miércoles, 22 de mayo de 2024

PALABRA COMENTADA

Martes 7 de tiempo ordinario

Santiago 4,1-10


REFLEXIÓN

¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros?

La Palabra nos señala causas profundas, fontales, últimas. Quizás ahí hay un problema. Porque no son evidentes a nuestra mentalidad positiva, que se rinde ante lo que ve, huele, siente, oye.

Como esa positividad no da respuestas definitivas sino probables, y mantiene la incertidumbre y la confusión, nos volcamos a otras esotèricas, misteriosas con halo de oràculo como las supersticiones, las paranormalidades, los fenòmenos extraños y exòticos.

El desánimo con el que desprestigiamos la meta-física es por la exigencia de cambio:las causas últimas como las pasiones de la lectura son reflejo de nuestro desorden y exigen orden, para nosotros y para los demás.

Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones

Aun para pedir somos apasionados en vez de hacerlo en la acción de gracias que significa entrega al designio por amor.

Someteos, pues, a Dios y enfrentaos con el diablo, que huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y Dios se acercará a vosotros

Acercarse es hacerlo a nuestra realidad profunda y ser en consecuencia.

Humillaos ante el Señor, que él os levantará

La experiencia de abajamiento y exaltación evangélica es semejante a la de la terapia sicológica que sondea las heridas del alma, enfrenta los temores, acepta las limitaciones y errores, y resulta más liberado y en control.

Porque la humillación que pretende el Señor en nosotros es que pisemos nuestra realidad y la acojamos como una bendición aun a fuerza de dolor y escozor, para vivir una nueva liberación.

Salmo responsorial: 54


REFLEXIÓN

Violencia y discordia veo en la ciudad

Nuestras ciudades modernas son un reflejo de nuestro desorden:inseguras y violentas. Provoca escapar a una bucólica paz.

que él te sustentará

Pero cuando se ha hecho pie en el fondo de nuestra ciénaga, ya no hay que huir porque reposamos en sus manos que son más fuertes y nos fortalecen para resistir y promover un reino diferente.

Marcos 9,30-37



Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle

En nuestro itinerario con Jesús, a pesar de que nos va instruyendo, tememos. Ni osamos preguntar y saber más por miedo a lo que nos espera y se nos exigirá.

Incluso no creemos ser capaces de todo lo que se nos pueda pedir. Por eso nos acobardamos y mantenemos nuestra debilidad. Preferimos nuestros apegos.

"Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos."

Se trata de un orden diferente y novedoso. Debemos emplear nuestra ambición vital, nuestra libido en servir a otros. Es una clave de vida. Un modo de vivir que ayuda a vivir sin miedos, a superar apegos, a aceptar lo que somos en la realidad, sin escapes. Y así sirviendo crecemos. 

Cuando servimos nos vamos posicionando y ocupando un puesto de importancia que ni pensábamos ibamos a gustar.

motivaciondehoy


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Martes 7 de tiempo ordinario

Santiago 4,1-10

Salmo responsorial: 54

Marcos 9,30-37

martes, 21 de mayo de 2024

BEATO CARLO



Martes, VII semana 

San Gregorio de Nisa De las homilías sobre el libro del Eclesiastés 6 

Tiene su tiempo –leemos– el nacer y su tiempo el morir. Bellamente comienza yuxtaponiendo estos dos hechos inseparables, el nacimiento y la muerte. Después del nacimiento, en efecto, viene inevitablemente la muerte, ya que toda nueva vida tiene por fin necesario la disolución de la muerte. Tiene su tiempo –dice– el nacer y su tiempo el morir. ¡Ojalá se me conceda también a mí el nacer a su tiempo y el morir oportunamente! Pues nadie debe pensar que el Eclesiastés habla aquí del nacimiento involuntario y de la muerte natural, como si en ello pudiera haber algún mérito. Porque el nacimiento no depende de la voluntad de la mujer, ni la muerte del libre albedrío del que muere. Y lo que no depende de nuestra voluntad no puede ser llamado virtud ni vicio. Hay que entender esta afirmación, pues, del nacimiento y muerte oportunos. 

REFLEXIÓN

No obstante los cálculos aproximados hay que admitir que nadie, ni los médicos dominan el día, hora, minuto y segundo de un nacimiento común, no por cesárea. Y lo mismo con la muerte. Se puede decir que , por ahora, sigue escapándose de la omnisciencia ese cálculo. Y es posible hablar de una entrega donada, no arrancada por fuerza.

Según mi entender, el nacimiento es a tiempo y no abortivo cuando, como dice Isaías, aquel que ha concebido del temor de Dios engendra su propia salvación con los dolores de parto del alma. Somos, en cierto modo, padres de nosotros mismos cuando, por la buena disposición de nuestro espíritu y por nuestro libre albedrío, nos formamos a nosotros mismos, nos engendramos, nos damos a luz. Esto hacemos cuando aceptamos a Dios en nosotros, hechos hijos de Dios, hijos de la virtud, hijos del Altísimo. 

REFLEXIÓN

Autores de nuestro destino podemos ser si nos auto-concebimos en fe, porque fe y libertad van de la mano. Y lo mismo cuando vamos gestando su crecimiento.  Hasta que por fe rendimos nuestra vida en acción de gracias por la muerte.

Por el contrario, nos damos a luz abortivamente y nos hacemos imperfectos y nacidos fuera de tiempo cuando no está formada en nosotros lo que el Apóstol llama la forma de Cristo. Conviene, por tanto, que el hombre de Dios sea íntegro y perfecto. Así, pues, queda claro de qué manera nacemos a su tiempo y, en el mismo sentido, queda claro también de qué manera morimos a su tiempo y de qué manera, para san Pablo, cualquier tiempo era oportuno para una buena muerte. Él, en efecto, en sus escritos, exclama a modo de conjuro: Por el orgullo que siento por vosotros, cada día estoy al borde de la muerte, y también: Por tu causa nos degüellan cada día. Y también nosotros nos hemos enfrentado con la muerte. No se nos oculta, pues, en qué sentido Pablo estaba cada día al borde de la muerte: él nunca vivió para el pecado, mortificó siempre sus miembros carnales, llevó siempre en sí mismo la mortificación del cuerpo de Cristo, estuvo siempre crucificado con Cristo, no vivió nunca para sí mismo, sino que Cristo vivía en él. 

                                                                      REFLEXIÓN 

un momento en el pensar cristiano que se sobrevaloró la carne como representativa del pecado, en su versión erótica. Más otra línea nos lleva a la carne como debilidad, que requiere fortaleza, y así el pecado es sinónimo de debilidad para cosas del Espíritu, quien fortalece.

Ésta, a mi juicio, es la muerte oportuna, la que alcanza la vida verdadera. Yo –dice el Señor– doy la muerte y la vida, para que estemos convencidos de que estar muertos al pecado y vivos en el espíritu es un verdadero don de Dios. Porque el oráculo divino nos asegura que es él quien, a través de la muerte, nos da la vida.