Martes 6 de Pascua
Hechos 16,22-34
REFLEXIÓN
Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios
La
comunión con la Palabra es de tal calidad que se explica por ella misma, como
una relación amorosa. No necesita pruebas, ni favores, aunque recibirlos es un
motivo y ocasión de acción de gracias.
"Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?"
Este es
el centro de toda obra de la Palabra en boca y vida de sus testigos a favor del
Reino: la conversión a una fe viva en Jesús Muerto y Resucitado.
En
nosotros si hay fe viva reconoceremos los signos de la muerte y resurrección de
Jesús cada día hasta el final.
"Cree(pisteuo:tener
fe, confiar, ser persuadido) en el Señor Jesús y te salvarás(sozo:salvado, rescatado del pecado por Dios) tú y tu
familia." Y le explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su
casa
Una
conversión y catequesis insólita: el carcelero ha quedado prisionero de la fe
en Jesús.
Creer y
salvarse, persuasión y liberación radical son términos mutuamente relacionados.
Donde está uno debe ir el otro.
La fe implica
una decisión que brota de dentro de la propia persona lejos de cualquier
imposición o violencia.
Se trata
de una rendición y entrega del corazón, del núcleo de la persona que ya no se
reserva nada.
La
salvación concomitante es teológica, relacionada con el Señor, de cara a la
relación con Él. Es la amistad estable con Él.
El
mercado como ideología pervierte toda relación, la mercantiliza y cosifica. Así
con las cosas de Dios cuando entendemos fe y salvación como beneficios y
privilegios que se nos deben o nos deben llegar.
Jesús es
la máxima expresión de confianza y persuasión del Padre, que nos muestra en su
misión. Nos orienta hacia una relación con el Señor basada en la entrega y
confianza pase lo que pase, sin expectativas de beneficios.
Porque en
Jesús podemos entender la salvación como un estar con el Señor.
En el
amor y amistad de los hombres y mujeres se dan momentos gratuitos de mutua
compañía y apoyo, en los que se persuaden unos a otros del tesoro que significa
estar juntos y amarse.
Allí se
nos da un reflejo indicativo de lo que nos espera con el Señor por la fe que
tenemos y cómo ella acarrea salvación, cercanía, confianza y persuasión.
Lo
tomamos como La Palabra dicha cada día, en cada momento, en toda circunstancia,
frente a todo dilema que se atraviese en nuestro caminar.
y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios.
No
importa el tipo de familia, porque pueden haber varios.
La
celebración en familia es un anticipo del reino: paz, fraternidad, comunión.
Toda
pastoral familiar de aquí debiera partir y aquí debiera arribar.
Salmo responsorial: 137
REFLEXIÓN
Te doy gracias, Señor, de todo corazón
Nos
brota la acción de gracias cuando entendemos la salvación que la fe aporta en
nuestra existencia.
Daré gracias a tu nombre / por tu misericordia y tu lealtad.
/ Cuando te invoqué, me escuchaste, / acreciste el valor en mi alma
Lo que
viene de la Palabra es coraje para la buena obra y por ello debemos dar
gracias.
Tu derecha me salva
La
persuasión de la fe debe llegar hasta el nivel en el que me abandono en Él, y
la confianza que me da saberlo salvador en el curso de la vida.
Juan 16,5-11
REFLEXIÓN
os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a
vosotros el Defensor
Resulta
casi incomprensible que la ausencia de alguien amado redunde en una
conveniencia.
Nos
prepara para aceptar otro nivel, otra dimensión de fe, para experimentar la
salvación en ausencia física de Jesús.
En las
relaciones humanas la partida implica quedarse con el espíritu del otro, que lo
seguirá acompañando.
Recordamos
cosas de los que se fueron y se mantuvieron cercanos: padres, tutores y amigos.
Y aparecen como vivientes de alguna forma.
Pero
Jesús alude a una presencia que supera el mero recuerdo. Se nos mantendrá su
energía, lo mejor de él con su Espíritu Defensor.
Se
podría decir que nos ubicamos en la construcción de su cuerpo, con la herencia
de sus genes espirituales, donados por el Espíritu Santo.
La
Palabra de Jesús nos enseña a crecer como personas libres, capaces de
desprendernos del apego y dependencia a una forma de presencia, para asumir
otra más respetuosa de nuestra autonomía.
El
Defensor está con nosotros, actuando en y entre nosotros, impulsando la
construcción del reino, del Jesús total.
dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una
justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia,
porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de
este mundo está condenado.
La nueva
creación inaugurada por Jesús Resucitado es la nueva narrativa de todo. Todo ha
cambiado y se ha transfigurado.
El
pecado está en relación a la falta de fe en él, y ya está perdonado.
La
justicia es su unión con el Padre, en la que estamos todos incluídos y
cualquier otra justicia es su pálido reflejo.
La razón
de ser(arjé:principio, sentido) de este mundo, que se esclavizaba por el pecado
y aterrorizaba con la muerte, está segada.
Jesús es
ahora ese principio y sentido del universo sin pecado, con una justicia de Dios
que es Padre, sin pecado ni muerte.
A la fe
la Palabra le propone una justicia verdadera. Hay un crimen que es el pecado y
un responsable que ha sido condenado: el príncipe de este mundo. El anti héroe,
el anti reino.
Pero
Jesús de Nazaret, el pionero del reino, injustamente acusado, en cambio, ha
sido exaltado por el Padre, junto a Él.
El
Defensor se encarga de que hagamos siempre memoria de esta verdadera justicia.
Así toda
situación humana va revelando un designio de justicia verdadera en la que se da
un crimen, un condenado y un glorificado. Es como una metahistoria para la fe.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1658446597368193024?s=20
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Hechos 16,22-34
Salmo responsorial: 137
Juan 16,5-11
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