sábado, 5 de marzo de 2022

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

Del Tratado de san Ireneo, obispo, Contra las herejías (Libro 4. 13--14, 1: SC 100,534-540)


NUESTRA AMISTAD CON DIOS


Nuestro Señor, aquel que es la Palabra de Dios, primero nos ganó como siervos de Dios, mas para liberarnos después, tal como dice a sus discípulos: Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; os he llamado amigos, porque todo cuanto me ha comunicado el Padre os lo he dado a conocer. Y la amistad divina es causa de inmortalidad para todos los que entran en ella.

Así, pues, en el principio Dios plasmó a Adán, no porque tuviese necesidad del hombre, sino para tener en quien depositar sus beneficios. Pues no sólo antes de la creación de Adán, sino antes de toda creación, el que es la Palabra glorificaba a su Padre, permaneciendo en él, y él, a su vez, era glorificado por el Padre, como afirma él mismo: Glorifícame tú, Padre, con la gloria que tenía junto a ti antes que el mundo existiese.

Y si nos mandó seguirlo no es porque necesite de nuestros servicios, sino para que nosotros alcancemos así la salvación. Seguir al Salvador, en efecto, es beneficiarse de la salvación, y seguir a la Luz es recibir la luz. Pues los que están en la luz no son los que iluminan a la luz, sino que la luz los ilumina y esclarece a ellos, ya que ellos nada le añaden, sino que son ellos los que se benefician de la luz.

Del mismo modo, el servir a Dios nada le añade a Dios, ni tiene Dios necesidad alguna de nuestra sumisión; es él, por el contrario, quien da la vida, la incorrupción y la gloria eterna a los que lo siguen y sirven, beneficiándolos por el hecho de seguirlo y servirlo, sin recibir de ellos beneficio alguno, ya que es en sí mismo rico, perfecto, sin que nada le falte.

La razón, pues, por la que Dios desea que los hombres lo sirvan es su bondad y misericordia, por las que quiere beneficiar a los que perseveran en su servicio, pues, si Dios no necesita de nadie, el hombre, en cambio, necesita de la comunión con Dios.

En esto consiste la gloria del hombre, en perseverar y permanecer en el servicio de Dios. Por esto el Señor decía a sus discípulos: No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, queriendo indicar que no eran ellos los que lo glorificaban al seguirlo, sino que, siguiendo al Hijo de Dios, él los glorificaba a ellos. Por esto añade: Quiero que ellos estén conmigo allí donde yo esté, para que contemplen mi gloria.

viernes, 4 de marzo de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Viernes después de Ceniza

Isaías 58,1-9ª



REFLEXIÓN

denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados.

Gobernantes y gobernados tienen sus propios pecados y la Palabra hecha voz los denuncia a todos, sin excepción.

Pueblo y Casa de Jacob pueden referirse al grueso de la población y a sus gobernantes. Las denuncias que actualmente escuchamos, y son de temas objetivamente importantes y con señalamientos enérgicos, se centran exclusivamente en los gobernantes. Como si la dinámica de corrupción pudiera afectarse con uno de los extremos, cuando la complicidad es de todos: mandantes y mandados.

Es como ausencia de autocrítica de la sociedad, y de los denunciantes que pertenecen a la misma, con lo que se levantan suspicacias sobre su sinceridad.

La denuncia bíblica se muestra más libre, imparcial e independiente a favor de los más débiles y vulnerables, que son los afectados, y perjudicados siempre por la corrupción.

El efecto sobre los que nada pueden muestra la malicia de la iniquidad. Los siempre aplastados, siguen siendo los más aplastados.

Consultan mi oráculo a diario, muestran deseo de conocer mi camino, como un pueblo que practicara la justicia y no abandonase el mandato de Dios. Me piden sentencias justas, desean tener cerca a Dios

Aparentemente, por el protocolo que emplean, parecen, pero no son. Solo simulan querer conocer al Señor.

Quizás sociedades seculares menos pródigas en expresiones de fervor y menos confesionales en sus leyes y prácticas, sean más justas y equitativas.

Somos de una simulación sutil, acudiendo al Señor para vivir la ficción de una conversión que no se resuelve en hechos tangibles. Nuestra hipocresía no es superficial sino constitutiva, equizofrénica.

Mirad: el día de ayuno buscáis vuestro interés y apremiáis a vuestros servidores; mirad: ayunáis entre riñas y disputas, dando puñetazos sin piedad

Es preferible enfocarse primero en la conducta justa con los hermanos, pero todos, aun fuera de nuestro círculo acostumbrado de carne y sangre, pensamiento y cultura.

No que los ritos y los símbolos no tengan valor. Son necesarios, más por nosotros que por el Señor, quien no vive de ellos.

Nos recuerdan y traen la memoria la importancia de mantenernos leales en la conducta a la confesión expresada para que no se convierta en palabra vana.

Hoy vemos como una sed ardiente por la congruencia. Una desesperación por encontrar rectitud, que se expresa en tonos acusatorios y en burlas de lo sagrado y respetable.

No nos gusta porque parece injusta y mentirosa en algunos casos, pero la podemos tomar en cuenta como señales que llaman renovadamente a la conversión que se muestra en la congruencia vivida.

¿Es ése el ayuno que el Señor desea, para el día en que el hombre se mortifica?, mover la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza, ¿a eso lo llamáis ayuno, día agradable al Señor?

Lo mismo se puede decir, transfiriendo el mensaje a la práctica externa y sin congruencia, de los sacramentos, repetidos incesantemente.

En la primera corintios Pablo reprende las eucaristías prostituidas por la comilona y la borrachera, y por la discriminación de los que menos tienen.

Es como un eco de estas expresiones de ayuno y penitencia que se desarrollan en medio de escándalos y peleas.

Las cosas buenas, los medios aptos pueden ser pervertidos durante su ejecución.

Como nos alerta Ignacio de Loyola sobre el proceso del pensamiento que de bueno puede parar en menos bueno y en francamente malo.

Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne.

Desde la observación de los fenómenos sociales de masas actuales, se puede sentir que avanza una tendencia clamorosa a la queja, denuncia y señalamiento de situaciones de opresión e injusticia.

Los cepos que creamos y mantenemos con nuestra iniquidad activa y omisión pasiva

romperá tu luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana

Le damos tantas vueltas en consultas y estudios. Las reuniones de alto, medio y bajo nivel para hacer acuerdos no cesan. Multiplicamos las declaraciones, cuyo costo en séquito, viajes, alojamiento y esplendor resulta una paradoja.

Pero no brilla nuestra luz, porque actuamos individual y colectivamente como segundos binarios: damos algo pero nos reservamos más. Manipulamos.

Parece claro. Por qué no aprenderemos.? Por qué una revolución, si bien logra alguna mejorías, encalla en un programa similar de opresión? A qué se debe que las víctimas, ya en el poder, se conviertan en verdugos?

Entonces clamarás al Señor, y te responderá; gritarás, y te dirá: "Aquí estoy.""

Para algunos efectos, en esperanza por ahora.

Salmo responsorial: 50



REFLEXIÓN

Misericordia, Dios mío, por tu bondad

Porque no atinamos a salir de este laberinto de complicidad en el que nos hallamos pertrechados.

Pensar que tal situación deviene hasta en patologías de salud mental, porque cómo negar que trastornos de todo tipo tienen en su raíz la insuficiencia en asumir la propia responsabilidad frente a la realidad que nos circunda.

por tu inmensa compasión borra mi culpa

Purifica mi intención, nuestra intención. Ayúdanos a lograr el bien integral.

limpia mi pecado.

Aspirar a ser limpios en tal forma que ya no seamos más verdugos, ni nos transformemos en ellos.

Pues yo reconozco mi culpa

Reconozco que mi intención todavía no es pura

tengo siempre presente mi pecado

Esta forma mía de rehuir el compromiso del reino. Soy un evasor permanente en potencia y en acto.

un corazón quebrantado y humillado, / tú no lo desprecias

Quebrantamiento y humillación, por voluntad propia o venida de otras circunstancias, son verdaderas torturas para el Ego y sus ínfulas, para la conciencia de clase y sus proyectos, para la dominancia prepotente ubicada en los círculos de poder más altos y refinados, así como en las voluntades de poder individuales, que pasan por ser una inocente superación y realización, quizá a costa de otros más débiles.

Mateo 9,14-15



REFLEXIÓN

¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?"

Con todo y la predicación de Juan, sus discípulos no habían quebrado con el liderazgo de Moisés, que era el oficial. Lo de Jesús era muy novedoso y movía el piso de las antiguas creencias.

pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos?

Uno de los recursos de Ignacio en los ejercicios para disponerse a salir de la desolación, como ausencia del novio, es el ayuno y la mortificación.

No es que se active algún automatismo, de manera que si se ayuna desaparece la desolación. Sino que ayunar y hacer penitencia nos elevan el sentido del compromiso de la conciencia por un cambio de actitud, que puede impedir la presencia del novio.

Porque novio, como presencia del Espíritu de Jesús entre nosotros, está ofrecido en la fidelidad del Señor y su Palabra.

Somos nosotros los que lo perdemos de vista con frecuencia, y nos confundimos.

Vivir a plenitud el reino es vivir la actualidad de un festín de bodas, con el novio incluído.

Por lo tanto, hemos de trabajar con mayor intensidad para mantenernos en esa presencia y de tanto en tanto ayunar para recobrarla.

Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.

Sin embargo el novio no se ha ido del todo. Permanece su Espíritu. Nuestro ayuno no es de duelo, sino la memoria de la pobreza, como forma de solidaridad.

Es el señor Jesús resucitado un novio llevado? Nos pone en situación de ayuno? O más bien en el proceso de ir resucitando con Él, porque nos encontramos vivencialmente con momentos de separación y momentos de cercanía?

Entonces el ayuno nuestro después de que Jesús fue resucitado no tiene el mismo sentido de luto, porque el vive para siempre y nosotros estamos llamados a hacerlo con Él.

Es más, no debe haber ayuno. Si acaso un llamado a la reflexión y profundización del proceso de muerte y resurrección en nuestras vidas.

Somos bautizados que vamos haciendo una existencia de muerte y resurrección en Jesús, y nuestro ayuno forma parte de esa dinámica de transformación para la nueva vida.

El ayuno que nos pide la tradición eclesial nos recuerda siempre que el hombre viejo no ha muerto, en todo caso agoniza. A pesar de los triunfalismos progresistas.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1499709506569314311?s=20&t=BuRoZdzc7EPz-IaSZZn23g