San León
Magno Sermón sobre la Cuaresma 6,1-2
Siempre,
hermanos, la misericordia del Señor llena la tierra, y la misma creación
natural es para cada fiel verdadero adoctrinamiento que le lleva a la adoración
de Dios, ya que el cielo y la tierra, el mar y cuanto en ellos hay, manifiestan
la bondad y omnipotencia de su autor, y la admirable belleza de todos los
elementos que le sirven está pidiendo a la creatura inteligente una acción de
gracias. Pero cuando se avecinan estos días, consagrados más especialmente a
los misterios de la redención de la humanidad, estos días que preceden a la
fiesta pascual, se nos exige con más urgencia una preparación y una
purificación del espíritu. Porque es propio de la festividad pascual que toda
la Iglesia goce del perdón de los pecados, no sólo aquellos que nacen en el
sagrado bautismo, sino también aquellos que desde hace tiempo se cuentan ya en
el numero de los hijos adoptivos. Pues si bien los hombres renacen a la vida
nueva principalmente por el bautismo, como a todos nos es necesario renovarnos
cada día de las manchas de nuestra condición pecadora, y no hay nadie que no
tenga que ser cada vez mejor en la escala de la perfección, hay que insistir
ante todo para que nadie se encuentre bajo el efecto de los viejos vicios el
día de la redención.
REFLEXIÓN
No estamos acostumbrados a la precisión para distinguir creación de naturaleza. Pero hay que acostumbrarse porque una es perspectiva de la fe que considera que la realidad que conocemos en sus diferentes niveles es una obra de un Creador inteligente, sabio, bueno y misericordioso. La otra es una perspectiva posible desde la prescindencia o negación de ese Creador y del propósito salvífico de su obra. Lo natural es por tanto lo que se da por una confluencia admirable de causalidades e igualmente se mantiene, y aun propende a un fin posiblemente benéfico
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