lunes, 4 de diciembre de 2023

PALABRA COMENTADA

                                                         Lunes 1 de Adviento

Isaías 2,1-5



REFLEXIÓN

Visión(חָזָה chazah)

Ver, contemplar, mentalmente percibir la palabra(dabar).

La mención de estos fenómenos en los textos proféticos de la Palabra se antojan como extraordinarios y lo son, pero no en el sentido del portento espectacular, sino en el sentido de la presencia activa del Señor en la historia cotidiana y ordinaria, que puede ser constatada por el creyente, si se aplica.

Visión de Isaías

Se escucha en el presente, se tiene visiones del futuro y se hace memoria del pasado.

Es así como vive la Palabra el pueblo de Dios.

El pasado es para dar gracias por la intervención liberadora del Señor por medio del memorial.

El presente es para obedecer hoy la Palabra por medio de la fe.

El futuro es para esperar la convivencia con la Palabra para siempre tras su victoria final.

He aquí el sentido de la existencia: acción de gracias, obediencia de fe y esperanza de reinar en comunión con el Señor.

Por Jesucristo hemos sido instalados en el inicio del la última fase: el futuro, porque ya el reina a la derecha del Padre.

Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos

En los actuales tiempos que vivimos se ha popularizado el enfoque que presta a las diferentes religiones y creencias su propia autonomía de salvación.

Según esto todo credo aun primitivo salva, y no hay necesidad de convertirse a otra religión.

Cae por lo tanto la función misionera que busca predicar el mensaje único. Cae toda pretensión mesiánica. Cae cualquier actividad proselitista.

Quizá el enfoque judeocristiano y el pluralista puedan encontrarse al final en el monte del señor, cuando Él reine plenamente y a la luz plena del día de la vida permanente. Quizá entonces se descubra que la fuerza que atrajo toda creencia y todo credo plural hacia un punto de reunión es la fueza de Jesús que ha atraído todo hacia el Padre.

Al menos así lo creemos los seguidores de Jesús de Nazareth.

Salmo responsorial: 121



REFLEXIÓN

Ya están pisando nuestros pies / tus umbrales, Jerusalén.

Si queremos, nos trasladamos a un espacio en ningún lado. Más bien un tras-no-lado.

Un viaje a la profundidad, no necesariamente dentro de la intimidad de mi persona, pero también en la exterioridad de ella como visión-audición alternativa.

La fe permite el acceso a dimensiones de la realidad, que no son las comunes, usuales y obvias.

Esta incursión aunque suena, no es una patología mental, porque no desquicia de la realidad corriente sino que la asume con responsabilidad.

"Vivan seguros los que te aman, / haya paz dentro de tus muros, / seguridad en tus palacios."

Los tesoros de la convivencia final con la Palabra serán paz y seguridad en el amor del Señor.

Saldremos así de la precariedad e inestabilidad presente en donde siempre nos acecha el temor de perderlas.

Mateo 8,5-11



REFLEXIÓN

un centurión se le acercó rogándole

Un gentil que se acerca a Jesús de Nazaret y en esta acción se puede ver el acercamiento de los gentiles a la Casa del Señor mesiánica del profeta Isaías.

En la cotidianidad y ordinariez de un encuentro en el que se le pide un favor a un hombre con fama de taumaturgo, la comunidad enseñada por el Espíritu tiene la visión que tuvo Isaías en su momento: la Casa del Señor visitada por otros pueblos para obtener justicia.

"Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho

no he encontrado en nadie tanta fe.

Esta fe admirada por Jesús, pudo tomarla la comunidad como una muestra del desbordarse el seguimiento de Jesús más allá de los judíos hacia los gentiles.

Pero también pudo Jesús alabar esta fe por estar nutrida por una compasión llamativa del centurión hacia un servidor suyo, lo cual parece una rareza cultural, porque los siervos eran tenidos como menos que personas, objetos de los que se disponía.

Hacerse cargo del sufrimiento de su siervo supone una calidad humana notable para un gentil y preocuparse encima por buscarle cura, aun con alguien de otra cultura en cierto modo inferior, era una muestra de amor y humildad fuera de serie.

Todo un paradigma de cristiano gentil, en quien se observa la transformación que opera el evangelio en quien se convierte.

Además es consolador recibir la buena nueva de Jesús en el sentido de la cercanía que tienen a él quienes se compadecen de sus semejantes, aunque sean inferiores en casta, y pertenezcan a otras etnias no cristianas, pero en esas entrañas abiertas al dolor muestran una fe solidaria ya cristiana.

"Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos."

El dicho atribuído a Jesús confluye en el sentido anterior y lo certifica: desde su respectiva creencia y credo, toda persona es capaz de una fe salvífica, que lo potencia para lograr un sentido de logro en la existencia.

Porlo tanto nuestra labor misionera consiste en un testimonio de significatividad y sentido tal, que atraiga a otros a vivir nuestro credo o revivir el suyo propio.

Por lo tanto la predicación sin cierta densidad en la congruencia de vida, es estéril.

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Isaías 2,1-5

La admiración de Jesús por la fe verdadera capaz de admiración en donde ella se de, es la profecía cumplida de Isaías

Salmo responsorial: 121

Desear la paz a Jerusalén o la paz de Jerusalén es la bendición incorporada a una sitio eminencial en Revelación Divina, abierta a la fe que se admira de las oportunidades inéditas de conversión, de fe en fe. Quien es capaz de ello, se sitúa como auténtico ciudadano jerosolimitano, y no un mero peregrino que sale igual que entró.

Mateo 8,5-11

Jesús se admira de la fe en él por parte del Centurión, y comunica su admiración a otros, para que se socialice su admiración, para que se aprenda una lección: mantenerse abierto a la fe que surge de quien menos se piensa porque no pertenece a la propia religión o grupo. Como una parábola en movimiento resulta la situación de la ciudad de Jerusalén, ciudad de fe o para la fe. Porque llegan peregrinos con fe de muchas partes, y en la experiencia de los lugares santos salen posiblemente con otra fe o la misma, sin ningún aprendizaje. Sin ninguna admiración. Porque también hay allí otros de otra fe y se comportan con fraternidad y abiertos a credos diferentes. Pero también hay los reacios, rebeldes e incluso agresivos. En ellos hay posibilidad de admirar la fe de los creyentes y convertirse, o lo contrario. Escandalizarse y salirse. Se trata de un ofrecimiento gratuito que requiere un reconocimiento de corazón, que supera divisiones.

BEATO CARLO

                                    


DESDE SU USO DE RAZÓN TENDIÓ A LA VIDA DE IGLESIA:PALABRA DE DIOS, SACRAMENTOS, TESTIMONIO, MISIÓN

 De las Cartas pastorales de san Carlos Borromeo, obispo

(Acta Ecclesiae Mediolanensis, t. 2, Lyon 1683, 916-917)

SOBRE EL TIEMPO DE ADVIENTO


Ha llegado, amadísimos hermanos, aquel tiempo tan importante y solemne, que, como dice el Espíritu Santo, es tiempo favorable, día de la salvación, de la paz y de la reconciliación; el tiempo que tan ardientemente desearon los patriarcas y profetas y que fue objeto de tantos suspiros y anhelos; el tiempo que Simeón vio lleno de alegría, que la Iglesia celebra solemnemente y que también nosotros debemos vivir en todo momento con fervor, alabando y dando gracias al Padre eterno por la misericordia que en este misterio nos ha manifestado. El Padre, por su inmenso amor hacia nosotros, pecadores, nos envió a su Hijo único, para libramos de la tiranía y del poder del demonio, invitarnos al cielo e introducimos en lo más profundo de los misterios de su reino, manifestarnos la verdad, enseñarnos la honestidad de costumbres, comunicarnos el germen de las virtudes, enriquecernos con los tesoros de su gracia y hacernos sus hijos adoptivos y herederos de la vida eterna.

La Iglesia celebra cada año el misterio de este amor tan grande hacia nosotros,
exhortándonos a tenerlo siempre presente. A la vez nos enseña que la venida de Cristo no sólo aprovechó a los que vivían en el tiempo del Salvador, sino que su eficacia continúa y aún hoy se nos comunica si queremos recibir, mediante la fe y los sacramentos, la gracia que él nos prometió, y si ordenamos nuestra conducta conforme a sus mandamientos.
La Iglesia desea vivamente hacernos comprender que así como Cristo vino una vez al mundo en la carne, de la
misma manera está dispuesto a volver en cualquier momento, para habitar espiritualmente en nuestra alma con la abundancia de sus gracias, si nosotros, por nuestra parte, quitamos todo obstáculo.

Por eso, durante este tiempo, la Iglesia, como madre amantísima y celosísima de nuestra salvación, nos enseña, a través de himnos, cánticos y otras palabras del Espíritu Santo y de diversos ritos, a
recibir convenientemente y con un corazón agradecido este beneficio tan grande, a enriquecernos con su fruto y a preparar nuestra alma para la venida de nuestro Señor Jesucristo con tanta solicitud como si hubiera él de venir nuevamente al mundo. No de otra manera nos lo enseñaron con sus palabras y ejemplos los patriarcas del antiguo Testamento para que en ello los imitáramos.