miércoles, 15 de diciembre de 2021

PALABRA COMENTADA

Miércoles 3 semana de Adviento

Isaías 45,6-25



REFLEXIÓN

artífice de la luz, creador de las tinieblas, autor de la paz, creador de la desgracia; yo, el Señor, hago todo esto.

No se acepta hoy que la definición del Señor contenga ser responsable de desgracias donde víctimas inocentes, como los niños, pierden la vida.

Se intenta explicar textos como éstos recurriendo a la mentalidad antigua que atribuye todo, lo bueno y lo malo, a la divinidad justa.

Hoy asumiendo la experiencia de daño sufrida por Jesús, hijo amado del Padre, asumimos ese daño como querido por Dios pero para nuestro bien, aunque no lo veamos. Así es el ejemplo de Jesús confiado hasta el final.

Yo soy un Dios justo y salvador, y no hay ninguno más

Con su ejemplo, Jesús nos ubica ante un Dios Padre único, de quien debemos esperar todo.

"Sólo el Señor tiene la justicia y el poder"

El profeta en su momento a los deportados a tierra extraña animaba a entregarse al Misterio único del Señor, y en él arrojar sus dudas, reclamos y vacilaciones que los ponia en el borde de la apostasía.

A él vendrán avergonzados los que se enardecían contra él

Porque el profeta intenta disuadirles de buscar otra alianza que no sea el Señor. Los exhorta a superar su rebeldía y confesarlo como el único Señor.

Salmo responsorial: 84



REFLEXIÓN

La justicia marchará ante él, / la salvación seguirá sus pasos

No vemos mucha justicia cumplida durante nuestra existencia y por eso el anhelo permanece en vigilia constante, conformándose ocasional y temporalmente con algún pequeño logro que le signifique a la esperanza un aliento para seguir hasta el final.

En realidad se trata con la liturgia renovable periodo tras periodo, con su rituales y símbolos, que parecen incansables en su gestión. Se trata- digo -de mantener la esperanza, para que no desfallezca, se desanime y dejemos de caminar. La liturgia y la Palabra es como una luz en la oscuridad del camino.

Lucas 7,19-23



REFLEXIÓN 

Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar al Señor: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?"

Pudo ser que Juan quisiera para sí una confirmación de su fe en quien había señalado como más digno. Pero también que quisiera ayudar a los seguidores suyos a transferir su fe a Jesús y reconocerlo como único líder. Así evitaría que se dispersaran y perdieran. Actuaba como un maestro que ama y preserva a sus seguidores.

"Id a anunciar a Juan lo que habéis visto y oído:

Y Jesús satisfizo a Juan,primero actuando y luego confirmándole que la era mesiánica ya estaba aquí con él, activa y en proceso.

Y dichoso el que no se escandalice de mí."

Y ahora era su decisión y la de sus discípulos aceptarlo como único salvador.

Esta pregunta de Juan y la respuesta de Jesús, debiera resonar en nuestros oídos para escuchar y actuar hoy en día. Debiéramos reconocer los signos de la era mesiánica.

Y superar los anti-signos: las voces que descalifican el reino de los cielos presente, activo y en proceso, con sus malas nuevas constantes.

Las cuales sólo nos desaniman del bien, y nos deprimen para seguir caminando.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1471074540772106242?s=20 

BEATO CARLO

VIVIR PARA VER A DIOS EN TODO
 
Del Tratado de san Ireneo, obispo, Contra las herejías
(Libro 4, 20, 4-5: SC 100, 634-640)


DIOS SE HACE VISIBLE A LOS HOMBRES CON LA VENIDA DE CRISTO

Uno es Dios, quien por su palabra y su sabiduría hizo y dispuso todas las cosas.

Su Palabra es nuestro Señor Jesucristo, que en los últimos tiempos se hizo hombre entre los hombres para reunir el término con el comienzo, es decir, el hombre con Dios.

Los profetas, que habían recibido el don de la profecía de la misma Palabra, anunciaron su venida según la carne. Por esta venida se realizó la unión y comunión de Dios y el hombre, conforme a la voluntad del Padre. En efecto, la Palabra de Dios había anunciado de antemano que Dios sería visto por los hombres, que viviría con ellos en la tierra; había anunciado que hablaría y que estaría con su creatura para salvarla, que ella lo conocería; y había anunciado también que, librándonos de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian, es decir, de todo espíritu de pecado, nos haría servirle con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días, a fin de que el hombre, unido al Espíritu de Dios, glorificara al Padre.

Los profetas anunciaban que Dios sería visto por los hombres, y así lo proclamó el mismo Señor cuando dijo: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Pero nadie puede ver a Dios en su grandeza y en su gloria inenarrable y seguir viviendo: el Padre es inaccesible. Sin embargo, porque ama al hombre y porque todo lo puede, aun este don concedió a los que lo aman: ver a Dios; y esto también lo anunciaron los profetas: Lo que para los hombres es imposible es posible para Dios.

El hombre por sí mismo no puede ver a Dios; pero Dios, si quiere, puede manifestarse a los hombres: a quien quiera, cuando quiera y como quiera. Dios, que todo lo puede, fue visto en otro tiempo por los profetas en el Espíritu, ahora es visto en el Hijo gracias a la adopción filial y será visto en el reino de los cielos como Padre. En efecto, el Espíritu prepara al hombre para recibir al Hijo de Dios, el Hijo lo conduce al Padre, y el Padre en la vida eterna le da la inmortalidad, que es la consecuencia de ver a Dios.

Pues así como los que ven la luz están en la luz y reciben su claridad, así también los que ven a Dios están en Dios y reciben su claridad. La claridad de Dios vivifica y, por lo tanto, los que ven a Dios reciben la vida