viernes, 2 de mayo de 2025

PALABRA COMENTADA

 


 Viernes 2 de Pascua

Hechos 5,34-42



REFLEXIÓN

un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la Ley, respetado por todo el pueblo

Un justo fuera de los cristianos, pero respetuoso del camino.

Se puede convivir en paz con una tolerancia de este tipo. Sería un paso previo global para encontrarnos por fin hermanados en una sola fe.

salió un tal Teudas, dándoselas de hombre importante, y se le juntaron unos cuatrocientos hombres. Fue ejecutado, dispersaron a todos sus secuaces, y todo acabó en nada. Más tarde, cuando el censo, salió Judas el Galileo, arrastrando detrás de sí gente del pueblo; también pereció, y dispersaron a todos sus secuaces.

Que los secuaces de Jesús hayan permanecido fieles a la misión es un indicio valioso para respetar y asumir su testimonio como digno de credibilidad.

Liderazgos hay muchos. Y unos arrastran más que otros a entusiastas e incautos. Pero importa tener en cuenta el criterio del tiempo: lo que persiste contra viento y marea da cierta garantía de un movimiento auténtico de cambio.

Muchos líderes que fanfarronean, no logran superar la barrera del tiempo que discurre y se convierte para ellos en olvido.

Hay algo que parece una marca inicial en el derrotero de la comunidad de Jesús y también en la historia: no hay jactancia, ni triunfalismo, ni prepotencia asociada a su caminar.

Es señal de pobres de Yavé, que confían en el Señor Padre y en su compañero Jesús resucitado  para su caminar.

Si su idea y su actividad son cosa de hombres, se dispersarán; pero, si es cosa de Dios, no lograréis dispersarlos, y os expondríais a luchar contra Dios.

Nuestra fe cristiana puede ayudarse del criterio del tiempo porque su historia de persistencia ha mostrado que no se extingue, y fortalece nuestra identidad de acompañados de Dios.

Un consejo de un sabio no cristiano, que converge en la voluntad de Dios aceptada aunque sea fuera del grupo de referencia.

Si es verdad de Dios, la verdad que llevo se abrirá paso desde el último lugar hasta un lugar de honor.

Los apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús

Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales conduce al ejercitante a disponerse a la humillación y la persecución por el seguimiento de Jesús.

Es como una señal que solicitamos como elección a un seguimiento más cerrado de Jesús y su Reino.

Hubo un tiempo atrás en que se enfatizaba la petición de tales humillaciones y persecuciones a título de prueba, como en laboratorio.

Es olvidarse que por sí misma la opción fundamental del cristiano por el evangelio del reino, acarrea eventualmente incomprensión, rechazo o burla, que pueden minar tal opción, hasta que se desiste.

Ningún día dejaban de enseñar, en el templo y por las casas, anunciando el Evangelio de Jesucristo.

Un seguimiento cerrado del camino de Jesús lleva a una rutina cotidiana de anuncio.

Salmo responsorial: 26



REFLEXIÓN

El Señor es mi luz y mi salvación, / ¿a quién temeré? / El Señor es la defensa de mi vida, / ¿quién me hará temblar?

Hay temblores, pánicos y miedos involuntarios, que nos fuerzan y se imponen, pero no en el recinto profundo de la aceptación de la voluntad y designio del Padre.

Es ahí donde hinca su fortaleza el Espíritu que nos asiste, suavemente, desde dentro hacia afuera.

habitar en la casa del Señor / por los días de mi vida

La comunión con el Señor, conviviendo en fraternidad, es la forma más cotidiana de habitar en el Señor.

Espera en el Señor, sé valiente, / ten ánimo, espera en el Señor

Es el ancla que mantiene vinculado y unido el corazón a la promesa hasta el final.

Juan 6,1-15



REFLEXIÓN

Lo decía para tantearlo

Le gusta ver hasta dónde llegamos, sin dejar de ayudarnos.

Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.

Repartir con el ánimo de compartir implica algo más: amistad, comunidad, fondo común.

Algo en contravía a nuestra instintiva y territorial actitud individualista privada.

Cuando se saciaron,

Un detalle a favor del realismo de la comida en vez de una ilusión.

Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo

Ser evangelizado es tener claro el objetivo de la fe y el estilo de vida: no es para servirse y montarse en los propios intereses por encima del bien común y de la vida que perdura.

Dicho en otro modo: no se entusiasmen tanto, que todavía falta. Hay cosas que toman tiempo.

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 Viernes 2 de Pascua


Hechos 5,34-42

Aunque Gamaliel de gran prestigio fuese del ala más liberal del Sanedrín, y abierto a fenómenos fuera de la ortodoxia, captaba signos que aplicaba como criterios para discernir qué pudiera ser algo de Dios. En este caso aplicó que otros movimientos judíos habían terminado pasando el tiempo, a pesar de su entusiasmo. Y aplicó también principios extraídos de los relatos de los profetas, quienes discernían como voz de Dios si efectivamente lo anunciado se realizaba pasando el tiempo. Parece sensato que nuestra comunidad eclesial se asiente en esta sabiduría que quizás no satisface el inmediatismo que reclama casa movimiento que aparece.

Salmo responsorial: 26

Esperar con valentía soportando y sobrellevando lo que mete temor y temblor en la vida es alimentado por la vivencia y el afecto de la morada y el gusto del Señor, que viene de El y nos agracia.

Juan 6,1-15

Felipe se detiene en el análisis y constatación de la ingente multitud que habría que alimentar, para concluir que no es posible hacerlo, en las condiciones de lejanía de qualquier poblado que se hallan.

Andrés más proactivo da un paso en la dirección de la solución, indagando quien tiene algo para comer y encuentra un muchacho que tiene peces y panes, insuficientes pero es algo.

Jesús los toma como base de su milagro de multiplicación, que no parece ilusión colectiva porque terminaron saciados, y tan felices se sintieron que querían hacerlo Rey. Un líder que resolviera.

DOCTORES DE LA IGLESIA

 



 
De las disertaciones de san Atanasio, obispo
(Disertación sobre la encarnación del Verbo, 8-9: PG 25, 110-111)

LA ENCARNACIÓN DEL VERBO

El Verbo de Dios, incorpóreo e inmune de la corrupción y de la materia, vino al lugar donde habitamos, aunque nunca antes estuvo ausente, ya que nunca hubo parte alguna del mundo privada de su presencia, pues, por su unión con el Padre, lo llenaba todo en todas partes.

Pero vino por su benignidad, en el sentido de que se nos hizo visible. Compadecido de la debilidad de nuestra raza y conmovido por nuestro estado de corrupción, no toleró que la muerte dominara en nosotros ni que pereciera la creación, con lo que hubiera resultado inútil la obra de su Padre al crear al hombre, y por esto tomó para sí un cuerpo como el nuestro, ya que no se contentó con habitar en un cuerpo ni tampoco en hacerse simplemente visible. En efecto, si tan sólo hubiese pretendido hacerse visible, hubiera podido ciertamente asumir un cuerpo más excelente; pero él tomó nuestro mismo cuerpo.

En el seno de la Virgen, se construyó un templo, es decir, su cuerpo, y lo hizo su propio instrumento, en el que había de darse a conocer y habitar; de este modo, habiendo tomado un cuerpo semejante al de cualquiera de nosotros, ya que todos estaban sujetos a la corrupción de la muerte, lo entregó a la muerte por todos, ofreciéndolo al Padre con un amor sin límites; con ello, al morir en su persona todos los hombres, quedó sin vigor la ley de la corrupción que afectaba a todos, ya que agotó toda la eficacia de la muerte en el cuerpo del Señor, y así ya no le quedó fuerza alguna para ensañarse con los demás hombres, semejantes a él; con ello también, hizo de nuevo incorruptibles a los hombres, que habían caído en la corrupción, y los llamó de muerte a vida, consumiendo totalmente en ellos la muerte, con el cuerpo que había asumido y con el poder de su resurrección, del mismo modo que la paja es consumida por el fuego.

Por esta razón asumió un cuerpo mortal: para que este cuerpo, unido al Verbo que está por encima de todo, satisficiera por todos la deuda contraída con la muerte; para que, por el hecho de habitar el Verbo en él, no sucumbiera a la corrupción; y, finalmente, para que, en adelante, por el poder de la resurrección, se vieran ya todos libres de la corrupción.

De ahí que el cuerpo que él había tomado, al entregarlo a la muerte como una hostia y víctima limpia de toda mancha, alejó al momento la muerte de todos los hombres, a los que él se había asemejado, ya que se ofreció en lugar de ellos.

De este modo, el Verbo de Dios, superior a todo lo que existe, ofreciendo en sacrificio su cuerpo, templo e instrumento de su divinidad, pagó con su muerte la deuda que habíamos contraído, y, así, el Hijo de Dios, inmune a la corrupción, por la promesa de la resurrección, hizo partícipes de esta misma inmunidad a todos los hombres, con los que se había hecho una misma cosa por su cuerpo semejante al de ellos.

Es verdad, pues, que la corrupción de la muerte no tiene ya poder alguno sobre los hombres, gracias al Verbo, que habita entre ellos por su encarnación