sábado, 18 de diciembre de 2021

PALABRA COMENTADA

 

Feria privilegiada de Navidad

(18 de diciembre)

Jeremías 23,5-8



REFLEXIÓN

Por eso, mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que no se dirá: "Vive el Señor, que sacó a los israelitas de Egipto", sino que se dirá: "Vive el Señor, que sacó a la raza de Israel del país del Norte y de los países adonde los expulsó, y los trajo para que habitaran en sus campos.""

Que todo dependa de nuestra decisión es algo reconfortante y aporta una sensación de creciente y satisfactoria seguridad y autonomía, que radica en el testimonio del sí mismo.

Sin embargo no se descarta la soledad de este hallazgo, sin que se pueda comunicar perfectamente, sino absolutamente a una paternidad amante y respetuosa de la propia libertad.

Descubrir en los eventos por nimios que parezcan, de la vida cotidiana, un tejido amoroso que entraña un proyecto, que consulta nuestra disponibilidad, y en ciertos momentos presiona por algo mejor, es vivir esa compañía inefable de paternidad amorosa en quien podemos confiar y descansar.

Es la experiencia de Jesús sobre el Padre que nos muestra en su discurrir histórico y que preserva su palabra inextinguible.

La re edición que incita la Palabra en la memoria histórica colectiva del pueblo para avivarla y comprometerla, se nos ofrece con frecuencia en la oración que hacemos como personas y comunidad activando nuestra fe, esperanza y ágape.

Por ello nos conviene como creyentes y raza humana persistir en la oración de fe haciendo vida el dicho: la ley de la oración es servir a la ley de la fe (lex orandi lex credendi).

Los ejercicios espirituales ignacianos son un servicio carismático de la experiencia de oración sin descanso de Ignacio de Loyola.

Este cúmulo de horas y días en oración y escrutinio de lo sentido en la oración, que a su vez es oración, desembocaron, desembocan y desembocarán en una mayor intensidad de fe.

Una fe que aviva y reformula la memoria histórica de la intervención del Señor.

Quien emerge de esta experiencia intensa está provisto de un método para vivir en oración de todas las cosas, hechos, percepciones, experiencias.

Los antiguos leyeron en los hechos negativos y calamitosos una disposición del Señor, pero temporal, medicinal si se quiere, al servicio de un bien más grande.

Salmo responsorial: 71



REFLEXIÓN

para que rija a tu pueblo con justicia, / a tus humildes con rectitud

Vivimos en tiempos difíciles-los tiempos de la cólera- en los que desconfiamos de toda forma de autoridad. Y la adversamos airadamente.

Es como si la reacción que asumimos como propia de los adolescentes según la sicología del desarrollo, se hubiera enseñoreado de todo, queriéndonos convencer que las autoridades de cualquier tipo son un desastre.

Es un virus que se cuela aún en las comunidades religiosas, con voto de obediencia!

La justificación para esa actitud de rebeldía institucionalizada es que así expresan su compromiso de agape y bien común. Porque te quiero te aporreo.

Llegaremos al extremo de tomar como amor la criminalidad, en alza de nuestras sociedades?

Él librará al pobre que clamaba, / al afligido que no tenía protector; / él se apiadará del pobre y del indigente, / y salvará la vida de los pobres.

Cuando en las circunstancias que empobrecen de alguna forma, nos hacemos pobres, El escucha.

Lo que sí parece emerger con fuerza de este torbellino cultural es la exigencia a todo liderazgo de poner en su agenda el servicio a los más pobres, para empoderarlos y redimirlos.

Si la autoridad ha de mantener su servicio o carisma de liderazgo deberá volverse, convertirse a los más débiles.

Mateo 1,18-24



REFLEXIÓN

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera

Una expresión que se puede parafrasear así: El nacimiento de Jesús pudo haber sido de esta manera. No nos dan una crónica, o una anécdota. Nos dan un testimonio para la fe, ya que según la comunidad creyente primitiva, Jesús a quien creían y veneraban, no pudo haber nacido en una forma discordante con sus enseñanzas y servicio de vida.

resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo

Prueba para la credibilidad de Maria a quien las circunstancias señalaban como pecadora.

María soportó una prueba como cooperación a un designio.

no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto

Casi no pudo con su razonamiento discernir que se trataba de un designio superior.

El acontecimiento Jesús cambió la vida de todos los actores.

María pasó por adúltera o mujer deshonrada.

José que era justo por su piadoso compromiso con la Palabra, tuvo que apartarse de la sanción prevista en la Ley, porque su amor era más grande. Porque la misericordia es el cumplimiento máximo de la ley.

Jesús probablemente viviría con cierta sombra sobre la legitimidad de sus orígenes.

En la profecía de Jeremías se augura un descendiente legítimo.

Se refería a la legitimidad según Dios, que no coincide con la de los hombres.

porque él salvará a su pueblo de los pecados

La paradoja está servida: una persona cuyas circunstancias de origen lo hacen sospechoso de pecado, será el salvador de los pecados.

La auténtica salvación procede de los orígenes más humildes para gloria del Señor que todo lo puede.

tú le pondrás por nombre Jesús

José queda involucrado activamente en este designio. No es solo el protector sino quien da nombre. Forma la identidad de Jesús.

Porque José perdonando a María y aplicando su discreción amorosa, dio testimonio en ese hogar que la justicia de la ley se transforma por el amor de misericordia.

La ley es el mínimo pero el amor trasciende el máximo.

Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros”

Jesús de Nazareth es poder decir que Dios Padre está aquí.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1472158080318197760?s=20

BEATO CARLO

BEATO CARLO RUEGA POR NOSOTROS
 
De la Carta a Diogneto
(Cap. 8, 5—9, 6: Funk 1, 325-327)


DIOS NOS REVELÓ SU AMOR POR MEDIO DE SU HIJO

Nadie jamás ha visto ni ha conocido a Dios, pero él ha querido manifestarse a sí mismo. Se manifestó a través de la fe, que es la única a la que se le concede ver a Dios. Porque Dios, Señor y Creador de todas las cosas, que todo lo hizo y todo lo dispuso con orden, no sólo amó a los hombres, sino que también fue paciente con ellos. Siempre lo fue, lo es y lo será: bueno, benigno, exento de toda ira, veraz; más aún: él es el único bueno. Después de haber concebido un designio grande e inefable se lo comunicó a su único Hijo.

Mientras mantenía oculto su sabio designio y lo reservaba para sí, parecía abandonarnos y olvidarse de nosotros. Pero, cuando lo reveló por medio de su amado Hijo y manifestó lo que había establecido desde el principio, nos dio juntamente todas las cosas: participar de sus beneficios y ver y comprender sus designios. ¿ Quién de nosotros hubiera esperado jamás tanta generosidad?

Dios, que todo lo había dispuesto junto con su Hijo, permitió que hasta el tiempo anterior a la venida del Salvador viviéramos desviados del camino recto, atraídos por los deleites y concupiscencias, y nos dejáramos arrastrar por nuestros impulsos desordenados. No porque se complaciera en nuestros pecados, sino que los toleraba. Ni es tampoco que Dios aprobara aquel tiempo de iniquidad, sino que estaba preparando el tiempo actual de justicia, a fin de que, convictos en aquel tiempo de que por nuestras propias obras éramos indignos de la vida, fuéramos hechos dignos de ella por la bondad de Dios, reconociendo así que por nosotros mismos no podíamos entrar en el reino de los cielos, pero que esto se nos concedía como un don de Dios.

Pues cuando nuestra maldad había colmado la medida y se hizo plenamente manifiesto que por ella merecíamos el castigo y la muerte, llegó en cambio el tiempo establecido por Dios para manifestar su bondad y su poder -¡oh inmenso amor de Dios a los hombres!- y no nos odió ni nos rechazó ni se vengó de nuestras ofensas, sino que nos soportó con magnanimidad y paciencia, apiadándose de nosotros y cargando él mismo con nuestros pecados. Nos dio a su propio Hijo como precio de nuestra redención: entregó al que es santo para redimir a los impíos, al inocente por los malos, al justo por los injustos, al incorruptible por los corruptibles, al inmortal por los mortales. Y ¿qué otra cosa hubiera podido encubrir nuestros pecados sino su justicia? Nosotros que somos impíos y malos, ¿en quién hubiéramos podido ser justificados sino únicamente en el Hijo de Dios?

¡Oh admirable intercambio, mediación incomprensible, beneficios inesperados: que la impiedad de muchos sea encubierta por un solo justo y que la justicia de un solo hombre justifique a tantos impíos!