Jeremías 1, 4-5. 17-19
REFLEXIÓN
Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno
materno, te consagré: te nombré profeta de los gentiles
La
Palabra nos sitúa como receptores de una comunicación que es una vocación y una
misión, como en el caso del profeta.
No somos
seres anónimos, ni mera masa, ni mera cosa, por más que algunos ordenamientos
del poder humano pretendan reducirnos a eso.
Esta
Palabra confiere, nos confiere, dignidad como individuos personas, porque cada
uno hemos sido elegidos y consagrados como hijos, para humanizar desde el
primer día de la creación humana.
La
Palabra entonces por su elección nos apremia a mantenernos en el proceso de
dignificación propia y del otro.
Cada vez
que desertamos de esta vocación y misión fundamental, básica, boicoteamos y
saboteamos el Designio que la Palabra nos comunica.
Aun
cuando nuestra actuación indigna sea secreta e íntima, sin afectar visiblemente
a nadie, el hecho de involucrar al otro y la otra, así sea solo por la
fantasía, muestra nuestra potencialidad reductiva y terrorista.
No
podemos pensar ingenuamente que no es así porque no hacemos daño a nadie, como
reza el slogan permisivo.
Tú cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando.
No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos.
Una
experiencia del miedo ha querido ser aliviada por considerarse dañina de la paz
y misericordia que son los dones del Padre.
Tiene un
carácter obsesivo y genera indignidad y desesperación de ser salvados y libres.
Pero
otra experiencia de miedo que viene del Señor es su acicate para movilizarnos y
salir a cumplir nuestra vocación y misión.
En los
ejercicios ignacianos el ejercitante vive un proceso largo de oración y examen
de las mociones del Espíritu. Puede llegar a padecer de cobardías que frenan su
entrega, a causa de los miedos que surgen al salir de la complicidad con el
pecado.
Es
importante distinguir estos miedos para actuar en consecuencia.
Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque
yo estoy contigo para librarte
Pero el
don de Dios es fiel y saldremos más robustos de la prueba que aquilata nuestra
vocación y misión.
Salmo responsorial: 70
REFLEXIÓN
Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me
salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú, Dios mío, líbrame de la mano
perversa
Hay
quienes aceptan que Jesús designó como piedra a Pedro individuo, y otros a una
comunidad.
Lo
importante es que en Jesús compartido fraternalmente, se encuentra la fortaleza
de la roca de Dios, que nos preserva del embate del anti-reino.
1Corintios 12, 31-13, 13
REFLEXIÓN
El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se engríe; no
es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra
de la injusticia, sino que goza con
la verdad.
Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin
límites.
El amor no pasa nunca.
El ágape
es la roca que nos dona el Señor para nuestra protección frente al anti-reino.
El ágape
es la puesta en escena de la vocación y misión de dignificar a otro y otra.
Amar con
amor de ágape, inclusivo del erótico y de la filia, es realizar a plenitud
nuestra vocación y misión. Y eso nos hace fuertes y libra del miedo tóxico.
Mi conocer es por ahora limitado; entonces
podré conocer como Dios me conoce.
Es
posible para conocer el Misterio de Dios desde ya, aun limitadamente, si amo
con amor de ágape. Puedo no entenderlo pero lo amo.
Lucas 4, 21-30
REFLEXIÓN
"Hoy se cumple esta Escritura que acabáis
de oír."
Jesús un
hombre consciente, responsable y comprometido de su vocación y misión, para la
dignificación de sus hermanos.
haz también aquí en tu tierra lo que hemos
oído que has hecho en Cafarnaún
Algunos
son de la opinión que piensa que si amamos de verdad, debemos beneficiar a los
propios más que a los otros. Primero la filia, y el eros, y después el ágape.
Os aseguro que ningún profeta es bien mirado
en su tierra
Jesús
corrige esa perspectiva egoísta para el reino y el designio. Un profeta que
tiene vocación y misión, no es bien mirado porque se proyecta más allá de la
carne y sangre.
Para ese
auditorio la viuda y el leproso eran los símbolos de los descastados, los
vulnerables, los indignos de la sociedad a quien Jesús se dirigía por ágape.
lo empujaron fuera del pueblo hasta un
barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo
El
proceder del amor imperfecto es equivalente a decir: para mí o para nadie.
En el
camino de la dignificación humana ese amor imperfecto opera como desviación.
Podrá beneficiar la especie pero no la dignidad de las personas.
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