña que se pueda incluir a su madre en esta actitud, pero aún así María sigue siendo una guía porque no esconde sus propias dudas frente a la misión de su hijo.

Tener dudas no significa no tener fe, sino que pude significar una búsqueda más profunda de sentido para una apropiación más libre y entregada.

Este conjunto: madre y hermanos, pretendía cumplir en Jesús de Nazaret lo que todos los humanos en alguna forma experimentamos. A saber: el control social de la familia. Son los primeros que ejercen sobre nosotros el control de lo bueno y lo malo mientras crecemos. Y son quienes nos censuran si incurrimos en error, aunque no sea cierto.

Jesús desafía ese control, no por el gusto de rebeldía. Simplemente no es un rol apto para su misión que es controlada sólo por su Padre, quien lo envió.

"Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre."

En ese momento Jesús de Nazareth se pronuncia como hombre nuevo, y con él amanece la vida nueva del Padre.

Se trata de una nueva familia: la de los hijos de Dios y hermanos entre sí, sin más divisiones.

María ascenderá a esta visión y se considerará como madre de muchos hijos, una vez Jesús se transforme con la resurrección.

Ella también su une a la nueva familia de los que escuchan la Palabra y la ponen en práctica.

El costo será quedarse solo e incomprendido. Aunque no totalmente, porque la madre de Jesús en otros relatos le sigue fielmente hasta el final.

Señal que ella sí entendió su nueva maternidad como partícipe de la misión del Padre.

Y no porque el Padre suene a machismo, sino porque el Padre-Madre Dios, más allá de las categorías de género, en María llamó a una maternidad más allá de mujer, como colaboradora de una misión para un Reino novedoso.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1617841386581286912?s=20&t=dpLMG5mt3SJxA_UBWLxWMQ

DOCTORES DE LA IGLESIA



Nació en Saboya el año 1567. Una vez ordenado sacerdote, trabajó intensamente por la restauración católica en su patria. Nombrado obispo de Ginebra, actuó como un verdadero pastor para con los clérigos y fieles, adoctrinándolos en la fe con sus escritos y con sus obras, convirtiéndose en un ejemplo para todos. Murió en Lyon el día 28 de diciembre del año 1622, pero fue el día 24 de enero del año siguiente cuando se realizó su sepultura definitiva en Annecy.

 De la introducción a la vida devota, de san Francisco de Sales, obispo

En la misma creación, Dios creador mandó a las plantas que diera cada una fruto según su propia especie: así también mandó a los cristianos, que son como las plantas de su Iglesia viva, que cada uno diera un fruto de devoción conforme a su calidad, estado y vocación. La devoción, insisto, se ha de ejercitar de diversas maneras, según que se trate de una persona noble o de un obrero, de un criado o de un príncipe, de una viuda o de una joven soltera, o bien de una mujer casada. Más aún: la devoción se ha de practicar de un modo acomodado a las fuerzas, negocios y ocupaciones particulares de cada uno. Dime, te ruego, mi Filotea, si sería lógico que los obispos quisieran vivir entregados a la soledad, al modo de los cartujos; que los casados no se preocuparan de aumentar su peculio más que los religiosos capuchinos; que un obrero se pasara el día en la iglesia, como un religioso; o que un religioso, por el contrario, estuviera continuamente absorbido, a la manera de un obispo, por todas las circunstancias que atañen a las necesidades del prójimo. Una tal devoción ¿por ventura no sería algo ridículo, desordenado o inadmisible? Y con todo, esta equivocación absurda es de lo más frecuente. No ha de ser así; la devoción, en efecto, mientras sea auténtica y sincera, nada destruye, sino que todo lo perfecciona y completa, y, si alguna vez resulta de verdad contraria a la vocación o estado de alguien, sin duda es porque se trata de una falsa devoción. La abeja saca miel de las flores sin dañarlas ni destruirlas, dejándolas tan íntegras, incontaminadas y frescas como las ha encontrado. Lo mismo, y mejor aún, hace la verdadera devoción: ella no destruye ninguna clase de vocación o de ocupaciones, sino que las adorna y embellece. Del mismo modo que algunas piedras preciosas bañadas en miel se vuelven más fúlgidas y brillantes, sin perder su propio color, así también el que a su propia vocación junta la devoción se hace más agradable a Dios y más perfecto. Esta devoción hace que sea mucho más apacible el cuidado de la familia, que el amor mutuo entre marido y mujer sea más sincero, que la sumisión debida a los gobernantes sea más leal, y que todas las ocupaciones, de cualquier clase que sean, resulten más llevaderas y hechas con más perfección. Es, por tanto, un error, por no decir una herejía, el pretender excluir la devoción de los regimientos militares, del taller de los obreros, del palacio de los príncipes, de los hogares y familias; hay que admitir, amadísima Filotea, que la devoción puramente contemplativa, monástica y religiosa puede ser ejercida en estos oficios y estados; pero, además de este triple género de devoción, existen también otros muchos y muy acomodados a las diversas situaciones de la vida seglar. Así pues, en cualquier situación en que nos hallemos, debemos y podemos aspirar a la vida de perfección.

REFLEXIÓN

Fervor y celo, entre los denotados de devoción, son los que sobresalen como una actitud de entrega, de servicio, a las tareas, proyectos, designios de la propia vida o comunidad laica o religiosa, para perfeccionar y perfeccionarse, lograr metas y objetivos, realizarse y con ello alcanzar un sentido que colme de significatividad la existencia individual y colectiva, incluída la estructural. Pero el horizonte de esa devoción en el siglo 16 no es el mismo que del siglo 21, porque hoy la realidad no se concibe estática ni estratificada, ni sólidamente institucionalizada, sino fluída, cambiante, anti-sistema y relativa. De ahí la necesaria búsqueda y trasposición de una devoción o entrega que haga sentido a la vida actual.