viernes, 13 de septiembre de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Viernes 23 de tiempo ordinario Año Par

1Corintios 9, 16-19. 22b-27



REFLEXIÓN

El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. 

No tengo más remedio 

Predicar no nace de cualquier impulso cuando se trata de la Palabra. Nace del corazón que anhela servir y comunicar la buena nueva de la salvación porque es un gozo.

¡ay de mí si no anuncio el Evangelio!

Es el predicamento del profeta, del apóstol, del misionero, del testigo. 

Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga

Es importante purificar la intención para hacerlo por convicción, no por alguna ventaja e interés 

si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio

No es que hacerlo duela o mortifique, sino que responde a un sentido de su enviado, de responsabilidad por el bien profundo de todos 

Me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos 

No se trata de una popularidad de líder demagogo, sino del objetivo de ganar para el Reino. 

hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes

No es una gratuidad tal que no nos importe participar en el bien de lo anunciado.

Si la palabra es un bien para otros, también lo es para mí y dedicarle fuerzas y amor, es dármelos a mi mismo.

mis golpes van a mi cuerpo y lo tengo a mi servicio

En esta época hedonista sería suficiente asumir las debilidades y conflictos que trae el vivir a diario el reino.

 

Salmo responsorial: 83



REFLEXIÓN 

mi corazón y mi carne / retozan por el Dios vivo.

Lo profundo en mí y lo externo, todo el ser. La carne también anhela a Dios y tendrá lo suyo.

Dichosos los que encuentran en ti su fuerza / al preparar su peregrinación

No es como cualquiera fuerza que mueve desde fuera, sino que transforma los estados de conciencia 

el Señor no niega sus bienes

A justos e injustos, añade el nuevo testamento

 

Lucas 6,39-42



REFLEXIÓN

 

¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?

Pudiera estarse dando que somos ciegos conduciendo a otros ciegos, cuando nos aferramos o apegamos a nuestra ideología, filosofía, sabiduría, conocimiento, información, perspectiva o expresión de lenguaje, sin dejar ni el mínimo resquicio a la autocrítica, revaloración, re evaluación,re formulación o arrepentimiento y reconocimientode un error 

Porque la soberbia es una ceguera, y la obediencia de fe es visión 

si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro

Estar en un aprendizaje tiene el riesgo de perder la perspectiva cuando se domina una etapa. Podemos alzarnos con lo que no es nuestro.

no reparas en la viga que llevas en el tuyo 

Sin autocrítica que conduzca al cambio de mente es difícil ver ni mota ni ojo del hermano.

No aprendemos en los movimientos y activismo social, embriagados como estamos en la denuncia de la injusticia del otro.

Por eso caemos después en lo mismo que denunciamos.

¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano 

O sea que somos hipócritas y que debo sacar mi viga que entorpece la visión correcta, para ver bien la mota y la pequeñez del otro que me saca de quicio y me hace intolerante 

Podría ser ciego por no ver, e hipócrita por no querer ver, pero pretender que veo para no dar mi brazo a torcer y rehuir el cambio necesario.

Hay situaciones en las que nos ensañamos con la culpabilidad de personas y colectivos, por el daño objetivo ocasionado, sin reconocer que no podemos ser sin más jueces puros e inocentes, sino que en todos tenemos algún grado de responsabilidad personal y social por acción u omisión 

Entonces brilla la sabiduría de la frase que dijo: el que esté sin pecado que tire la primera piedra.

 

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1568203462327898113?s=20&t=uQrhTITlqVqkuC55l_SKmQ

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Viernes 23 de tiempo ordinario Año Par

1Corintios 9, 16-19. 22b-27

Salmo responsorial: 83

Lucas 6,39-42

DOCTORES DE LA IGLESIA



 De las homilías de san Juan Crisóstomo, obispo

(Homilía antes de partir en exilio, 1-3: PG 52, 427*-430)
Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir

Muchas son las olas que nos ponen en peligro, y una gran tempestad nos amenaza: sin embargo, no tememos ser sumergidos porque permanecemos de pie sobre la roca. Aun cuando el mar se desate, no romperá esta roca aunque se levanten las olas, nada podrán contra la barca de Jesús. Decidme, ¿qué podemos temer? ¿La muerte? Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. ¿El destierro? Del Señor es la tierra y cuanto la llena. ¿La confiscación de los bienes? Sin nada vinimos al mundo, y sin nada nos iremos de él. Yo me río de todo lo que es temible en este mundo y de sus bienes. No temo la muerte ni envidio las riquezas. No tengo deseos de vivir, si no es para vuestro bien espiritual. Por eso, os hablo de lo que sucede ahora exhortando vuestra caridad a la confianza.

¿No has oído aquella palabra del Señor: Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos? Y, allí donde un pueblo numeroso esté reunido por los lazos de la caridad, ¿no estará presente el Señor? Él me ha garantizado su protección, no es en mis fuerzas que me apoyo. Tengo en mis manos su palabra escrita. Este es mi báculo, ésta es mi seguridad, éste es mi puerto tranquilo. Aunque se turbe el mundo entero, yo leo esta palabra escrita que llevo conmigo, porque ella es mi muro y mi defensa. ¿Qué es lo que ella me dice? Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

Cristo está conmigo, ¿qué puedo temer? Que vengan a asaltarme las olas del mar y la ira de los poderosos; todo eso no pesa más que una tela de araña. Si no me hubiese retenido el amor que os tengo, no hubiese esperado a mañana para marcharme. En toda ocasión yo digo: «Señor, hágase tu voluntad: no lo que quiere éste o aquél, sino lo que tú quieres que haga.» Éste es mi alcázar, ésta es mi roca inamovible, éste es mi báculo seguro. Si esto es lo que quiere Dios, que así se haga. Si quiere que me quede aquí, le doy gracias. En cualquier lugar donde me mande, le doy gracias también.

Además, donde yo esté estaréis también vosotros, donde estéis vosotros estaré también yo: formamos todos un solo cuerpo, y el cuerpo no puede separarse de la cabeza, ni la cabeza del cuerpo. Aunque estemos separados en cuanto al lugar, permanecemos unidos por la caridad, y ni la misma muerte será capaz de desunirnos. Porque, aunque muera mi cuerpo, mi espíritu vivirá y no echará en olvido a su pueblo.

Vosotros sois mis conciudadanos, mis padres, mis hermanos, mis hijos, mis miembros, mi cuerpo y mi luz, una luz más agradable que esta luz material. Porque, para mí, ninguna luz es mejor que la de vuestra caridad. La luz material me es útil en la vida presente, pero vuestra caridad es la que va preparando mi corona para el futuro.