viernes, 26 de enero de 2024

PALABRA COMENTADA

Santos Timoteo y Tito

2Timoteo 1,1-8



REFLEXIÓN

llamado a anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús

Cuál es la vida prometida en Cristo Jesús? Y por qué hay sectores en aumento a los que no entusiasma tanto?

Se puede observar en las sociedades ricas o en proceso de riqueza, una tendencia a la pérdida de religiosidad, mientras en las menos ricas hay una tendencia a incrementarse o mantenerse.

Es importante el mensaje de la Palabra sobre la vida que Jesús vivió y la que ofrece, y a la propagación de la cual se ufana Pablo en su carta.

Y sí podemos captar de esa vida algo que parece fundamental: pobreza y familiaridad con Dios Padre.

Los que luego emulan a Jesús y le siguen en diferentes momentos de la historia, en su mayoría destacan por la pobreza y la unión con el Señor.

La pobreza y el amor a los pobres como estilo de vida y la comunión con el Padre, son nuestros referentes en la participación de la vida nueva que Jesús nos comunica.

Eso nos lleva a una revisión de nuestro sentido de pobreza y cómo la vivimos. Y a su vez cómo esto contribuye a nuestra familiaridad con Dios.

refrescando la memoria de tu fe sincera, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y que estoy seguro que tienes también tú

La fe en la vida que nos ofrece y comparte Jesús, no brota como un hongo al azar, aunque Dios todo lo puede.

Como don suele estar asociado a las condiciones favorables familiares que la cuidan y la nutren.

Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios

El anhelo de evangelizar la vida nueva de Jesús es como un signo de cuán viva es en nosotros, y además de compartirla nos hace caer en cuenta de su importancia.

Pero evangelizar desde algún tipo de riqueza y autosuficiencia es una paradoja que esteriliza los esfuerzos en ese sentido.

Salmo responsorial: 95



REFLEXIÓN

Proclamad día tras día su victoria

La victoria del Señor se ha querido amarrar a nuestra fuerza testimonial. Y ésta no produce el efecto deseado si es una riqueza prepotente. La vida pobre es un lenguaje más persuasivo cuando comunica el don del Señor.

Porque cuando menos aferrados estamos a todo y nos vacíamos, somos más capaces de compartir y entregarnos con mayor generosidad. Así mostramos mejor la vida de Jesús.

Lucas 10,1-9



REFLEXIÓN

No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias

Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, por que el obrero merece su salario

comed los que os pongan, curad a los enfermos que haya

"Está cerca de vosotros el reino de Dios.""

Cuándo acercamos la vida de Jesús a los otros? Cuando actuamos con desprendimiento, en pobreza activa y viva. No en pobreza que signifique carencia, sino que muestre plenitud de bienes evangélicos: amor, paz, justicia, fraternidad.

Entonces la vida de Jesús prometida brota como un reino, un orden, una disposición de todas las cosas y de las relaciones.

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DOCTORES DE LA IGLESIA

LAS OVEJAS REBAÑO DE JESÚS ERAN MOTIVO DE AFAN PARA CARLO

VIERNES III SEMANA

De las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo
(Homilía 2 sobre las alabanzas de san Pablo: PG 50, 480-484)

Pablo, encerrado en la cárcel, habitaba ya en el cielo, y recibía los azotes y heridas con un agrado superior al de los que conquistan el premio en los juegos; amaba los sufrimientos no menos que el premio, ya que estos mismos sufrimientos, para él, equivalían al premio; por esto, los consideraba como una gracia.

REFLEXIÓN

La gracia más bien, y motivo de acción de gracias, es poder descodificar el sufrimiento de la persecución por la fe, como una bendición y señal del agrado del Padre. Sólo una gracia trastorna nuestra repugnancia al sufrimiento y la humillación, en un gozo que no queda a disposición de ninguna circunstancia adversa y mudable.

Sopesemos bien lo que esto significa. El premio consistía ciertamente en partir para estar con Cristo; en cambio, quedarse en esta vida significaba el combate; sin embargo, el mismo anhelo de estar con Cristo lo movía a diferir el premio, llevado del deseo del combate, ya que lo juzgaba más necesario.
Comparando las dos cosas, el estar separado de Cristo representaba para él el combate y el sufrimiento, más aún, el máximo combate y el máximo sufrimiento. Por el contrario, estar con Cristo representaba el premio sin comparación; con todo, Pablo, por amor a Cristo, prefiere el combate al premio.
Alguien quizá dirá que todas estas dificultades él las tenía por suaves, por su amor a Cristo. También yo lo admito, ya que todas aquellas cosas, que para nosotros son causa de tristeza, en él engendraban el máximo deleite. Y ¿para qué recordar las dificultades y tribulaciones? Su gran aflicción le hacía exclamar: ¿Quién sufre angustias sin que yo las comparta? ¿Quién es impugnado por el enemigo sin que esté yo en ascuas?

REFLEXIÓN

Es verdad. Muchos creyentes comprometidos con la evangelización en alguna de sus modalidades sienten mucha atracción por el trabajo que hacen en favor de la Iglesia, de las comunidades, de las personas. Y para nada piensan en premios o descansos, porque le urge atender a los más que pueda. No se les aplica aquello de que la religión es opio.

Os ruego que no sólo admiréis, sino que también imitéis este magnífico ejemplo de virtud: así podremos ser partícipes de su corona.
Y si alguien se admira de esto que hemos dicho, a saber, que el que posea unos méritos similares a los de Pablo obtendrá una corona semejante a la suya, que atienda a las palabras del mismo Apóstol: He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, que el Señor, justo juez, me otorgará aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su venida. ¿Te das cuenta de cómo nos invita a todos a tener parte en su misma gloria?
Así pues, ya que a todos nos aguarda una misma corona de gloria, procuremos hacernos dignos de los bienes que tenemos prometidos.
Y no sólo debemos considerar en el Apóstol la magnitud y excelencia de sus virtudes y su pronta y robusta disposición de ánimo, por las que mereció llegar a un premio tan grande, sino que hemos de pensar también que su naturaleza era en todo igual a la nuestra; de este modo, las cosas más arduas nos parecerán fáciles y llevaderas y, esforzándonos en este breve tiempo de nuestra vida, alcanzaremos aquella corona incorruptible e inmortal, por la gracia y la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, a quien pertenece la gloria y el imperio ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén