Levítico 13,1-2.44-46
Mientras le dure la afección, seguirá impuro; vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento
Esa afección condenaba al enfermo a la exclusión social con un agravante religioso:su sentencia la dictaban los sacerdotes y su estigma era de impureza, es decir, una doble enfermedad.
Nuestro tiempo ha girado notablemente hacia la restitución social de los excluídos por diferentes causas:minorías de género, minorías y mayorías de pobreza económica, minorías de varios tipos de adicciones, minorías políticas, étnicas, religiosas.
Es como si el escándalo de la exclusión se hubiera acentuado.Por qué? Qué ha contribuído? En esta evolución se pueden señalar causas varias:la mayor información lograda por las ciencias sobre ciertas afecciones. El exterminio vergonzoso de minorías excluídas socioeconómicamente, entre otras.
Pero laten aún fuerzas contrarias a esa integración, que encuentran una salida más apta en la exclusión y aun radical, por el perjuicio actual o posible a la sociedad establecida.
En nuestras urbes donde la criminalidad de bandas de jóvenes va aumentando, hay escuadrones de la muerte que ejecutan limpieza social de delincuentes y aparecen ajusticiados jóvenes y niños que quizás eran asesinos y que la legislación penal vigente no los regeneró ni los confinó mínimamente.
Salmo responsorial: 31
REFLEXIÓN
dichoso el hombre a quien el Señor / no le apunta el delito
Nuestras sociedades aun primitivas son conjuntos limitados que no logran plena integración, y por lo tanto no dejan de causar alguna exclusión, de elementos o grupos que se tienen por perniciosos para el conjunto en un momento dado.
No se escapa de esto ni las sociedades eclesiasales, consideradas perfectas por buscar contagiarse de la perfección de la divinidad que invocan, pero que ejercen en sus miembros algún tipo de acción excluyente y ponen aparte miembros o grupos supuestamente peligrosos. Son los herejes, los rebeldes y otras etiquetas.
La Palabra nos anima a encontrar en el Señor la única instancia absoluta de juicio no excluyente. Vivir en esa esperanza hace al creyente resistente a la persecución y el rechazo social, no un mero evasor o alienado.
Por eso el acompañamiento pastoral desde la fe hacia la fe pretende aportar motivos de resistencia y endurecimiento frente a la exclusión, el separatismo y el odio. Pero lo hace habilitando en un amor sin rencor, ni venganza que perdona al enemigo.
Había pecado, lo reconocí, / no te encubrí mi delito; / propuse: "Confesaré al Señor mi culpa" / y tú perdonaste mi culpa y mi pecado
Porque esta fe transmite una fuerza, un Espíritu de Dios que acoge a quien sinceramente se ubica en su responsabilidad y la confiesa, y espera el perdón que asiste a la transformación del corazón y la conducta.
1Corintios 10,31-11,1
no buscando mi propio bien, sino el de la mayoría, para que se salven
Un criterio para la construcción de la unidad es la búsqueda del bien común. Es un antídoto contra el sectarismo y la exclusión. Se trata de un esfuerzo costoso en el que hay que invertir mucha energía y determinación, pero la recompensa es el logro de la unidad o sea la integración de diferentes fuerzas en una dinámica integradora y sinérgica.
Marcos 1,40-45
"Si quieres, puedes limpiarme."
Limpieza de su pena de salud y de su ostracismo social.
"Quiero: queda limpio."
Jesús de Nazaret en sus encuentros de sanación velaba también por el cuerpo social para lograr la integración de los excluídos y para la conversión del sectarismo.
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Levítico 13,1-2.44-46
Salmo responsorial: 31
1Corintios 10,31-11,1
Marcos 1,40-45
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