viernes, 8 de noviembre de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Viernes 31 de tiempo ordinario

Año Par

Filipenses 3, 17-4, 1



REFLEXIÓN

muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas

Se podría pensar que se ha dado un cambio entre lo que la percepción de Pablo comenta y nuestro tiempo.

Ahora el endiosamiento mediático del vientre por la gastronomía, y del sexo por la ciencias, más bien nos hacen pasar vergüenza a los que no pensamos y actuamos conforme.

El estilo de vida contracorriente de un creyente, no se publica ni ostenta en esa forma, por lo cual resulta un modelo opaco, conservador y aburrido.

Esta situación preocupa a muchos que no se sienten cómodos con un seguimiento cristiano que los deje fuera de los dictados del mercado.

Y es en esta dificultad y brecha donde se tiene que manifestar que la cruz fortalece.

Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.

La Palabra nos permite una reflexión positiva del cuerpo, sin que tengamos que dejarnos influir por el neoplatonismo que nos separa en alma y cuerpo, ni con el positivismo actual para el cual el cuerpo es el único que cuenta y a quien hay que cuidar.

Nuestro cuerpo en el designio del Señor es humilde porque está llamado a volver a la tierra, pero en Jesús Glorificado es objeto de transformación para convertirse en cuerpo glorioso.

No tenemos entonces que sonrojarnos de vergüenza por no participar en una pasarela exhibicionista como mercancía porque nuestro destino es la gloria junto al Padre.

Salmo responsorial: 121



REFLEXIÓN

Ya están pisando nuestros pies / tus umbrales, Jerusalén

Más bien habríamos de poner atención a las señales que ya se van dando en nuestro convivir denotando una vida diferente, de cualidad alterna, capaz de inspirar esperanza en la gloria.

Lucas 16,1-8



REFLEXIÓN

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos

Es la expresión de la comunidad eclesial itinerante en el tiempo y en el espacio, por la que expresa su confianza en volver a escuchar la palabra de Jesús, como dicha para su tiempo.

y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes

"¿Qué es eso que me cuentan de ti?

Una de las señales que nos alertan del reino consiste en la capacidad que vamos creando de ser justos: debemos escuchar al denunciado para dar oportunidad a su defensa, antes de emitir un juicio de condenación o absolución.

Aunque el clamor contra la corrupción sea una de las señales del tiempo actual, todo denunciado tiene derecho al debido proceso, y a que se respete su presunción de inocencia hasta que se pruebe lo contrario.

"¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza

Un predicamento propio de nuestro tiempo, en el que abunda el desempleado de cierta edad, que no puede competir en un mercado más exigente, según los Tratados de libre comercio

Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido

Porque la viveza se puede admirar, pero no necesariamente imitar, sobre todo si es injusta como este administrador avivato.

La corrupción viene desde muy atrás a través del tráfico de influencias, desfalcos, estafas, apropiaciones indebidas, deslealtades, aprovechamientos de oportunidades y demás.

Es parte de la cultura que vivimos admirar el juega vivo, la viveza que arrebata las oportunidades de adelantar sin importar que la cola no avance. Los demás no importan, solo yo importo.

Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.

Su gente son los que tienen deudas para perdonar…y con ellos el mundo es más astuto que los hijos de la Luz. 

No sabemos trabajar con quienes necesitan ser perdonados por sus deudas. Los 99 justos parecen haber olvidado el drama de la perdida…

Parece que deberemos refrescar frecuentemente nuestra condición pecadora…y así volvernos astutos con nuestra gente.

Es de admirar, pero imitar? En cuanto a la iniciativa de buscar soluciones, no de la corrupción y el juega vivo.

Sería deseable una viveza honesta para los hijos de la luz, porque a veces parecemos más mogos que los hijos de este mundo para nuestros propios intereses. 

Sólo que no debemos dejarnos contaminar. 

Muchos bien intencionados han adoptado estrategias avivatas para hacer el bien y quedan enredados.

Otra señal es la capacidad de perdonar que brota de la conciencia de la propia culpa.

Es una astucia de otro nivel: no un juega vivo que daña, sino buscarse defensores en los que hago el bien para que intercedan por mí.

Por eso la limosna redime el pecado.

Porque el Padre se da por bien servido si a pesar de mi mal servicio me esmero en ser solidario con los hermanos.

Es un criterio en boga actualmente: el activismo solidario me permite dar énfasis al amor al prójimo por encima de otras faltas y debilidades de  nuestro caminar.

Pero como toda estrategia que se utiliza en nombre del reino requiere la vigilancia del discernimiento para que no se convierta en una escapatoria de mis intereses egoístas.

Los cristianos gnósticos en tiempos de Pablo utilizaban la alegría de la resurrección de Jesús para sentirse salvados, y excluídos del riesgo de pecar. Con ello dieron en conductas condenables.

Así sucede cuando nos volvemos integristas abusando de la interpretación de un solo principio de fe, siendo así que la ortodoxia y ortopraxis se funda en un conjunto de fe.

Un equilibrio que no podemos fabricar solos sino en comunidad y con un el carisma de una guía.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1588509949298368513?s=20&t=vzFtkfjnXDI9gNqloTOwnQ

motivaciondehoy


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Viernes 31 de tiempo ordinario

Año Par

Filipenses 3, 17-4, 1

Salmo responsorial: 121

Lucas 16,1-8

DOCTORES DE LA IGLESIA

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


VIERNES, XXXI SEMANA

Del comentario de san San Ambrosio de Milán, obispo, sobre el salmo 118
(Sermón 7, 7-8: PL 15, 1282-1283)
En el tiempo de nuestra humillación, la esperanza nos consuela


En el tiempo de nuestra humillación, la esperanza nos consuela, y la esperanza no defrauda. Llama tiempo de humillación para nuestra alma al

tiempo de la tentación, pues nuestra alma se ve humillada cuando es entregada

al tentador para ser probada con rudos trabajos, para que luche y combata,

experimentando el choque con las potencias contrarias. Pero en estas tentaciones se siente vigorizada por la palabra de Dios.

Esta es, en efecto, la sustancia vital de nuestra alma, de la que se alimenta, se nutre y por la que se gobierna. No hay cosa que pueda hacer vivir al alma dotada de razón como la palabra de Dios. Así como esta palabra de Dios crece en nuestra alma cuando se la acepta, se la entiende y se la comprende, en idéntica

proporción crece también su alma; y, al contrario, en la medida en que disminuye en nuestra alma la palabra de Dios, en la misma medida disminuye su propia vida.

Y así como esta conexión de nuestra alma y nuestro cuerpo es animada, alimentada y sostenida por el espíritu vital, así también nuestra alma es vivificada por la palabra de Dios y la gracia espiritual. En consecuencia,

posponiendo todo lo demás, debemos poner todo nuestro interés en recoger las palabras de Dios, almacenándolas en nuestra alma, en nuestros sentidos, en nuestra solicitud, en nuestras consideraciones y en nuestros actos, a fin de que nuestro comportamiento sintonice con las palabras de las Escrituras y en nuestros actos no haya nada disconforme con la serie de los mandamientos celestiales, pudiendo así decir: Tu promesa me da vida.

Los insolentes me insultan sin parar, pero yo no me aparto de tus mandatos. El mayor pecado del hombre es la soberbia, pues de ella se originó nuestra culpa. Este fue el primer dardo con que el diablo nos hirió y abatió.

Porque si el hombre, engañado por la persuasión de la serpiente, no hubiera

pretendido ser como Dios, conociendo el bien y el mal, que no podía discernir a fondo a causa de la fragilidad humana; si, además, había aceptado las reglas del juego: ser arrojado de aquella felicidad paradisíaca por una temeraria usurpación; repito, si el hombre, no contento con sus propias limitaciones, no hubiera atentado a lo prohibido, nunca habría recaído sobre nosotros la herencia de la culpa cruel.