miércoles, 9 de octubre de 2024

SAN CARLO DE JESUS ACUTIS DE ASIS

BEATO CARLO


 Del Opúsculo de Orígenes, presbítero, sobre la oración
(28: PG 11, 522-523)
Da a cada uno lo que le es debido

Nosotros debemos y tenemos que cumplir ciertos deberes, y no sólo dando, sino hablando con afabilidad y cubriendo ciertas obligaciones. Más aún: tenemos en cierto modo la obligación de mostramos afectuosos con los demás. Y estas deudas o bien las saldamos haciendo lo que nos manda la ley divina, o bien, haciendo caso omiso de la recta razón, no las pagamos y nos constituimos

en deudores. Idéntica escala de valores hemos de aplicar a las deudas con los hermanos: tanto con los hermanos que juntamente con nosotros han sido regenerados en Cristo por las palabras de la religión, como con aquellos que han sido engendrados por la misma madre y el mismo padre que nosotros.

Tenemos asimismo unos especiales deberes para con nuestros conciudadanos, y otros comunes hacia todos los hombres; unos deberes concretos para con quienes tienen la edad de nuestros padres, y otros para con aquellos a quienes es justo honrar como a hijos o como a hermanos. Por tanto, quien no cumple sus deberes para con los hermanos, se convierte en deudor de cuanto ha omitido; e

igualmente, si fallamos a los hombres en aquellas cosas que, por un humanísimo

espíritu de sabiduría, estamos obligados a prestarles, se acrece la deuda. Aún más:

por lo que a nosotros mismos se refiere, debemos ciertamente servirnos del cuerpo, y no extenuarlo entregándonos al placer; pero debemos preocuparnos también del alma y vigilar la vehemencia del carácter, así como el lenguaje, para que esté exento de acritud, sea útil y nunca ocioso. Si no cumplimos estos deberes para con nosotros mismos, la deuda es mucho más grave.

Además, como ante todo y sobre todo somos obra y hechura de Dios, debemos conservar hacia él un afecto particular, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma y con todo el ser. Si no lo hiciéramos, nos convertiríamos en deudores de Dios, pecando contra el Señor. Y en tal caso, ¿quién rezará por nosotros? Pues como en el primer libro de Samuel dice Elí: Si un hombre ofende a otro, Dios puede hacer de árbitro; pero si un hombre ofende al Señor, ¿quién intercederá por él?

También somos deudores de Cristo, que nos redimió con su propia sangre, como un esclavo es deudor de su comprador, que ha pagado por él el precio estipulado. Tenemos contraída una deuda incluso con el Espíritu Santo, deuda que saldamos cada vez que no ponemos triste a aquel con el cual Dios nos ha marcado para el día de la liberación final; y no contristándolo, con su ayuda y con la acción vivificante que ejerce sobre nuestra alma, producimos los frutos que es justo espere de nosotros.

Por otra parte, aun cuando no sabemos exactamente cuál es nuestro ángel custodio, que está viendo siempre el rostro del Padre celestial, a una atenta consideración no se le escapa que somos también deudores de él. Más todavía: Si hemos sido dados en espectáculo público para ángeles y hombres, hemos de tener en cuenta que, así como quien ofrece un espectáculo está obligado a desempeñar este o aquel papel en presencia de los espectadores, y sino lo

hiciere, sería multado por reírse del público, así también nosotros debemos exhibir ante el mundo entero, ante todos los ángeles y el género humano todo lo que la sabiduría está dispuesta a enseñarnos, si no oponemos resistencia.

Al margen de estos deberes de alcance más bien universal, existe un deber determinado para con la viuda, de la cual se cuida la Iglesia; está también el deber para con el diácono y para con el presbítero; y está finalmente el

gravísimo deber para con el obispo, deber que de no ser saldado, el Salvador de la Iglesia universal nos pedirá cuentas el día del juicio.

martes, 8 de octubre de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Martes 27 de tiempo ordinario

Año Par

Gálatas 1, 13-24



REFLEXIÓN

como partidario fanático de las tradiciones de mis antepasados

Si el apasionamiento llevó a Pablo a posturas fanáticas, no obstante su formado juicio en las escrituras, nada extraño tiene que muchos otros las sigan teniendo.

Es un misterio la afiliación que tenemos a una idea, un valor, una perspectiva. Una mezcla de argumentos razonables con una adhesión de afecto y costumbre.

Y el que se logre dar la vuelta a esta situación y convertir en el contrario no implica que borramos la radicalidad de nuestras actitudes. 

Así Pablo también fue una apasionado y radical defensor de la nueva fe hasta su muerte, aplicando con rigor sus nuevas categorías.

Sin embargo tuvo la capacidad en algunos momentos de admitir los cambios de la realidad frente a él, cuando aceptó que los gentiles no debían estar sujetos en todo a la ley mosaica.

Solo un discernimiento continuo y una autocrítica honesta puede capacitarnos para respetar las modalidades y cambios que la realidad nos provoca, procediendo a los ajustes pertinentes.

cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara a los gentiles, en seguida, sin consultar con hombres, sin subir a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí

Dios es testigo de que no miento en lo que os escribo

Otro sentido de las pruebas y sufrimientos asumidos por una causa es la de mostrar la fortaleza de las convicciones.

En el caso de Pablo no resultó nada fácil evidenciar que su conversión era por una revelación del Señor. 

Como todo enviado de Dios, incluso Jesús de Nazareth, la existencia con sus contingencias, persecuciones, incomprensiones e imprevistos, resultó ser la criba del Espíritu para que se mostrara la gloria del Señor.

No son revelaciones para el sujeto y su exclusiva subjetivación, sino para entregarlas, en un destino.

Si se dijera o sintiera que el Señor ha concedido una gracia o don, después de agradecerlo y convencerse de ello, es menester mantenerlo a disposición donde, cuando y mientras Él lo disponga con su designio, con toda generosidad, apertura y vigilancia para que no decaiga y se desvíe mientras está vigente.

Las Iglesias cristianas de Judea no me conocían personalmente; sólo habían oído decir que el antiguo perseguidor predicaba ahora la fe que antes intentaba destruir, y alababan a Dios por causa mía

Si el espíritu de las comunidades cristianas hubiera sido tan radical como Pablo se mostró en su persecución, jamás lo hubieran revaluado y se hubieran abierto a la posibilidad de una conversión. 

Es una lección para nosotros como personas y como sociedades. En asuntos de fe como en otros asuntos nuestra actitud debiera contar con la posibilidad de un verdadero cambio en quienes se muestran antagonistas.

Salmo responsorial: 138



REFLEXIÓN

Te doy gracias, / porque me has escogido portentosamente

Gracias por tu don inmerecido y negligido

Conocías hasta el fondo de mi alma, / no desconocías mis huesos

No obstante lo que somos, no dejas de llamarnos y enviarnos.

Esa mirada profunda de Alguien que nos ama y nos hace sentir respaldados e íntimamente comprendidos, de manera que puede existir en nosotros un sentido de justificación fundamentado en la misericordia del Señor.

No obstante la culpabilidad que Pablo debió sentir por haber perseguido y maltratado inocentes, pudo vivir del perdón y elección de la Palabra para una nueva misión.

Lucas 10,38-42



REFLEXIÓN

"Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán."

Si hay algo estable y que produce firmeza es la asidua escucha de la palabra. 

Ella genera un cambio de vida en la que el servicio no es disperso ni desenfocado o distractivo. 

Genera una misión que concentra la energía en vivir el designio que es el Reino, el dominio del Señor en todo tiempo y lugar.

Escoger lo único necesario y dedicarse a ello no importa el costo para el mundo.

El servicio es importante, pero cuando fluye de la escucha de la Palabra. María es mejor paradigma de servicio al reino que Marta, porque el servicio que fluya de su iniciativa habrá sido incubado a los pies de Jesús de Nazareth.

Somos muchos los que pensamos que debemos gastarnos por el servicio al reino, y que las obras son muestra de la fe. Que no es suficiente decir: Señor, Señor.

Pero somos muchos los que nos ahogamos en el afán del mundo y confundimos el servicio a nuestros intereses con el servicio al Reino, que nace de la escucha y obediencia de fe a la Palabra.

Se supone que Marta encarna el servicio, pero en esta ocasión hay prioridades: Jesús. 

Escucharlo es la prioridad

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Martes 27 de tiempo ordinario

Año Par

Gálatas 1, 13-24

Salmo responsorial: 138

Lucas 10,38-42