martes, 8 de agosto de 2023

 

MARTES 8 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Números 12,1-13



REFLEXIÓN

María y Aarón hablaron contra Moisés

"¿Ha hablado el Señor sólo a Moisés? ¿No nos ha hablado también a nosotros?"

Lucha por el poder. Insidias, conspiración, rebeldía.

Una autoridad, por santa que parezca e inspirada por Dios, puede ser cuestionada y desacreditada, según las ambiciones de poder, incluso de los más allegados, y hasta con motivos aparentemente honestos y buenos.

Moisés era el hombre más sufrido del mundo.

Los allegados y el pueblo lo presionaban, e incomprendían. Presiones constantes que llegan a doblegar a muchos.

A él le hablo cara a cara; en presencia y no adivinando contempla la figura del Señor.

Se acredita de parte de Dios la calidad de inspiración de Moisés, que no es como la del común, sino más directa y cercana.

Con ello la categoría de portavoz de Moisés se ubica entre las de mayor rango, si no la más grande.

Pero aun así depende de la credibilidad de los que la aceptan y guardan.

Tal es la política de inspiración y profecía por parte del Señor, siempre en canales de lenguaje humano.

Se puede entender de muchos, que han vivido con una convicción que sirve al mundo para su cambio y redención, cómo hacen su discurso con humildad y casi pidiendo perdón.

Porque son conscientes de la incredibilidad y el desprestigio que ronda en los que reciben el mensaje, así como la reacción contraria de fanatismo y falta de crítica.

Salmo responsorial: 50



REFLEXIÓN

limpia mi pecado

Pues yo reconozco mi culpa

Si no se reconoce el error y el desvío, no es posible regenerarlo.

Esta colaboración entre la sanación del Espíritu y nuestra debilidad, requiere de voluntad libre, de honestidad, sinceridad y de humildad para aceptar la propia realidad, y dejarse transformar.

contra ti, contra ti solo pequé

Su sanción debe llegar hasta la comprensión de cuán afectada queda la relación con el Señor con el pecado.

crea en mí un corazón puro, / renuévame por dentro con espíritu firme

Es preciso que se abra desde el fondo de nosotros mismos, como un don inédito y original en cada uno.



Mateo 14,22-36



REFLEXIÓN

Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaron a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo

Jesús protege a su discípulos y se purifica por la oración de la ambición de poder que puede contaminarlos, después de haber servido el hambre de la gente, con la multiplicación de los panes.

Da gracias porque el Padre ha estado con él en esa multiplicación. Se ubica en la correcta correlación de cooperación con el Señor.

Sabe estar solo en compañía del Padre. Le es suficiente su presencia.

Jesús va más allá de Moisés, porque encarna la ruah divina, su soplo e inspiración.

No obstante se ubica en su dimensión cuando ora, porque vive la incredibilidad y desconfianza del entorno respecto de él y su mensaje.

viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma

Una aparición fantasmagórica, alguien que camina en la oscuridad sobre las aguas. Mueve a miedo a hombres pescadores curtidos.

Son realidades que, para algunos son temerosas como mensajeros de dimensiones desconocidas, frente a las cuales se siente gran inseguridad.

Jesús les dijo enseguida: "¡Animo, soy yo, no tengáis miedo!

Sin embargo Jesús no se presenta como una realidad procedente de una dimensión misteriosa que mete miedo, sino que se manifiesta siempre como alguien que anima, pacifica, quita los miedos.

Así es en las apariciones de Resucitado. Viene para dar confianza y paz.

al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse

En qué momento nuestra fe es lo suficientemente fuerte para enfrentar los miedos? Si nos fijamos, Jesús lo sabe y lo muestra en su constante orar al Padre.

Siempre dudamos Señor. Nuestra fe es deleznable. Se agrieta con las dificultades que nos meten miedo.

El miedo es el enemigo de la confianza, pero alerta contra la temeridad.

"¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?"

La duda es para la fe una señal de su inmadurez y la necesidad de perfeccionarse.

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Números 12,1-13

La autoridad y el poder están en tensión creciente en sociedades y personas, de todo tipo.Un momento que se desvirtúa todo lo establecido y es parte de una convención, constitución, arreglo, costumbre. Una época para reinventarse y reinvertar a otros. Un trabajo que nos compete a todos para que emerja una concepción que vuelva a consensuar a pueblos por líderes aptos.

Salmo responsorial: 50

Es evidente entonces que todos debemos clamar que el Señor nos de la oportunidad de reinventarnos y para ello nos siga dando luces y ganas, aun si la cuesta es muy empinada y se sufre en el ascenso

Mateo 14,22-36

En medio de la apostasía abundante de nuestro tiempo también debemos poder reinventar una fe que de visos de credibilidad y atraiga al consenso, para evitar los escollos de la credulidad y el dogmatismo, y tenga como asidero la firmeza de vida de la autoridad ya sin poder. Porque caminamos en una Iglesia que se reinventa como pobre y humilde apta para suscitar la fe en creyentes de poca fe.

BEATO CARLO


 
De varios escritos de la Historia de la Orden de los Predicadores
(Libellus de principiis Ordinis Praedicatorum; Acta canonizationis sancti Dominici: Monumenta Ordinis Praedicatorum historica 16, Roma 1935, pp. 30ss. 146-147)


HABLABA CON DIOS O DE DIOS

La vida de Domingo era tan virtuosa y el fervor de su espíritu tan grande, que todos veían en él un instrumento elegido de la gracia divina. Estaba dotado de una firme ecuanimidad de espíritu, ecuanimidad que sólo lograban perturbar los sentimientos de compasión o de misericordia; y, como es norma constante que un corazón alegre se refleja en la faz, su porte exterior, siempre gozoso y afable, revelaba la placidez y armonía de su espíritu. En todas partes, se mostraba, de palabra y de obra, como hombre evangélico. De día, con sus hermanos y compañeros, nadie más comunicativo y alegre que él. De noche, nadie más constante que él en vigilias y oraciones de todo género. Raramente hablaba, a no ser con Dios, en la oración, o de Dios, y esto mismo aconsejaba a sus hermanos.

Con frecuencia pedía a Dios una cosa: que le concediera una auténtica caridad, que le hiciera preocuparse de un modo efectivo en la salvación de los hombres, consciente de que la primera condición para ser verdaderamente miembro de Cristo era darse totalmente y con todas sus energías a ganar almas para Cristo, del mismo modo que el Señor Jesús, salvador de todos, ofreció toda su persona por nuestra salvación. Con este fin instituyó la Orden de Predicadores, realizando así un proyecto sobre el que había reflexionado profundamente desde hacia ya tiempo.

Con frecuencia exhortaba, de palabra o por carta, a los hermanos de la mencionada Orden, a que estudiaran constantemente el nuevo y el antiguo Testamento. Llevaba siempre consigo el evangelio de san Mateo y las cartas de san Pablo, y las estudiaba intensamente, de tal modo que casi las sabía de memoria.

Dos o tres veces fue elegido obispo, pero siempre rehusó, prefiriendo vivir en la pobreza, junto con sus hermanos, que poseer un obispado. Hasta el fin de su vida conservó intacta la gloria de la virginidad. Deseaba ser flagelado, despedazado y morir por la fe cristiana. De él afirmó el papa Gregorio noveno: «Conocí a un hombre tan fiel seguidor de las normas apostólicas, que no dudo que en el cielo ha sido asociado a la gloria de los mismos apóstoles.»