martes, 7 de mayo de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Martes 6 de Pascua

Hechos 16,22-34



REFLEXIÓN

Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios

La comunión con la Palabra es de tal calidad que se explica por ella misma, como una relación amorosa. No necesita pruebas, ni favores, aunque recibirlos es un motivo y ocasión de acción de gracias.

"Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?"

Este es el centro de toda obra de la Palabra en boca y vida de sus testigos a favor del Reino: la conversión a una fe viva en Jesús Muerto y Resucitado.

En nosotros si hay fe viva reconoceremos los signos de la muerte y resurrección de Jesús cada día hasta el final.

"Cree(pisteuo:tener fe, confiar, ser persuadido) en el Señor Jesús y te salvarás(sozo:salvado, rescatado del pecado por Dios) tú y tu familia." Y le explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su casa

Una conversión y catequesis insólita: el carcelero ha quedado prisionero de la fe en Jesús.

Creer y salvarse, persuasión y liberación radical son términos mutuamente relacionados. Donde está uno debe ir el otro.

La fe implica una decisión que brota de dentro de la propia persona lejos de cualquier imposición o violencia. 

Se trata de una rendición y entrega del corazón, del núcleo de la persona que ya no se reserva nada.

La salvación concomitante es teológica, relacionada con el Señor, de cara a la relación con Él. Es la amistad estable con Él.

El mercado como ideología pervierte toda relación, la mercantiliza y cosifica. Así con las cosas de Dios cuando entendemos fe y salvación como beneficios y privilegios que se nos deben o nos deben llegar.

Jesús es la máxima expresión de confianza y persuasión del Padre, que nos muestra en su misión. Nos orienta hacia una relación con el Señor basada en la entrega y confianza pase lo que pase, sin expectativas de beneficios.

Porque en Jesús podemos entender la salvación como un estar con el Señor.

En el amor y amistad de los hombres y mujeres se dan momentos gratuitos de mutua compañía y apoyo, en los que se persuaden unos a otros del tesoro que significa estar juntos y amarse. 

Allí se nos da un reflejo indicativo de lo que nos espera con el Señor por la fe que tenemos y cómo ella acarrea salvación, cercanía, confianza y persuasión.

Lo tomamos como La Palabra dicha cada día, en cada momento, en toda circunstancia, frente a todo dilema que se atraviese en nuestro caminar.

y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios.

No importa el tipo de familia, porque pueden haber varios. 

La celebración en familia es un anticipo del reino: paz, fraternidad, comunión. 

Toda pastoral familiar de aquí debiera partir y aquí debiera arribar.

Salmo responsorial: 137



REFLEXIÓN

Te doy gracias, Señor, de todo corazón

Nos brota la acción de gracias cuando entendemos la salvación que la fe aporta en nuestra existencia.

Daré gracias a tu nombre / por tu misericordia y tu lealtad. / Cuando te invoqué, me escuchaste, / acreciste el valor en mi alma

Lo que viene de la Palabra es coraje para la buena obra y por ello debemos dar gracias.

Tu derecha me salva

La persuasión de la fe debe llegar hasta el nivel en el que me abandono en Él, y la confianza que me da saberlo salvador en el curso de la vida.

Juan 16,5-11



REFLEXIÓN

os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor

Resulta casi incomprensible que la ausencia de alguien amado redunde en una conveniencia.

Nos prepara para aceptar otro nivel, otra dimensión de fe, para experimentar la salvación en ausencia física de Jesús.

En las relaciones humanas la partida implica quedarse con el espíritu del otro, que lo seguirá acompañando.

Recordamos cosas de los que se fueron y se mantuvieron cercanos: padres, tutores y amigos. Y aparecen como vivientes de alguna forma.

Pero Jesús alude a una presencia que supera el mero recuerdo. Se nos mantendrá su energía, lo mejor de él con su Espíritu Defensor. 

Se podría decir que nos ubicamos en la construcción de su cuerpo, con la herencia de sus genes espirituales, donados por el Espíritu Santo.

La Palabra de Jesús nos enseña a crecer como personas libres, capaces de desprendernos del apego y dependencia a una forma de presencia, para asumir otra más respetuosa de nuestra autonomía. 

El Defensor está con nosotros, actuando en y entre nosotros, impulsando la construcción del reino, del Jesús total.

dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado.

La nueva creación inaugurada por Jesús Resucitado es la nueva narrativa de todo. Todo ha cambiado y se ha transfigurado.

El pecado está en relación a la falta de fe en él, y ya está perdonado.

La justicia es su unión con el Padre, en la que estamos todos incluídos y cualquier otra justicia es su pálido reflejo.

La razón de ser(arjé:principio, sentido) de este mundo, que se esclavizaba por el pecado y aterrorizaba con la muerte, está segada.

Jesús es ahora ese principio y sentido del universo sin pecado, con una justicia de Dios que es Padre, sin pecado ni muerte.

A la fe la Palabra le propone una justicia verdadera. Hay un crimen que es el pecado y un responsable que ha sido condenado: el príncipe de este mundo. El anti héroe, el anti reino. 

Pero Jesús de Nazaret, el pionero del reino, injustamente acusado, en cambio, ha sido exaltado por el Padre, junto a Él. 

El Defensor se encarga de que hagamos siempre memoria de esta verdadera justicia.

Así toda situación humana va revelando un designio de justicia verdadera en la que se da un crimen, un condenado y un glorificado. Es como una metahistoria para la fe.

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motivaciondehoy

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Martes 6 de Pascua

Hechos 16,22-34

Salmo responsorial: 137

Juan 16,5-11

DOCTORES DE LA IGLESIA

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


San Cirilo de Alejandría Sobre el Evangelio de San Juan 11,11 

Todos los que participamos de la sangre sagrada de Cristo alcanzamos la unión corporal con él, como atestigua san Pablo, cuando dice, refiriéndose al misterio del amor misericordioso del Señor: No había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos y partícipes de la promesa en Jesucristo. Si, pues, todos nosotros formamos un mismo cuerpo en Cristo, y no sólo unos con otros, sino también en relación con aquel que se halla en nosotros gracias a su carne, ¿cómo no mostramos abiertamente todos nosotros esa unidad entre nosotros y en Cristo? Pues Cristo, que es Dios y hombre a la vez, es el vínculo de la unidad. Y, si seguimos por el camino de la unión espiritual, habremos de decir que todos nosotros, una vez recibido el único y mismo Espíritu, a saber, el Espíritu Santo, nos fundimos entre nosotros y con Dios. Pues aunque seamos muchos por separado, y Cristo haga que el Espíritu del Padre y suyo habite en cada uno de nosotros, ese Espíritu, único e indivisible, reduce por sí mismo a la unidad a quienes son distintos entre sí en cuanto subsisten en su respectiva singularidad, y hace que todos aparezcan como una sola cosa en sí mismo. 

REFLEXIÓN

La unión espiritual tiene contra sí un siglo que exige evidencias para certificar la excelencia de alguna realidad. Es como un nuevo bautismo mediante el cual se declara excelente quien prueba alguna efectividad según los parámetros preparados por los que dicen saber. La unión espiritual no es viable entonces, a menos que por último y tras haber probado todo sin mayor éxito se admita la posibilidad de otra dimensión para la excelencia