Miércoles 8 de tiempo ordinario
el Santo Padre afirmó que ni siquiera en medio del enorme disgusto «he perdido la firme certeza de que a pesar de la debilidad humana, las dificultades y las pruebas, la Iglesia es guiada por el Espíritu Santo y nunca le faltará la ayuda del Señor».
subrayando que «las tribulaciones nada pueden contra quien es sostenido por la gracia divina».
Confiar, confiar, confiar es la consigna. Como parte de la Iglesia, confío en la conducción del Espíritu Santo para el bien integral de mi familia y de los asignados a servir en el ministerio de la Palabra y la caridad.
1Pedro 1,18-25
REFLEXIÓN
os rescataron de ese proceder inútil recibido de vuestros padres
a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto ni mancha
La genética y la cultura ayudan como dones gratuitos a la persona para construir algo mejor. Pero no son infalibles, ni perfectos.
Arrastran y conllevan fallas, defectos, desviaciones del bien que nos preceden y sitúan en nuestro accionar.
La sangre que es vida, en Jesús de Nazaret ofrecida y derramada hasta la extenuación, también nos precede como nueva genética y cultura antídoto de las otras contaminadas para ayudarnos en nuestra construcción dotándonos de perfetibilidad y potencialidad en el Espíritu.
Ahora que estáis purificados por vuestra obediencia a la verdad y habéis llegado a quereros sinceramente como hermanos, amaos unos a otros de corazón e intensamente
Porque en el amor, aún en el erótico, el desafío es penetrar hasta su estadio perfecto, que avanza más allá de las cenizas de la pasión, hasta el abrazo y compartir fraterno.
habéis vuelto a nacer, y no de una semilla mortal, sino de una inmortal, por medio de la palabra de Dios viva y duradera,
en cada recodo de la historia personal y cultural podemos decir que un nuevo nacimiento se va dejando traslucir como efecto de la Palabra que constantemente nos convoca al parto.
Salmo responsorial: 147
REFLEXIÓN
ha reforzado los cerrojos de tus puertas, / y ha bendecido a tus hijos dentro de ti
El Señor se nos ofrece como protector, como muralla, como plaza fuerte para que amparados confíemos y alabemos su protección.
Marcos 10,32-45
REFLEXIÓN
los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba;
En la segunda semana de los ejercicios ignacianos se nos ofrece un Rey, un líder que llama a seguirlo. Pero no a superarlo. No exigirá nada que no haga él primero. Su conducción es ejemplar, porque inspira hacer como él.
los que seguían iban asustados
el Hijo del hombre va a ser entregado
Porque la carne presiente la crucifixión y teme el dolor y la ignominia. El carisma ignaciano es para ubicar al creyente ejercitante en tal disposición de fe confiada que acepta y se abre a la perspectiva de la crucifixión, alentado por el caminar siempre por delante de Jesús, Rey eternal.
De nuestra parte se nos pide confiar en medio del temor, como los jóvenes en medio de las llamas, que alababan al Señor.
a los tres días resucitará.
Pero se necesita esa luz de la Resurrección para soportar la oscuridad desde la luz.
No es lo mismo adentrarse en las tinieblas del mundo a ciegas, que con la luz que nos ha concedido el Señor Jesús.
¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?
dar la vida en rescate por todos
Frente a todo ímpetu de ambición de poder, por mezquino que parezca nos confronta Jesús con su propia ambición: entregarse al designio del Padre.
COMPARTIR LA PALABRA
Miércoles 8 de tiempo ordinario
1Pedro 1,18-25
Salmo responsorial: 147
Marcos 10,32-45
No hay comentarios:
Publicar un comentario