Martes 7 de tiempo ordinario
Santiago 4,1-10
REFLEXIÓN
¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros?
La Palabra nos señala causas profundas, fontales, últimas. Quizás ahí hay un problema. Porque no son evidentes a nuestra mentalidad positiva, que se rinde ante lo que ve, huele, siente, oye.
Como esa positividad no da respuestas definitivas sino probables, y mantiene la incertidumbre y la confusión, nos volcamos a otras esotèricas, misteriosas con halo de oràculo como las supersticiones, las paranormalidades, los fenòmenos extraños y exòticos.
El desánimo con el que desprestigiamos la meta-física es por la exigencia de cambio:las causas últimas como las pasiones de la lectura son reflejo de nuestro desorden y exigen orden, para nosotros y para los demás.
Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones
Aun para pedir somos apasionados en vez de hacerlo en la acción de gracias que significa entrega al designio por amor.
Someteos, pues, a Dios y enfrentaos con el diablo, que huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y Dios se acercará a vosotros
Acercarse es hacerlo a nuestra realidad profunda y ser en consecuencia.
Humillaos ante el Señor, que él os levantará
La experiencia de abajamiento y exaltación evangélica es semejante a la de la terapia sicológica que sondea las heridas del alma, enfrenta los temores, acepta las limitaciones y errores, y resulta más liberado y en control.
Porque la humillación que pretende el Señor en nosotros es que pisemos nuestra realidad y la acojamos como una bendición aun a fuerza de dolor y escozor, para vivir una nueva liberación.
Salmo responsorial: 54
REFLEXIÓN
Violencia y discordia veo en la ciudad
Nuestras ciudades modernas son un reflejo de nuestro desorden:inseguras y violentas. Provoca escapar a una bucólica paz.
que él te sustentará
Pero cuando se ha hecho pie en el fondo de nuestra ciénaga, ya no hay que huir porque reposamos en sus manos que son más fuertes y nos fortalecen para resistir y promover un reino diferente.
Marcos 9,30-37
Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle
En nuestro itinerario con Jesús, a pesar de que nos va instruyendo, tememos. Ni osamos preguntar y saber más por miedo a lo que nos espera y se nos exigirá.
Incluso no creemos ser capaces de todo lo que se nos pueda pedir. Por eso nos acobardamos y mantenemos nuestra debilidad. Preferimos nuestros apegos.
"Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos."
Se trata de un orden diferente y novedoso. Debemos emplear nuestra ambición vital, nuestra libido en servir a otros. Es una clave de vida. Un modo de vivir que ayuda a vivir sin miedos, a superar apegos, a aceptar lo que somos en la realidad, sin escapes. Y así sirviendo crecemos.
Cuando servimos nos vamos posicionando y ocupando un puesto de importancia que ni pensábamos ibamos a gustar.
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Martes 7 de tiempo ordinario
Santiago 4,1-10
Salmo responsorial: 54
Marcos 9,30-37
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