jueves, 31 de agosto de 2023

PALABRA COMENTADA

 

JUEVES 21 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar


1Tesalonicenses 3,7-13



REFLEXIÓN


vosotros, con vuestra fe, nos animáis;


Sucede con la gente que vemos creer en privado y en público. Nos edifican, nos reconstruyen. Nos animan. Es respetable la fe de las muchedumbres que vitorean el Papa, a pesar de las críticas de dentro y de fuera.


nos allanen el camino para ir a veros


En la oración apostólica y cualquier otra, se aguza la visión de las circunstancias para hallar

al Señor providente, allanando las vías y proceder adelante en su nombre.


Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos.


Un amor genuino lleva a compartir, no a dividir, ni a preferir a unos sobre otros.


Salmo responsorial: 89



REFLEXIÓN


Mil años en tu presencia / son un ayer, que pasó; / una vela nocturna


Nuestra medida del tiempo no tiene que ver con la eternidad. Pero se siente muy lenta, a veces, en la espera.


Mateo 24,42-51


REFLEXIÓN



Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor


Es una recomendación para nuestro itinerario: permanecer velando, mantenerse alerta, no dormirse.


Un sentido de esta buscada ignorancia puede ser la sinceridad del buen obrar.


El Señor nos pide que actuemos de corazón, no con fingimiento.


Si supiéramos cuándo viene el Señor no seríamos todo lo honestos que debemos para hacer el bien, porque calcularíamos la bondad según que el Señor nos vea o no.


Por eso nuestra vida consiste en llevarlo en lo profundo, considerando por fe que siempre estamos en su presencia, y que seguimos su voluntad por Él, no por premios o castigos.


Obremos lo contrario de los empleados visitados por usuarios, que ocultamente son inspectores, para sorprender cualquier falla en su ejecución o atención a los demás usuarios. Ellos se "portan bien” por si acaso son vigilados.


Una sociedad configurada por la falta de credibilidad en la honradez de sus miembros, multiplica los medios de vigilancia, humanos e instrumentales, pero con ese método no asegura su buena voluntad.


si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa


Es correcto. Aun a pesar de nuestros modernos sistemas de vigilancia y seguridad, no sabemosel día y la hora en que nos puede sorprender un ladrón.


Aunque monitoreemos satelitalmente la tromba marina que se transforma en huracán, no sabemos a ciencia cierta el lugar exacto en el que tocará tierra, para prevenir mejor el daño.


Todavía hay eventos que escapan a nuestra predicción y localización y nos mantienen vigilantes para no dejarnos sorprender.


Es una actitud, la de la fe, que se yergue como centinela haciendo vela, para detectar al enemigo.


Porque éste no descansa: ni el interno ni el externo.


Ignacio fue el maestro del discernimiento, del examen, del alerta que escruta la construcción de la fe, para que no sea saboteada, ni erosionada por falta de vigilancia.


estad también vosotros preparados


La madurez de la fe consiste en la autonomía moral. Para los creyentes no se trata de un absoluto de la norma o de la ley o del orden, o de la autoridad introyectada. Esto acaba por no funcionar, porque el miedo y la culpa no sirven para siempre.


Se trata del amor agradecido y cooperador del creyente, que hace todo en nombre de una amistad eterna, que nunca terminará, y que es progresiva, en el absoluto de su unión.


a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre


Lo cual puede significar en este dicho de Jesús: el que les habla, o el juez del último día.


Un dicho que alimentó la vigilancia ansiosa y expectante de las primeras generaciones de comunidades cristianas. Sólo que con el pasar del tiempo la vigilancia en algunos se descuidó.


Quizás porque esa venida está siendo todos los días, como un proceso hasta que se cierre finalmente la historia. Si es que algún día se cierra.


¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues dichosos ese criado si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así.


Un criado que sirve hasta el final es el paradigma de un fiel vigilante. Porque la alerta se debe dar como fidelidad en el servicio. No se alaba el vigilante refugiado en un templo, en adoración perpetua. Sino en servicio constante.


Porque en eso consistirá nuestro mérito para el juicio: en nuestro servicio de salvación.


La educación en todas sus manifestaciones y ámbitos se esfuerza, de acuerdo a su visión de extraer lo mejor de todos y todas, por constituir sujetos autónomos, responsables, involucrados y comprometidos con el buen obrar en alerta para no sucumbir.


Es una competencia genérica: la capacidad de comportarse como vigilantes de los procesos que forman personas de calidad.


Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes


Quien es así de responsable, será capaz de recibir misiones más complejas.


como se merecen los hipócritas


Servirse y maltratar en vez de servir, porque nadie nos hace nada ni se da cuenta es hipocresía.


Hacer de nuestra capa un sayo, sin cuidar la fraternidad porque no se nos vigila es hipocresía.


La convicción en el servicio que brota de dentro es lo que se aprecia.


Los que no están a la altura de su misión, debieron servir con un estilo propio y defraudaron.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1697204703874924885?s=20

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1Tesalonicenses 3,7-13

El gozo producido por el amar apostólico, que tiene su fuente en el desarrollo de la fe de los creyentes, y que mueve a la acción de gracias. Este gozo gratuito, despojado de amor propio, es señal del buen espíritu.

Salmo responsorial: 89

Hasta cuándo espero, también es una señal que merece ser discernida, como amor propio impaciente, o un desafío a fiarme más de Dios dejando todo en sus manos, porque confío que sabe mejor que yo lo que más conviene para la edificación del Reino.

Mateo 24,42-51

La vela cuando se prolonga más allá de nuestras expectativas nos desafía a una mayor consistencia y coherencia de fe, sobretodo porque nos exige mayor amor apostólico y que no se reserve únicamente para cuando estamos de buen ánimo.

BEATO CARLO



 De las Instrucciones de san Columbano; abad
(Instrucción 13, Sobre Cristo fuente de vida, 2-3: Opera, Dublín 1957, pp. 118-120)


TÚ ERES, SEÑOR, TODO NUESTRO BIEN

Escuchemos, hermanos, la voz de la Vida que nos invita a beber de la fuente de vida; el que nos llama es no sólo fuente de agua viva, sino también fuente de vida eterna, fuente de luz y de claridad; él es aquel de quien proceden todos los bienes de sabiduría, de vida y de luz eterna. El Autor de la vida es fuente de vida, el Creador de la luz es origen de toda claridad; por eso, despreciando las cosas visibles y pasando por encima de las cosas terrestres, dirijámonos hacia los bienes celestiales, sumergidos en el Espíritu como los peces en el agua, y dirijámonos a la fuente del agua viva para beber de ella el agua viva que brota para comunicar vida eterna.

Ojalá te dignaras, Dios de misericordia y Señor de todo consuelo, hacerme llegar hasta aquella fuente, para que en ella pudiera, junto con todos los sedientos, beber del agua viva en la fuente viva y, saciado con su abundante suavidad, me adhiriera con fuerza cada vez mayor a un tal manantial y pudiera decir: «¡Cuán dulce es la fuente del agua viva, cuyo manantial brota para comunicar vida eterna!»

Oh Señor, tú mismo eres aquella fuente que, aunque siempre bebamos de ella, siempre debemos estar deseando. Señor Jesucristo, danos sin cesar de ese agua para que brote en nuestro interior una fuente de agua viva que nos comunique la vida eterna. Pido cosas ciertamente grandes, ¿quién lo negará? Pero tú, Rey de la gloria, nos prometes dones excelsos y te complaces en dárnoslos: nada hay más excelso que tú mismo, y tú has querido darte y entregarte a nosotros.

Por eso te pedimos que nos enseñes a valorar lo que amamos, que eres tú mismo, pues nuestro amor no desea bien alguno fuera de ti. Tú eres, Señor, todo nuestro bien, nuestra vida y nuestra luz, nuestra salvación, nuestro alimento y nuestra bebida. Infunde en nuestro corazón, Señor Jesús, la suavidad de tu Espíritu y hiere nuestra alma con tu amor para que cada uno de nosotros pueda decir con toda verdad: «Muéstrame dónde está el amor de mi alma, porque desfallezco, herido de amor.»

Deseo, Señor, desfallecer herido de esta forma. Dichosa el alma a quien de esta manera ha herido el amor: esta alma busca la fuente y bebe, siempre, sin embargo, bebiendo tiene sed, deseando encuentra agua, teniendo sed siempre bebe; así, amando siempre busca y cuando es herida es sanada. Ojalá se digne herirnos de este modo nuestro Dios y Señor Jesucristo, el piadoso y poderoso médico de nuestras almas, que es uno con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.