lunes, 2 de octubre de 2023

PALABRA COMENTADA

 

LUNES 26 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Zacarías 8,1-8



REFLEXIÓN

Si el resto del pueblo lo encuentra imposible aquel día, ¿será también imposible a mis ojos?

Dice el Señor a través de sus enviados que para Él no hay nada imposible.

Detenerse en pensarlo ayuda a descansar la tensión por la tribulación y el conflicto.

Cuando las circunstancias no ceden, y muestran que los esfuerzos humanos son poca cosa para lograr un cambio favorable.

Son dificultades tenaces, las que propician un cambio de actitud en el creyente.

Son pasividades de disminución, momentos de impotencia, porque el clamor parece topar con oidos sordos.

Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios con verdad y con justicia

La transformación progresiva va siendo, en la impotencia de la superficie, una identificación unitiva entre el Señor y su pueblo, el creyente.

La unión de voluntades es una empresa de toda la vida, porque en ella hay avances, empantanamientos y retrocesos, dada nuestra limitación y labilidad.

Pero hecha la opción radical de nuestra parte es asunto de persistir e insistir en dejarse hacer por el Espíritu, quien va dando vueltas a la mesa del torno.

Salmo responsorial: 101



REFLEXIÓN

y se vuelva a las súplicas de los indefensos

para escuchar los gemidos de los cautivos

Cualquiera diría, en suspicacia nietzscheana, que nuestra dignidad consiste en una indignidad, porque la Palabra nos muestra como favorables ante el Señor actitudes de abajamiento.

No nos favorece la perspectiva actual del igualitarismo. Ni siquiera la buena nueva en Jesús de Nazareth, quien guardó las proporciones ante su Padre, nos convence hoy del abismo de grandeza y gloria entre el Señor y nosotros.

Es una gracia del Señor hacernos entrar en su gloria para entender, ya desde la historia, cuán benéfica y salvadora es, lejos de cualquier prepotencia y avasallamiento.

Jesús de Nazareth es la muestra viviente de la dignidad que alcanza el hombre nuevo en el Espíritu, carne dignificada por el amor de Dios.

Lucas 9,46-50



REFLEXIÓN

los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante

Si no discutimos, por lo menos nos afanamos anhelando el reconocimiento de nuestra importancia.

A veces llegamos a excesos penosos por la búsqueda de gloria.

No es que no importe como un estímulo de nuestros talentos.

Pero es muy frecuente que encallemos en una obsesión y ambición ansiosa por ser reconocidos más que otros.

Hemos vivido constantemente esta competencia y celotipia envidiosa. Nos creemos merecedores del más alto sitial, y nos deprimimos cuando nos ignoran.

El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante

Un niño es un ser vulnerable y en su visión lúdica de la existencia no sobresale, aunque pueda existir como semilla de mala hierba, la ambición por la importancia sobre los demás.

El mundo al revés.

Un niño en ese contexto de competitividad qué significa: ausencia de ambición conscientemente pretendida.

El niño es pequeño, eso se ve.

El niño, entonces más que ahora, no cuenta en la sociedad como el adulto.

Traerlo al medio de la conversación es como un acto profético de Jesús, que evidencia la pequeñez física y social, para proyectarse a la otra pequeñez: la que importa en el reino.

Las caricaturas de la pequeñez dañan el significado profundo que se quiere transmitir, incluso la que distorsiona la infancia espiritual de Santa Teresita del niño Jesús.

Pero no se trata de pusilanimidad, que contraria otros textos de la Palabra, sino de una identidad de cara al reino donde el protagonismo es del Espíritu, y la lucha por el poder se reemplaza con el esfuerzo de la solidaridad fraterna.

Ignacio de Loyola funda su Compañía de Jesús como mínima, en el sentido de la dependencia del Espíritu Santo, de quien depende el ágape discernido, más que del número de participantes.

No se lo impidáis; el que no está contra vosotros, está a favor vuestro.

Más bien nos debemos gozar que la obra se vaya haciendo, aunque sea con la gloria de otros.

La obra del Señor es lo importante.

https://x.com/motivaciondehoy/status/1708804350162686022?s=20

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Zacarías 8,1-8

El resto se empodera con el poder de Dios, suficiente para cambiar la suerte de la ciudad santa, Jerusalén.

Salmo responsorial: 101

Por eso la oración, súplica y gemido de la impotencia, del pequeño, mueve su ternura y misericordia, para escuchar y actuar.

Lucas 9,46-50

El pequeño en muchos sentidos es sinónimo de impotencia y debilidad. Lo asume la Palabra como contraste oportuno para su Poder, y su metodologia salvífica. La salvación viene de lo pequeño. Y para Ël nada es imposible significa que de lo pequeño sale su grandeza siempre.

BEATO CARLO


 

De los Sermones de san Bernardo, abad
(Sermón 12 sobre el salmo «Qui habitat», 3, 6-8: Opera omnia, edición cisterciense, 4 [1966], 458-462)


QUE TE GUARDEN EN TUS CAMINOS

A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con los hombres. Den gracias y digan entre los gentiles: «El Señor ha estado grande con ellos.» Señor, ¿qué es el hombre para que le des importancia, para que te ocupes de él? Porque te ocupas ciertamente de él, demuestras tu solicitud y tu interés para con él. Llegas hasta enviarle tu Hijo único, le infundes tu Espíritu, incluso le prometes la visión de tu rostro. Y, para que ninguno de los seres celestiales deje de tomar parte en esta solicitud por nosotros, envías a los espíritus bienaventurados para que nos sirvan y nos ayuden, los constituyes nuestros guardianes, mandas que sean nuestros ayos.

A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Estas palabras deben inspirarte una gran reverencia, deben infundirte una gran devoción y conferirte una gran confianza. Reverencia por la presencia de los ángeles, devoción por su benevolencia, confianza por su custodia. Porque ellos están presentes junto a ti, y lo están para tu bien. Están presentes para protegerte, lo están en beneficio tuyo. Y, aunque lo están porque Dios les ha dado esta orden,
no por ello debemos dejar de estarles agradecidos, pues que cumplen con tanto amor esta orden y nos ayudan en nuestras necesidades, que son tan grandes.

Seamos, pues, devotos y agradecidos a unos guardianes tan eximios; correspondamos a su amor, honrémoslos cuanto podamos y según debemos. Sin embargo, no olvidemos que todo nuestro amor y honor ha de tener por objeto a aquel de quien procede todo, tanto para ellos como para nosotros, gracias al cual podemos amar y honrar, ser amados y honrados.

En él, hermanos, amemos con verdadero afecto a sus ángeles, pensando que un día hemos de participar con ellos de la misma herencia y que, mientras llega este día, el Padre los ha puesto junto a nosotros, a manera de tutores y administradores. En efecto, ahora somos ya hijos de Dios, aunque ello no es aún visible, ya que,
por ser todavía menores de edad, estamos bajo tutores y administradores, como si en nada nos distinguiéramos de los esclavos.

Por lo demás, aunque somos menores de edad y aunque nos queda por recorrer un camino tan largo y tan peligroso, nada debemos temer bajo la custodia de unos guardianes tan eximios. Ellos, los que nos guardan en nuestros caminos, no pueden ser vencidos ni engañados, y menos aún pueden engañarnos. Son fieles, son prudentes, son poderosos: ¿por qué espantarnos? Basta con que los sigamos, con que estemos unidos a ellos, y viviremos así a la sombra del Omnipotente.