San León Magno Sermón sobre la Ascensión
del Señor 1,2-4
Aquellos días, queridos hermanos, que
transcurrieron entre la resurrección del Señor y su ascensión no se perdieron
ociosamente, sino que durante ellos se confirmaron grandes sacramentos, se
revelaron grandes misterios. En aquellos días se abolió el temor de la horrible
muerte, y no sólo se declaró la inmortalidad del alma, sino también la de la
carne. Durante estos días, gracias al soplo del Señor, se infundió en todos los
apóstoles el Espíritu Santo, y se le confió a San Pedro, después de las llaves
del reino, el cuidado del redil del Señor, con autoridad sobre los demás.
Durante estos días, el Señor se juntó, como uno más, a los dos discípulos que
iban de camino y los reprendió por su resistencia a creer, a ellos, que estaban
temerosos y turbados, para disipar en nosotros toda tiniebla de duda. Sus
corazones, por él iluminados, recibieron la llamad de la fe y se convirtieron
de tibios en ardientes, al abrirles el Señor el sentido de las Escrituras. En
la fracción del pan, cuando estaban sentados con él a la mesa, se abrieron
también sus ojos, con lo cual tuvieron la dicha inmensa de poder contemplar su
naturaleza glorificada
REFLEXIÓN
La Pascua como periodo litúrgico se dedica a celebrar y catequizar el modo profundo de la fe, para que aprecie la vida nueva donada por el Resucitado de la que participa mediante signos que iluminan, dan conocimiento y sabiduría, nutren, ayudan a fraternizar y a pacificar. Se puede llegar a la aceptación del sentido de la cruz de cada uno, absorbiendo al crucificado ahora glorificado.
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